Hoy es un día histórico para los argentinos ! ! ! !
Aunque los poderosos Medios de desinformación masivos y la decadente oposición política lo traten de ningunear.
Lo cierto es que toda esta lacra se vuelve a estrellar contra la realidad como tantas otras veces.
Quién decía que la Argentina estaba en el "hiper-orto de mundo" y que "en el exterior se nos cagan de risa ?????
Ahhhh, siiiiiii... el gordo panqueque y mercenario Lanata ! ! ! ! !
Y donde están ahora los trotskos que afirman que el kirchnerismo es lo mismo que los anteriores gobiernos que entregaron a la Patria ?????
Y... deben estar haciendo algún piquete en la Panamericana, seguramente. Porque es lo único que saben hacer (además de pasearse por los pasillos de TN y concurrir a los cumpleaños de pseudo-periodistas clarinistas).
Jueves, 16 de octubre de 2014
Hoy por la tarde se lanza el satélite argentino de telecomunicaciones desde una base francesa en Guayana
Arsat-1 listo para emprender su viaje al espacio
El artefacto emprenderá un viaje de casi 36 mil kilómetros a lo largo de tres días hasta llegar a su posición orbital. Si el proceso es exitoso, mejorará la prestación en el país de los servicios de televisión, Internet y telefonía.
Por Javier Lewkowicz
El Arsat-1 está equipado con una antena para Televisión Digital Terrestre, Internet y telefonía sobre IP
Página/12 En Guayana
Desde Kourou
El satélite Arsat-1 será hoy enviado al espacio. Un lanzador Ariane 5, de origen francés, que pesa casi 800 toneladas y mide 60 metros de alto, hará el esfuerzo de sacarlo del planeta y luego el satélite emprenderá un viaje de casi 36 mil kilómetros a lo largo de tres días hasta llegar a su posición orbital. Si el proceso es exitoso, el artefacto desarrollado por los profesionales del Invap de la ciudad de Bariloche mejorará la prestación en el país de los servicios de televisión, Internet y telefonía. Así, Argentina se integrará al selecto grupo de naciones que diseñan y maniobran satélites de telecomunicaciones. “Mañana (por hoy) va a ser un día histórico. Se va a cumplir uno de los sueños de Néstor”, aseguró ayer a Página/12 el ministro de Planificación, Julio De Vido.
El Arsat-1 está equipado con una antena para Televisión Digital Terrestre, Internet y telefonía sobre IP. Por eso se espera que cuando esté en pleno funcionamiento pueda brindar esos servicios en puntos del país con bajo o nulo nivel de conectividad en la actualidad. Esas funciones son mucho más exigentes que la observación científica, propósito del satélite SACD/Aquarius, desarrollado por el Invap junto a la NASA norteamericana y lanzado al espacio en 2011, y de sus predecesores. En relación con el SACD/Aquarius, el Arsat-1 es mucho más robusto, pesa casi 3 toneladas y tiene cuatro metros de alto y 16 de largo, con los paneles solares extendidos. También tiene una vida operativa más extensa, de quince años, frente a los cuatro años de los aparatos de uso científico. El Arsat-1 fue diseñado y ensamblado íntegramente en la Argentina, un orgullo para los científicos involucrados en el proyecto porque en ese club sólo se anotan por ahora los Estados Unidos, la Eurozona, Rusia, Israel, Japón, China y la India.
El satélite demandó por parte del Estado y a través del Ministerio de Planificación una inversión de 270 millones de dólares. Podría haber sido comprado al exterior a un precio probablemente menor. Pero la política científica e industrial, en todos lados, tiene costos, de otra manera no formaría parte de las decisiones estratégicas de un país. La construcción del Arsat-1 generó trabajo calificado en un importante número de pymes que crecieron alrededor del proyecto en actividades como cálculo estructural, piezas mecanizadas y equipos electrónicos. Cuando esté en funcionamiento, el Estado dejará de tener que alquilar satélites.
La historia de este emprendimiento se remonta al año 2006, cuando fue creada la empresa Arsat, una sociedad anónima que pertenece al Estado argentino. El objetivo era que se hiciera cargo del servicio satelital en reemplazo de Nahuelsat, un consorcio privado encabezado por la alemana DaimlerChrysler Aerospace y la italiana Finmeccanica. A ese grupo se le había adjudicado en 1991 la provisión y operación de dos satélites. El primero, llamado Nahuel1, fue puesto en la posición orbital de 71,8 grados oeste en enero de 1997.
El segundo satélite debía ser colocado antes del 19 de octubre de 2003 en la posición de 81 grados oeste, lugar reservado al país por la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Pero cuando llegó la fecha, la empresa ni siquiera había empezado a construir el aparato. Ese incumplimiento puso en riesgo la conservación de la posición orbital designada, que reclamaba Gran Bretaña. El gobierno de Néstor Kirchner decidió ocupar la órbita 81 con un equipo alquilado al grupo holandés SES y en paralelo avanzar en la construcción de un satélite propio para ocupar la órbita 71,8 grados oeste, porque Nahuel-1 cumpliría su vida útil en 2010, momento en el que fue reemplazado con otro satélite alquilado.
La construcción del satélite quedó a cargo del Invap, empresa rionegrina que trabajó en la fabricación de radares y reactores nucleares. El Arsat-1 se terminó de construir en julio del año pasado y desde entonces fue sometido a diversas pruebas de resistencia en el Centro de Ensayos de Alta Tecnología (Ceatsa) que desarrolló el Invap. El artefacto permaneció por 34 días en la cámara de termovacío, que simula las condiciones del espacio, con un ciclado de bajas y altas temperaturas, desde -180 a 150 grados. Pasó por la prueba Shaker, una especie de súper batidora que imita las vibraciones que padecerá el satélite durante el lanzamiento y superó el test de volumen, con 90 parlantes que emitieron 142 decibeles directo al satétile.
