Aconteció en Cancún, en la Riviera Maya, los días 22 y 23 de febrero: el sueño visionario del Libertador remontó los tiempos para encarnarse de nuevo en México. Para decirlo con Bolívar: “el bien inestimable de la unión es el objetivo”, y cobró toda su significación y trascendencia en la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe. Demasiado largo ha sido ya el tiempo de las fragmentaciones impuestas, de las distancias indeseadas, de las lejanías interesadas que no han hecho más que dejarle el campo abierto a todas las tropelías y atropellos del imperio.