Se creó una comisión y como por arte de magia afloraron las responsabilidades incumplidas o la solución de un viejo problema de la empresa, organismo o entidad. Parecieran como el punto de apoyo que Arquímedes pedía para mover el mundo. Pero si el físico y matemático griego demostró todos sus estudios, estas comisiones lo que tienen verificado es la falta de control de las organizaciones que las crean.
En una Dirección Provincial de Servicios Necrológicos se creó una comisión para esclarecer la profanación de una bóveda en un cementerio. Arribó a la conclusión de que existió ese delito y sancionó a todos los implicados que tenían dentro de su responsabilidad la custodia del campo santo.
Un trámite relacionado con el Derecho Perpetuo de Superficie en una Dirección Municipal de la Vivienda fue excesivamente demorado y originó una queja del cliente. Se creó una comisión y determinó lo siguiente: hubo deficiente recepción y tramitación; no se resolvió en el término establecido y ¿saben qué más? falta de control y supervisión del trabajo.
El actuar superficial e irresponsable de un dirigente a nivel provincial en una de las empresas de Acueducto y Alcantarillado demandó también de una comisión para el esclarecimiento de los hechos con la profundidad requerida. Al final el cuadro fue sustituido.
Si las tres instancias tuvieran definidas correctamente sus funciones; fijadas las responsabilidades; registradas las operaciones de recursos, transacción, hecho económico o administrativo; si en cada una de ellas la totalidad de los procesos contara con enfoque sistémico y participativo de todos los trabajadores, si identificaran los riesgos de sus actividades para prevenirlos, esas comisiones no harían falta, pues sería más difícil que entrara el germen de la ilegalidad o el delito.
Para la Dirección de Servicios Necrológicos no hubiera sido complejo encontrar las responsabilidades si estas estuvieran fijadas y definidas las funciones, con lo cual habría tenido la posibilidad de sancionar al verdadero incumplidor. Los resultados de la comisión de la Vivienda saldrían en una elemental acción de control y en un ejercicio simple de autocontrol el directivo de recursos hidráulicos podría preservarse o protegerse de malas prácticas.
El refranero popular también es sabio y aleccionador, la ocasión hace al ladrón, pero quien quita la ocasión quita el pecado. En otras palabras, en un ambiente de control las comisiones sobran, porque en la sala del orden y la organización, al delito, la indisciplina y la ilegalidad le cuestan convivir, no tienen fuente para existir.
Arquímedes llegó a diseñar máquinas capaces de sacar barcos enemigos del agua o prenderles fuego utilizando una serie de espejos, pero estas comisiones lo único que han sacado a flote es la ineficiencia de los procesos organizativos. Si no cómo entender, que un problema de años encuentre súbita respuesta en una semana de reuniones.
Cada vez que se crea una comisión de este tipo, para investigar lo que toca hacer cada día, es tiempo que se le quita a la actividad principal, cualquiera que esta sea. Si es un centro productivo, se afectaría la producción, si fuera en una escuela, el proceso docente-educativo estaría lastrado y si se trata de una entidad que atiende a la población, como la vivienda, el perjudicado sería la cubana o cubano que se dio de cara contra esa especie de monstruo burocrático.
Prevenir es la verdadera comisión, pero para eso es imprescindible controlar, comprobar, evaluar, corregir y luego contrastar los resultados.