Terminaron las pruebas, el satélite viajó a la Guayana Francesa y fue instalado en el cohete Ariane 5. Se acerca la instancia decisiva. La cita es a las seis de la tarde en la base espacial de Kourou, en un evento que será transmitido por la TV Pública para todo el país. En ese momento se tomarán una pausa los técnicos del Invap, silenciosos protagonistas, para luego continuar trabajando en el Arsat-2 y el satélite científico Saocom, ambos para poner en órbita en 2015, y en el Arsat-3, agendado para 2017.
Porque así, entre gallos y medianoche, Yessi ocupó por designación de Lopecito la dirección del INAC, el Instituto Nacional de Acción Cooperativa. El agente arrepentido Horacio Paino aseguró que era Conti, conductor de la prensa ministerial, el enlace entre los grupos de la AAA y López Rega y que a través de él se vehiculizaban los fondos para la compra de infraestructura operativa. Los cheques desviaban el dinero de Sucesos Argentinos, Télam y Honegger el taller donde se imprimía El Caudillo, para pagar el armamento de los parapoliciales de Julio Yessi, del subcomisario Rodolfo Almirón, de su suegro el comisario mayor Juan Ramón Morales y de Miguel Angel Rovira. Las armas, contó Paino, venían de Pedro Juan Caballero, una ciudad paraguaya en cuyas calles flotaba la atmósfera densa del trasiego de traficantes. Eran, dijo Paino, ametralladoras “Stein”. Quizá Paino se haya equivocado. Tal vez fueran ametralladoras “Sterling” con silenciador, iguales a las del cargamento de cuatro cajas que descubrieron por casualidad en un galpón del ministerio y que desaparecieron después de que un comando las sustrajera para devolverlas más tarde... vacías. Pero que las armas habían estado allí..., no cabía duda. Uno de los instructores de la causa no olvidará que “eran 10 MK7 o MK10 más silenciadores y una especie de escopetas pajeras”.
El origen de las armas era la Sterling Engineering Company, de Dagenham, en el condado de Essex, y los vendedores, o los intermediarios, unos tipos de nombre Binstock y Murdoch. Tiempo después del golpe militar de 1976, la Justicia argentina envió un exhorto a Londres. Pretendía que Su Majestad, o el Foreign Office, intercedieran ante el coronel a cargo de la Sterling para que suministraran los datos del pagador. Querían saber quién había sido el emisor del cheque o, en caso de que la compra se hubiera hecho en efectivo, el nombre del adquirente. Su Majestad respondió que todos los papeles relativos a aquella operación habían sido destruidos. La investigación pasó de mano en mano y nadie puso demasiado empeño en el esclarecimiento de la causa 7/77 “Yessi, Villone S/Denuncia art. 241”. No entusiasmó al primer magistrado interviniente, el titular del federal 1, Alfredo Nocetti Fasolino, ni a Juan Fégoli, tampoco a Eduardo Marquardt y mucho menos a María Romilda Servini de Cubría.
Es que no era una causa. Era un combo que incluía el revoleo de subsidios que Yessi había realizado desde el INAC y, claro, siempre pensando en los humildes, no había dejado fuera del reparto ni siquiera a su chofer, beneficiado con un crédito millonario. Al ser citado a declarar, el empleado relató que su jefe ahorraba dólares de oro amonedados y tenía una caja fuerte a nombre de ambos en el Banco de Misiones. Allí acudía periódicamente el chofer a guardar los valores que el presidente del INAC le entregaba. Otro hecho fortuito puso al descubierto la cultura de acumulación que, junto al gusto por la violencia, caracterizaban al joven cuadro peronista: la caja de seguridad vecina tenía la misma cerradura y en una distracción el chofer de Yessi había dejado en ella algunos de sus depósitos. El propietario de la caja equivocada, en un rapto de honradez que nadie le agradecería, informó al banco lo ocurrido. Yessi se presentó en la entidad para exigir explicaciones. Imposible negárselas a un funcionario y mucho menos si, como él, llegaba con la dotación de 5 automóviles Torino armada hasta los dientes.
Tráfico de armas, enriquecimiento ilícito... ni el secretario de Estado de Coordinación y promoción Social Carlos Villone ni el ministro López Rega fueron citados nunca a declarar. Julio Yessi lo hizo sólo una vez, recostado en el marco de una puerta del despacho del juez.
Después del golpe militar de marzo de 1976, Yessi fue llevado prisionero al buque “Bahía Aguirre”. Compartía la celda-camarote con el diputado peronista Eduardo Farías, integrante del “Grupo de Trabajo” de la Cámara baja, y era vecino de calabozo de José Stupenengo, un vocero lopezrreguista que reaparecería junto a José Luis Manzano en el Ministerio del Interior. Eran huéspedes de la Marina, la fuerza que ocupó el lugar de la ultraderecha peronista en los medios y en el Ministerio de Bienestar Social. Formaban parte del proyecto de continuidad de Emilio Massera, el más peronista –a lo mejor el único– de los caballeros del mar.
Julio Yessi, al parecer, aún vive. En Banfield, en el sur del conurbano bonaerense. Es probable que sus vecinos no asocien a este hombre con la historia negra del ministro ocultista, del cabo ascendido de golpe a comisario general, del hombrecito de voz fina, ojos acuosos y aspecto asexuado que creó la Triple A. Cómo imaginar que un habitante del reino de las tinieblas tiene un apodo inocente, cómo imaginar que hay tanta sangre detrás de Julio “Cuqui” Yessi.
Buenos Aires, 1962. Apenas alumbrado por una bombita de 40, el hombrecito de mirada filosa y calva incipiente (aunque esta diminutiva definición, tal vez, de la misma manera que la pobre luminosidad de la impotente lamparita, sea una falsa impresión) acaricia la portada del libro. Sus dedos, finos, recorren lentamente la tapa del volumen de 758 páginas –1.130 gramos de peso exacto– que acaba de parir en la prensa de su oscura propiedad. Y siente placer. O quizá debiéramos definir con premonitoria exactitud: goce.
El hombrecito que goza con los dedos –ahora, en esta noche porteña de 1962–, no sabe que pocos años después, en el Club de Corresponsales Extranjeros de Madrid, Tony Navarro (acreditado por Associated Press ante el gobierno de Franco) sacudirá los cubitos de su vaso de whisky ante una audiencia tan cómplice como incrédula antes de decir que el retorno de Perón a la Argentina no depende tanto de un avión negro como de una predicción insólita escrita en un libro de astrología. Ni que el tal Navarro reirá –con esa hilaridad tan de corresponsal norteamericano en el tercer mundo–, contagiando su risa a otros muchos que, por ser precisamente periodistas del tercer mundo gozando de los beneficios del exterior, no debieran haber reído sino prestado atención a lo que decía, aun en lo insólito. Ni que entre la ocasional y etílica audiencia de ese Navarro que tan bien habla el español (al punto de que le resulta inteligible la jerigonza franquista) hay un periodista argentino llamado Tomás Eloy Martínez que –acalladas las risas– relatará que él también hojeó-ojeó el libraco y lo arrojó sin remordimientos a las aguas del río más cercano. Sin culpas, sin piedad, sin siquiera pensar, a pesar de haber vislumbrado un filo fatal en la mirada del hombrecito que se lo entregó con dedicatoria de tercera página incluida.
La hipótesis, tal vez, habría hecho las delicias de Borges: si alguien –en algún momento, en algún lugar– hubiera leído un libro, habría podido cambiar (o, cuanto menos, alertar sobre) la historia. Pero nadie lo hizo. O sí: pero quien lo hizo y escribió sobre él con palabras que no tartamudeaban lo pagó con la vida: balas de tartamuda en el cuerpo de Pedro Leopoldo Barraza y en el de su pareja, una noche de 1975: la venganza del hombrecito al que tuvo la ocurrencia de bautizar con el apodo que le quedaría para siempre.
Juan Domingo Perón junto a Héctor Cámpora y José López Rega
Nada de eso sabe aún el hombrecito que, ahora, aprieta el libro con las manos y lo lleva hacia abajo, para ponerlo entre sus piernas y volver a apretarlo de otra manera, ésa, precisamente ésa que cultiva a solas y sin acabar con el fin de ahorrar energías para la tarea que le espera, la que se ha señalado, la que concibe como su destino. Es necesario para él (por ahora) abstenerse si quiere ser (como cree ser, como sabe que es) elegido de dios.
No es en vano: ya está escrito. Lo ha escrito él mismo, primero con su dificultosa letra manuscrita y después con los dedos bailoteando entre la caja alta y la caja baja de su propia imprenta, allí donde ha logrado parir el libro que profetiza el futuro de un país, allí donde ha dejado impresos para siempre los nombres de sus inspiradores, que también son sus hermanos y sus antecesores y sus maestros, a saber: “Antulio, Abel, Elías, Moisés, Krishna, Buda, Jesús, Mahoma y Etcétera”. Así nomás, superando a Whitman en eso de la suprema enumeración.
Tanta luz en medio de semejante oscuridad, porque si el hombrecito (pero, nuevamente, el diminutivo será un error fatal) mirara lo que lo rodea en esa sombría casa y taller de impresiones de la calle José P. Tamborini 3761 sólo podría ver su propia miseria. Pero, claro, él no la ve; sólo ve futuro.
Detengámonos un momento, dejemos un instante al hombrecito que sueña (su) destino con el libro apretado entre las piernas y miremos a su alrededor, obviando las cagadas de mosca y la roña convocada en asamblea por las patas de los muebles. Se verán cajas de tipografía y una prensa; se verán libros –pocos–, volantes y folletos; se verán pilas de papeles en blanco esperando ser marcados por lo que el dueño de casa cree palabra verdadera.
Es un caos aparente porque allí, como en el macrocosmos que reproduce el microcosmos o viceversa, todo tiene que ver con todo. Y tal vez sea así. Sólo es cuestión de observar con atención, porque a los folletos diversos de también diversas sectas esotéricas que pululan en el lugar se les entremezclan –se diría que se les hermanan– volantes de un movimiento político clandestino cuya doctrina también es un falso misterio (factible de cualquier interpretación) y sus integrantes un abanico que no excluye ninguna calaña. Por si fuera poco, los escasos libros que hay en la habitación llevan en la portada un único nombre, el del propio hombrecito.
Y nadie mejor que el hombrecito (pero, una vez más, insistir en el repetido diminutivo es casi tomar un plazo fijo al suicidio) para saber que en ese caos hay un orden que se plasmará en destino.
Ahora, cuando con el libro apretado entre las piernas repasa su pasado (camino de iniciación, lo llamaría él), sabe que no ha sido en vano: ya no le pesa su fracaso como imitador de Paul Anka en oscuros clubes centroamericanos, ni tampoco su gris carrera de cabo cebador de mate en la Policía Federal; de esos antiguos pesares le quedan sólo algunos resentimientos que sabrá cobrarse con creces cuando llegue el momento. “No existe en nuestra intención ningún rencor, enemistad u odio por nada ni nadie, ya que todo tiene su propia causa de ser –ha anunciado con caprichosas mayúsculas y minúsculas en el libro que aprieta entre las piernas–; tampoco nos sentimos superiores a los demás; dado que sólo DIOS tiene esa facultad por ser el SUPREMO CREADOR. Pero al hablar de ARGENTINA o de AMÉRICA DEL SUD, nos referimos a lo que por LEY DE LOS TIEMPOS, por NACIMIENTO FÍSICO Y ESPIRITUAL, nos corresponde mantener incólume como CAPITAL”.
Sabe también que su destino comenzará a cumplirse cuando se encuentre frente a un hombre, y que la llave de ese encuentro la tiene una mujer. Con ese hombre aplicará una de las fórmulas que ha escrito: “¡Al que alardea de fuerte… exagérele los poderes de su fortaleza, tendrá así un esclavo que lo adorará! ¡Cada cual tiene su propia vanidad apuntando en cierto sentido, y es suficiente tocarla un poco, para que se entregue como inofensiva criatura, ésa es la gran estupidez de la HUMANIDAD, que se conforma con migajas de la torta y abandona ésta para que se alimenten las alimañas!”.
Será entonces que podrá llevar a cabo la misión que se ha profetizado en las páginas del libro: “Movimentar (sic) con NUEVOS ELEMENTOS a los ELEGIDOS de la RAZA ANTERIOR. ¡Es entonces que la MADRE NATURALEZA abre su fecundo vientre eternamente virginal para desembarazarse de los elementos antiguos y dar cabida a aquellos que le son necesarios para el trabajo de los próximos 2.000 años!”.
Mientras espera la llegada de su hora, el hombrecito de mirada filosa y calva incipiente –a quien en algunos pequeños círculos se lo conoce minúsculamente con el apelativo de Hermano Daniel–, vuelve a tomar el libro que ha venido apretando entre las piernas y lo apoya sobre la mesa. Su título:Astrología Esotérica.
Ahora sonríe con aire soñador mientras uno de sus dedos finos recorre el nombre que, con letras negras, está impreso (¡vaya: con curiosas minúsculas!) en la parte superior de la portada: josé lópez rega.
08/01/12 Miradas al Sur
El auténtico coronel Rico, un héroe ignorado Por Juan Salinas | Caras y Caretas
Al comenzar 1975, Martín Rico estaba jugado. Se había separado de su esposa, Carolina –que rápidamente había formado una nueva pareja con un compañero de promoción, el general José Antonio Vaquero– y había iniciado una nueva convivencia amorosa con Lilian, que estaba embarazada.
Tenía 50 años y hacía mucho ya desde que, a fines de 1968, había ascendido a coronel. A pesar de haber hecho el curso de oficial de Estado Mayor, sabía que su “situación familiar irregular” era suficiente para que los fariseos de la Junta de Calificaciones no le concedieran tampoco en esta última oportunidad las palmas de general. Su carrera militar se acercaba al fin. En diciembre pasaría a disponibilidad, la antesala del retiro.
Porteño, infante de estatura más bien baja, ancho y fornido, alegre y optimista, muy reservado, Rico revistaba en la Jefatura II (Inteligencia) del Estado Mayor conjunto (ECM), con oficinas en la sede del Ministerio de Defensa, que entonces estaba en Paseo Colón 255, frente al Edificio Libertador.
Su jefe era general ingeniero Ernesto Federico Della Croce, procedente del Tercer Cuerpo de Ejército con sede en Córdoba, donde en agosto último había tenido que dar la cara por la Masacre de Capilla del Rosario: el asesinato de 16 guerrilleros del ERP que tras haber intentado asaltar el regimiento 17 de Infantería Aerotransportada de Catamarca el 9 de agoto, se habían rendido. Quien en realidad había dado la orden de no tomar prisioneros era, precisamente, su segundo, el general Vaquero, el “pata de lana” de Rico. Esa matanza cambiaría el curso de las hostilidades, al decidir los desolados compañeros de los muertos (se decía que los habían matado tirándolos desde helicópteros) matar en represalia a 16 oficiales, serie que se cortó abruptamente por la mitad cuando, al matar en la ciudad de Tucumán al mayor Humberto Viola, los partisanos del ERP mataron también a su hijita, de 3 años. Tras lo cual, suspendieron abochornados las ejecuciones.
Della Croce sería secretario de Telecomunicaciones del gobierno constitucional de Isabel Perón
durante unos pocos días antes del golpe de marzo de 1976, y atravesaría toda la dictadura como oficial en actividad, emergiendo de ella como jefe del arma de Comunicaciones. Dalla Tea, le había pedido a Rico velada pero repetidamente que dejara la investigación a la que se había entregado en cuerpo y alma: la del terrorismo paraestatal de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) o Triple A.
Peronismo Autentico, Nº 2, abril 1976 (publicado en México), análisis de la situación política y el rol de López Rega y la Triple A. Clic para descargar la revista completa.
Rico no tenía onda con Della Croce, pero creía poder contar con la protección del comandante en jefe del Ejército, el teniente general Leandro Enrique Anaya, de quien era íntimo colaborador. El anciano presidente Juan Domingo Perón había nombrado a Anaya reemplazante de Jorge Carcagno en diciembre de 1973, luego de remover a éste por demasiado izquierdista.
Dos meses atrás, al celebrarse en Caracas la X Conferencia de Ejércitos Americanos, el coronel Juan Jaime Cesio, secretario general del Ejército, había redactado el discurso con el que Carcagno, en lo que sería un hito, había impugnado la Doctrina de la Seguridad Nacional impulsada por el Pentágono y denunciado como principales enemigos de los pueblos a las transnacionales y el endeudamiento externo. Dos meses después ambos habían pasado a retiro y Rico era el redactor del discurso nac & pop que Anaya pronunció al asumir la jefatura del Ejército.
Era una época de convulsiones y conversiones profundas. En los años ’50, Carcagno había sido gorila de paladar negro, y en los ’60, consecuentemente “colorado” y el encargado de reprimir el Cordobazo. Pero en los ’70 se había convertido en un sincero antiimperialista.
De manera parecida, Rico –que había ingresado en el Colegio Militar en 1943 tras la revolución juniana y egresado en 1946, con Perón en su magnífico primer año de gobierno– había tenido su iluminación, su camino de Damasco en el Operativo Dorrego, en el que militares y militantes/milicianos de la Juventud Peronista vinculada a Montoneros trabajaron hombro con hombro paliando y paleando los desastres causados por las inundaciones en los alrededores de 25 de mayo.
Por las noches, luego de cavar acequias y reparar escuelas y edificios públicos, jefes militares y jóvenes peronistas conversaban animadamente en fogones y entre guitarreadas. De esos encuentros participaron el general Albano Hardindeguy (futuro ministro del Interior de la dictadura), el montonero Norberto “El Cabezón” Habbeger (futuro desaparecido) el entonces líder juvenil y actual diputado nacional Juan Carlos Dante “El Canca” Gullo (que estuvo largos años preso mientras la dictadura secuestró y asesinó a su hermano mayor y a su madre) y el coronel Rico. Desde entonces, Rico vio varias veces a Gullo y otros jóvenes peronistas.
Tratado Argentina-Libia de 1974 entre Perón y Kadafi. Producto de la política exterior que llevo a cabo el gobierno de Perón, en enero de 1974 una delegación oficial argentina encabezada por López Rega visita Libia y se reúne con Kadafi. Como resultado de esta visita, se firman varios acuerdos de cooperación, relacionados con temas económicos, tecnológicos y culturales. En febrero de 1973, el gobierno imprime una pequeña publicación en papel fotográfico de excelente calidad en español y árabe, llamada Misión Argentina en Libia, con una breve reseña sobre el resultado de la visita a Libia y los tratados que se firmaron. Al poco tiempo, estos tratados fueron cuestionados e investigados por el Congreso, ya que se sospechaba que fue un gran negociado entre el gobierno libio y López Rega. La investigación quedó trunca cuando en 1976 se produce el golpe de Estado y se cierra el Congreso. Junto con los banderines con la imagen de Kadafi, Perón e Isabel, este libro es uno de los recuerdos de aquella visita a Libia. Puede descargarse en Ruinas Digitales: www.ruinasdigitales.com
Hay versiones encontradas acerca de cómo Rico comenzó a investigar a la Triple A. Las más insistentes aseguran que se trató de un encargo –formal o informal– de Anaya. La Triple A había comenzado a actuar a fines de 1973, cuando reivindicó un atentado contra el senador radical Hipólito Solari Yrigoyen y se lanzó seguidamente a una serie de atentados contra locales de la Juventud Peronista y partidos de izquierda. Perón murió el 1 de julio de 1974. El último día de ese mes, sicarios de la Triple A asesinaron en la avenida 9 de Julio y Arenales al diputado nacional Rodolfo Ortega Peña, dando inicio a una cacería y una larguísima serie de apariciones de cadáveres acribillados por varias armas de guerra en lugares agrestes o despoblados, casi siempre esposados o maniatados a la espalda, con los ojos vendados. Estilo que parecía una firma macabra.
Rico había pasado casi todo 1974 investigándola. Concebía esa labor como un último servicio a la Nación como militar en actividad, y tras descubrir vínculos entre las escuadras asesinas y la inteligencia del Ejército (que estaba dirigida por el general Otto Paladino) quería llegar a la verdad costare lo que costare y cayera quien cayere.
Aunque no se sabe que hubiera recibido amenazas directas, está claro que Rico se sentía en peligro. Y no sólo porque evitaba caminar por la calle si no era en sentido contrario al del tránsito, y adoptaba otras muchas otras precauciones, como ir en zigzag, doblando en cada manzana. También porque antes de salir de las oficinas del EMC rumbo a su hogar, en Quilmes, llamaba a Lilian y le avisaba que si en ’45 minutos no estaba ahí, llamara a la policía. Rico no tenía auto propio. Se movía en un Ford Falcon blanco patente C-625121 que le había provisto el EMC. “Llevaba siempre la pistola en el asiento, muy cerca de su mano derecha, y me decía que no se dejaría secuestrar: que dispararía a la vez que embestiría con el Falcon a quien lo intentara”, recuerda Lilian.
Rico no podía dejar de percibir signos ominosos, apenas veladas amenazas. Un cúmulo de “casualidades” adredes. La Triple A había seguido asesinado. En San Isidro, al abogado Alfredo Curutchet, defensor de presos políticos. Y el pasado 20 de septiembre, a Julio Troxler, un prócer de la resistencia peronista. Por cruel paradoja, sobreviviente de los fusilamientos del 9 de junio de 1956 en los basurales de José León Suárez. Troxler (que se interpretó a sí mismo en el film “Operación Masacre”, basado en el libro homónimo de Rodolfo Walsh y dirigido por Jorge “El Tigre” Cedrón) era un importante referente del Peronismo de Base, la izquierda clasista del movimiento. Gracias a que había sido policía en su juventud, el gobernador Oscar Bidegain lo había nombrado subjefe de la Policía Bonaerense. Bidegain y Troxler fueron forzados a renunciar a fines de enero de 1974, luego de que una compañía del ERP al mando de Enrique Gorriarán Merlo atacó el regimiento de caballería blindada de Azul.
No ha sido posible confirmar que Troxler y Rico se conocieran. Pero sí está claro que ambos investigaban a la Triple A, una tarea que para Troxler era tan natural como respirar. No sólo porque lo llevaba en la sangre, sino también porque sido miembro de la Logia Anael, fundada a comienzos de los años ’40 por el juez Julio César Urien con el objetivo general de promover la solidaridad entre los países del Tercer Mundo, y el más específico de estrechar lazos entre el Brasil de Getulio Vargas y la Argentina de Perón. El ignoto cabo retirado López Rega había terminado quedándose con una imprenta estatal, y con el nombre y los símbolos de la logia. De allí provenía la sigla AAA, que en su origen hacía referencia inocente a América Latina, Asia y África.
Troxler fue secuestrado al llegar a la Facultad de Derecho, donde daba clases, y llevado a un oscuro pasaje de Barracas, entre la avenida Suárez y las vías del Ferrocarril Roca, donde lo arrojaron al empedrado desde un Peugeot 504 negro y lo acribillaron. Sin dignarse bajar del coche, los asesinos lo remataron con cuatro disparos en la cabeza. Sugestivamente, el pasaje elegido para la ejecución se llamaba y llama “Coronel Rico”.
1973. El presidente Perón condecora con la Orden del Libertador General San Martín a Licio Gelli, jefe de la logia fascista Propaganda Dos y de fuertes relaciones con José López Rega y Emilio Massera.
Los asesinatos continuaron. Entre ellos los del teórico marxista Silvio Frondizi y el periodista Pedro Lepoldo Barraza. A fines de 1874, un amigo de Rico, el teniente retirado Oscar Igounet, dio una fiesta, y a la misma asistió un montonero que noviaba con una hija del general Miguel Angel Iñiguez, ex jefe de la Policía Federal. Iñiguez y el montonero intercambiaban informaciones. Esa noche, Rico y el montonero ataron muchos cabos.
Desde entonces –si no de antes– Rico mantuvo encuentros regulares con el coronel retirado Jorge Oscar Montiel, de 58 años, quien revistaba en la SIDE. Oficiaba de enlace con el Ministerio de Defensa y con el secretario Técnico de la Presidencia de Isabel Perón, Julio González quien a la hora de ir a los bifes, insólitamente, negaría el vínculo
Montiel había sido nada menos que el jefe de la Superintendencia de Seguridad Federal (SSF, ex Coordinación Federal) desde antes de la masacre de Ezeiza (20.06.73) hasta después del ataque al cuartel de Azul (20.01.74), es decir de la dependencia en la que en ese mismo agitado período se consolidaron los escuadrones de la muerte que actuaban con la sigla AAA, liderados por el entonces subjefe de la repartición, comisario Alberto “Rommel” Villar, quien también había participado en la masacre de Capilla del Rosario.
Durante los ocho meses en que Montiel estuvo al frente de la SSF, Perón ganó las elecciones y asumió su tercera presidencia, los Montoneros asesinaron a José Ignacio Rucci, López Rega consiguió primero que Perón lo ascendiera ¡15 grados! de cabo primero a comisario general –y de canillita a campeón–, luego que reincorporara como custodios suyos a dos policías federales expulsados por asesinatos y otros gravísimos delitos, el comisario Juan Ramón “El Chango” Morales y su cuasi yerno, el inspector Rodolfo Eduardo Almirón. Y, por último, que Perón firmara la reincorporación al servicio activo de los comisarios Alberto Villar y Luis Margaride, también exonerados y con sobrados antecedentes de represores de peronistas (Villar había llegado a derribar la puerta de la sede nacional del Partido Justicialista con una tanqueta).
En marzo de 1975, la Triple dio un salto cuantitativo al matar a casi medio centenar de personas. La orgía de sangre tuvo su apogeo el día 21, cuando un concejal y otros ocho militantes de la Jotapé en Lomas de Zamora, fueron secuestrados, apaleados, asesinados y sus cadáveres volados en lo que se conoce como “La masacre de Pasco”.
El miércoles 26 pasadas las 22, cuando Rico llegó al garaje aledaño a su casa de Quilmes –sobre la calle Moreno al 400– donde dejaba el Falcon blanco, resultó secuestrado. Su mujer escuchó frenadas y chirridos de autos que salieron “arando” y un testigo que luego se arrepintió de haber hablado le dijo que escuchó gritar “Carajo, ¡no voy a subir a ese auto!”.
El brujo López Rega, feliz padrino de boda de su protegido, el asesino Almirón.
Esa misma noche, desapareció el coronel Montiel.
Entre las dos y media y las tres de la madrugada del jueves, establecería el forense, Rico había sido asesinado con una escopeta Itaka y rematado con cinco balazos de 9 mm. en la cabeza. Lo habían fusilado contra un paredón de ladrillos muy cerca del cementerio de Avellaneda, en la esquina de Almafuerte y Montes de Oca. Junto al cementerio donde apenas había algunas barracas de acopio de lana y cueros. A pesar de que los disparos atravesaron la noche, en la comisaría 1ª dijeron no haberse enterado de nada hasta que recibieron un llamado anónimo cerca de las 6. Por entonces, esa situación todavía no se llamaba “zona liberada”, sino, en la jerga policial, “área libre”.
El Falcon blanco apareció en una playa de estacionamiento de la Plaza Constitución, sobre la calle Brasil. Muy cerca del departamento en el que vivía el desaparecido coronel Montiel y su esposa.
Aunque faltaban las llaves del auto, y las de la caja fuerte que Rico tenía en el EMC, el Falcon no tenía un rasguño. Por lo que Lilian cree que pudo haber habido quien oficiara de entregador en el garaje de Quilmes.
Rico fue velado en el EMC y enterrado en la Chacarita, luego de una ceremonia a la que asistió un seleccionado de futuros represores, como los generales Carlos Guillermo Suárez Mason, Eduardo Viola, Osvaldo Azpitarte, Luciano Benjamín Menéndez y Santiago Omar Riveros. En nombre de sus compañeros de la promoción 75 del Colegio Militar (entre los que destacaba un mayor retirado, José Hoyas, que era quien manejaba en la zona sur, entre Quilmes y La Plata, el “Grupo 500”, dependiente del Batallón 601 de Inteligencia, que solía emprender ejecuciones punitivas como Triple A
En la ceremonia hablaron el coronel Saverio Salvatti y el general Della Croce. Salvatti habló en representación de sus compañeros de la promoción 75 del Colegio Militar. Que también integró el cordobés José Hoyas, alías “El Viejo” o “Villegas” que se había retirado como mayor hacía ya más de una década y dirigía el “Grupo 500” del Batallón 601 de Inteligencia, que se autofinanciaba robando desde Quilmes a La Plata..
Un día de paseo en Santa Fe. López Rega e hija paseando por la avenida Sante Fe de Buenos Aires.
Salvatti dijo que Rico había sido “un amante de la verdad y para llegar a ella no aceptó fronteras”. Della Croce, en cambio dijo que Rico, "Un valiente", debía de haber experimentado una “tremenda frustración (…) ante la imposibilidad de un combate franco”, y llevó agua a su molino al prometer “aunar el esfuerzo nacional para terminar de una vez por todas con la violencia imperante en el país (…) del signo que sea”.
El general Vaquero fue rápido de reflejos: en pleno shock de la embarazada/viuda, cayó por su casa de Quilmes y se llevó todos sus papeles. Tras el golpe de marzo de 1976, Vaquero sería sucesivamente jefe del Estado Mayor General del Ejército, del Quinto Cuerpo de Ejército y del Tercer Cuerpo de Ejército.
Pero los papeles más importantes Rico los guardaba en su caja fuerte del EMC. En una ocasión en que se olvidó la llave en su casa, urgió a su familiares para que se la hicieran llegar cuanto antes, lo que parece indicar que no había otra copia en el EMC. Pero cuando Lilian se presentó en el EMC para retirar las pertenecías de Martín, se encontró con que la caja fuerte estaba abierta. Y vacía.
“Sabía que guardaba ahí los papeles de su investigación y también algunas otras cosas, como una lapicera enchapada en oro y una pequeña suma de dólares, que es lo que fui a buscar”, dijo. “Me pregunto con qué llave la abrieron. Cómo les llegó”, agregó.
El Ejército hizo trascender que Rico investigaba una venta de armas, pero su viuda estima que muy posiblemente lo que estaba investigando cuando lo mataron fuera una compra de armamento por parte del Ministerio de Bienestar Social.
Semanas después, el general Jorge Rafael Videla, refunfuñó ante Lilian: “Su marido había perdido el vocabulario militar y utilizaba el propio de un sociólogo. Arengaba y criticaba en todo momento. Lo cuestionaba todo. A las instituciones, y particularmente al Ejército".
Se ve que Lilian adoraba a Martín, y cuando nació su hijo le puso ese nombre sin importarle que producto de su casamiento anterior con Carolina, Martín padre ya tuviera otro hijo llamado Martín, al que apodaban Gigí.
La crónica del entierro de Rico del diario La Nación concluyó así:
“Pasado mañana en el comando general del Ejército se completarán los pliegos de ascenso post-mortem al grado de general de brigada del coronel Martín Rico. Oportunamente el Poder Ejecutivo solicitará al Senado el correspondiente acuerdo constitucional”.
Por alguna razón, ese trámite –automático en el caso de militares muertos en acto de servicio– jamás se completó. Hasta que a fines de 2006, el presidente Néstor Kirchner y la ministra Nilda Garré subsanaron esa añeja y clamorosa omisión. Y, de paso, también ascendieron post-mortem al desaparecido Montiel. Fue justicia.
Me refiero Albi, a que mientras algunos se dedicaban a poner bombitas,había un movimiento obrero que se organizaba en la resistencia y fué su lucha,la del movimiento popular, la que derrumbó el loperreguismo, los sindicatos,como sabemos,siempre han estado en manos de la burocracia transadora, así que fué elmovimiento de COORDINADORAS INTERFABRILES, liderado por los obreros de izquierda combativa,los que resistieron. Mas allá de lainterna peronista. La triple A,de hecho ,como su nombre lo indica era LA ALIANZA ANTICOMUNISTA ARGENTINA , y no sé si sabrás pero el trotskismo también es COMUNISTA.
El Partido Obrero mantuvo, de manera sistemática e ininterrumpida, una prensa política bajo la dictadura. Desde abril de 1976 hasta mayo de 1978 con el nombre de Adelante, y luego con el de siempre, Política Obrera. El periódico venía cubierto con hojas que lo hacían parecer un apunte universitario. Uno de los primeros decretos de la dictadura había “disuelto” al periódico y al partido.
En la primera quincena de abril de 1976, apenas quince días después del golpe, apareció el Nº 1. En su primer número, Política Obrera presentó una completa caracterización del golpe, en la que se destacaba el señalamiento de que la situación contrarrevolucionaria que se había creado era “inacabada”, con lo que hacía referencia a las fenomenales contradicciones que enfrentaba la dictadura y a la resistencia popular que no había exterminado. Por eso, Política Obrera podía presentar una reseña acabada de la lucha huelguística contra el golpe.
La prensa aparecía con una regularidad quincenal. La edición y distribución de una prensa clandestina era una tarea extremadamente compleja. El periódico iba “envuelto” en paquetes de cigarrillos, de galletitas, de fideos, de jabón en polvo. Incluso, algunos años, el periódico traía una “cubierta” que consistía en varias páginas de una publicación cultural. En esas condiciones, no sólo se lo distribuía en fábricas, barrios y universidades: Política Obrera entraba a las cárceles donde se encontraban detenidos nuestros compañeros.
En esa prensa clandestina, bullía la vida y la resistencia obrera: en el Nº 11 (noviembre de 1977) se presentan informes de Peugeot, portuarios, Alpargatas, Yelmo, Siam San Justo, Chrysler y un sinnúmero de talleres gráficos; la siguiente edición traía información de Fiat Palomar, Squibb, Ivasa, Fate, Codees, Cattáneo, Resero, Carpenter, Eximia, Siam electrodomésticos, Cibe e Ika Renault. En noviembre de 1977, la tapa de Política Obrera señala la primera victoria obrera contra la dictadura, con las huelgas de los estatales.
Bullía también la lucha democrática. En la denuncia de las desapariciones, asesinatos y la situación de los presos, Política Obrera fue una tribuna permanente. Número tras número reclamó la aparición con vida de nuestros compañeros Fernando Sánchez, Marcelo Grassi y Marcelo Arias y de todos los secuestrados por la dictadura. En octubre de 1977, Política Obrera da cuenta de la primera movilización por la aparición por vida de los desaparecidos, en la que participan 2.000 compañeros (respaldados por 20.000 firmas).
El Informe de Actividades al II Congreso de Política Obrera, celebrado en la clandestinidad en 1977, informaba que la venta de la prensa alcanzaba los 2.000 ejemplares quincenales, una verdadera hazaña política y militante.
En mayo de 1978, asentada plenamente en su trabajo clandestino, Política Obrera volvió a su antiguo nombre. Retornó con el número 284 (incorporando como propias las 25 ediciones de Adelante y Tribuna).
De una manera sistemática, Política Obrera señalaba su intervención en las luchas obreras y democráticas y presentaba balances políticos de la situación nacional e internacional. Temas de relevancia histórica como la revolución sandinista de 1979 o la rebelión polaca de 1980/1 fueron abordados extensamente en Política Obrera. En 1981, Política Obrera realizó movilizaciones públicas en Buenos Aires en defensa de la lucha de los obreros polacos.
La historia de la lucha contra la dictadura está en las páginas del periódico. En agosto de 1979, se publica una declaración de Política Obrera con relación a la llegada de la misión de la OEA, distribuida en fábricas, colegios y barrios, que reclama la aparición con vida de los detenidos-desparecidos. Con posterioridad, Política Obrera publicó como una “separata” especial el informe de la OEA sobre los detenidos-desaparecidos, algo que no hizo ninguna otra publicación en el país (Política Obrera publicó también el libro de Jacobo Timmerman “Preso sin nombre, celda sin número”, la primera denuncia publicada por un sobreviviente de los chupaderos de la dictadura).
Política Obrera era el periódico de una organización que luchaba y que crecía en la lucha. En abril de 1980, el periódico informaba acerca de la realización de una escuela de cuadros (¡en la clandestinidad!) con 300 asistentes. Un año más tarde, la escuela de cuadros recibía 400 compañeros, ¡un crecimiento del 30%! Política Obrera estaba reagrupando a una vanguardia obrera, juvenil y democrática que se movilizaba contra la dictadura y que llegaba a una periferia de enorme amplitud (el periódico informaba en 1981 sobre el éxito de la campaña financiera, que había logrado recaudar 90.000 dólares).
Cada número de Política Obrera tiene su importancia. En todos estaban presentes las luchas, las denuncias y la elaboración política. Pero, quizás, el periódico más importante es el que apareció el 10 de marzo de 1981. Titulaba “Bajo el signo de la catástrofe” y caracterizaba que, con la devaluación de la moneda y la fuga de capitales, comenzaba el derrumbe del régimen militar, y afirmaba que la crisis “pone a la orden del día el fin de la dictadura”.
Comenzaba una nueva etapa de luchas, cada vez más osadas de la clase obrera, de la juventud y del movimiento de los familiares, como las grandes manifestaciones de la CGT a San Cayetano o la primera Marcha de la Resistencia. El 2 de marzo de 1982, la tapa de Política Obrera planteaba “manifestaciones de masas y huelgas activas para acabar con la miseria y la dictadura”. Tres semanas después, el 30 de marzo de 1982, una gigantesca huelga general activa sacudió a la dictadura. La resistencia obrera, popular y democrática estaba acabando con el régimen militar.
Política Obrera luchó por la derrota de la flota imperialista en Malvinas y denunció la miserable capitulación de la dictadura frente al imperialismo.
Después de la derrota de Malvinas, el imperialismo y la burguesía organizan la retirada de la dictadura y el “retorno a la democracia”. En su edición del 6 de noviembre de 1982, Política Obrera plantea en su tapa que “es necesario un partido obrero”. Eran las conclusiones del III Congreso de Política Obrera, realizado también en la clandestinidad.
En ese Congreso, Política Obrera resolvió intervenir en las elecciones, para lo cual debía conquistar su legalidad. Pero no podía hacerlo con su nombre porque había sido ilegalizada por la dictadura. Así, la organización Política Obrera que publicaba el periódico Política Obrera se transformó en el Partido Obrero que publica Prensa Obrera.
Una misma organización, un mismo periódico; siempre PO. Esta es la tradición de lucha y de organización que reivindicamos.
1.- que gracias a los que se dedicaban a "poner bombitas" hoy tenemos a la mayoría de los genocidas presos.
2.- que de ambos lados se dedicaban a "poner bombitas"
3.- que de ambos lados había obreros movilizados, te diría, más del lado del sindicalismo peronista de la j.p, que del otro.
4.- que las "bombitas" hicieron que la historia avance
5.- que las " bombitas" traducido al castellano significan 30000 compañeros desaparecidos, torturados, ultrajados y vejados, que lucharon por vos y por mi, sin exquisiteces de discriminar entre proletarios y pequeños burgueses.
Tengo por fuerza que corregirte Albi: los obreros combativos,peronistas o no, NO RESPONDIAN A LOS SINDICATOS DE LA BUROCRACIA NI PONIAN BOMBITAS. Y CUANDO DIGO BOMBITAS, LO DIGO PORQUE ESTÁ HISTÓRICAMENTE COMPROBADO (NO ES LO MISMO PONER BOMBAS QUE BOMBITAS) QUE LOS QUE PUSIERON BOMBITAS ,SE ENCONTRARON CON MASSERA,PACTARON CON BUNGE Y BORN, DELATARON AL ERP Y DEJARON MILES DE LUCHADORES COMO CHIVOS EXPIATORIOS, SON ELLOS,LOS LUCHADORES SIN AUTOBOMBO, LOS QUE PERECIERON.
Y HAY UNA ENOOOORME DIFERENCIA ENTRE TOMAR SOL CON LA CONCIENCIA TRANQUILA (POR SALVAR EL PELLEJO LENIN TAMBIEN SE EXILIÓ) DE NO HABER TRANSADO NI NEGOCIADO NI ENTREGADO A NADIE Y DESDE EL EXILIO TRABAJAR PARA LA LUCHA Y NO PARA PACTAR CON BUNGE Y BORN O CON LA DICTADURA. LA HISTORIA ES INAPELABLE.
Y FUE LA MOVILIZACIÓN Y LUCHA DE LOS TRABAJADORES COMBATIVOS LO QUE VOLTEÓ AL LOPERREGUISMO, Y NO LO DIGO YO, CONSTA.
Error Mati, los que pactaron con esos mugrosos seres que nombrás ahi, no fueron los que pusieron bombitas, sino lo que los mandaron desde europa a poner bombitas....tan sucios y mugrosos como los que nombrás ahi....
La universidad del sur estaba llena de trabajadores combativos inflexibles y....peronistas , pero no olvides que no todos los peronistas son iguales, por eso yo no soy peronista
Desde el inicio de este Tema hasta nuestros días, mucha agua pasó bajo el puente.
Y todos los desgraciados que, desde la maldita Derecha, pasando por un sector del peronismo y terminando en la Izquierda trotskista, se abocaron entusiastamente a limar al kirchnerismo para debilitarlo y sacarlo de la cancha... lograron su cometido.
RESULTADO: Hoy nos gobierna la EXTREMA DERECHA. Peor, imposible.
Privatización, éxodo de su personal y una licitación para seducir a Starlink
El gobierno pone de remate a Arsat y le deja la mesa servida al "amigo" Elon Musk
Este lunes, el vocero presidencial anunció que se venderá el espectro que la empresa estatal tenía reservado para las telecomunicaciones. Semanas atrás adelantaron que habilitarían el ingreso de capital privado. Un porcentaje importante del personal calificado ya abandonó Arsat por los bajos sueldos y la falta de inversión.