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General: En nombre de los ¿derechos humanos?
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 29/03/2015 02:35

En nombre de los ¿derechos humanos?

Usado con fórmulas imperiales, el concepto derechos humanos ha sido vilipendiado

Refugiados por la guerra en Irak. Foto: AFP

Usado con fórmulas imperiales, el concepto derechos humanos ha sido vilipendiado, y yo diría hasta masacrado, por los gobiernos responsables de emprender guerras, realizar invasiones, bombardear ciudades y pueblos o, permitir que lo hagan sus más cercanos socios.

En este contexto, voy a referirme, como bo­tones de muestra, a solo cinco ejemplos de cómo algunos conciben los derechos humanos y qué han hecho y hacen en su nombre.

Yugoslavia. En 1999 los aviones del Pen­tágono y la OTAN bombardearon durante 78 días y noches a ese país balcánico con el pretexto de “proteger” los derechos humanos en la provincia autónoma de Kosovo.

¿Qué pasaba entonces en Kosovo? Pues que grupos terroristas proalbaneses apostaban a anexar a esa provincia serbia a Albania y emplearon, con apoyo externo, todo tipo de acciones contra la mayoría serbia, mientras Occidente hacía un montaje mediático que transmitía a cada minuto al mundo las caravanas de serbios que huían de las masacres pero presentadas como kosovares albaneses atacados por los serbios.

Hasta la voladura de una de estas caravanas de serbios cuando pasaba por un puente, recorrió el mundo como si fuera la imagen de albaneses masacrados.

El burdo show mediático antecedió a los bombardeos de Estados Unidos y la OTAN que, en nombre de los derechos humanos mató a más de 2 000 civiles serbios, incluyendo niños y ancianos; destruyó guarderías infantiles, embajadas, las instalaciones de la televisión serbia; ministerios, hospitales, viviendas, y hasta llenaron al río Danubio de uranio empobrecido usado en los cohetes y bombas lanzados en ese país.

Con el estandarte de los derechos humanos destruyeron esa nación, tomaron preso a su presidente electo democráticamente y lo llevaron al tribunal en La Haya, donde murió de forma sospechosa y desmembraron a una Yugoslavia próspera a la que todavía hoy quieren seguir mutilando.

Irak, 2003, y las armas de exterminio ma­­sivo. Washington y su mandatario de en­ton­ces, George W.  Bush, luego de los atentados terroristas a las Torres Gemelas en el 2001 en­contraron en Irak no solo el refugio de Al Qaeda, sino un reservorio de bombas de ex­terminio masivo. Por am­bas cosas y en nombre de los derechos humanos había que invadir y ocupar a ese país.

A los pocos días del inicio de aquella masacre, el mundo conoció que ni existió Al Qaeda en Irak, ni hubo nunca armas de exterminio masivo.

Pero Washington montó entonces el mensaje mediático de que el presidente Sadam Husein estaba violando los derechos humanos de su pueblo.

Los bombardeos de la OTAN y Estados Uni­dos causaron algo más de un millón de muertos y heridos; y lo peor: una vez concluida la operación militar, dejaron a un país destruido, con sus indicadores sociales por el suelo; exacerbaron las diferencias étnicas y… muy importante, se apoderaron de su petróleo.

Irak quedó entonces en manos del terror, pues entraron grupos de Al Qaeda y nació el llamado Estado Islámico, que hoy ocupa una gran parte de su territorio.

En Irak mueren cada día decenas de seres humanos, víctimas de acciones terroristas o de los coches bombas y ataques suicidas de una u otra facción que se disputa el poder en ese país.

Libia 2011. Entonces se llamaba Ja­mahiriya Libia Popular y Socialista; nombre que jamás ha mencionado la prensa occidental luego de los bombardeos y el asesinato de Muamar el Gadafi.

El  país árabe ocupaba un lugar cimero en desarrollo social de su población de algo más de seis millones de habitantes; era un productor de petróleo ligero envidiado por transnacionales occidentales; en su subsuelo existen las mayores reservas de agua dulce de la región y una de las más grandes del mundo; brindaba solidaridad a países africanos necesitados y contribuía grandemente a que la Organización para la Unidad Africana existiera como ente en defensa de los derechos so­beranos de los países miembros.

Pero Washington y Europa no podían permitir esos resultados y, aprovechando errores  y desavenencias entre grupos tribales que exigían una mayor cuota de poder, se lanzaron como buitres a despedazar a Libia. Todo en nombre de los derechos humanos.

Cazas norteamericanos y franceses encabezaron aquella gran cacería hasta matar al presidente Muamar el Gadafi, quien fue tirado, sangrando aún, sobre el piso de una camioneta para ser exhibido como un gran trofeo.

Lo posterior se conoce bien: el petróleo en manos de transnacionales occidentales. El país dividido en dos, ingobernable y totalmente caótico. Cientos de muertos en la guerra entre tribus y otras facciones; Al Qaeda y el Estados Islámico —que nunca existieron en Libia—, ahora campean por su paraje con­taminado de sangre, destrucción y caos.

Siria, cuatro años después. Hace algo más de cuatro años Estados Unidos decidió “rescatar” los derechos humanos en Siria y para ello, como en todos los casos, se utilizó el poder mediático para acusar al gobierno de Bashar al Asad de supuesto uso de armas químicas contra la población.

El apoyo financiero y en armamento a los terroristas pagados por Occidente y algunos países de la región era el preámbulo de un posible acuerdo en Naciones Unidas para que autorizara los bombardeos.

Pero Rusia, una vez más, no solo se opuso a los planes belicistas norteamericanos, sino que reiteró su colaboración en todos los órdenes, incluido en lo militar, al gobierno legítimo de Al Asad.

Los posibles ataques se pararon pero en el río revuelto creado por Occidente, se hicieron presentes mercenarios y terroristas, entre ellos más de 60 000 europeos según algunas fuentes; y hoy, la nación árabe es víctima de las acciones de grupos como el Estado Is­lámico, que han masacrado ciudades y pueblos y causado la muerte a unas 210 000 personas y desplazado a más de seis millones de sus ha­bitantes.

El patrimonio cultural sirio, reconocido por la Unesco, ha sido pasto del terror, así como mezquitas, templos, edificios de viviendas y otros muchos, todo para “proteger” los derechos humanos.

Palestina, todos los días. Para nadie es un secreto el plan de exterminio de Israel contra la población palestina, reiterado por estos días cuando el primer ministro Benjamín Netanyahu, reelecto en los comicios legislativos, aseguró que Pales­tina nunca tendría su propio Estado.

Bombardeos, masacres; ocupación de su territorio e instalación de asentamientos ju­díos; no permitir que más de un millón de pa­lestinos obligados a emigrar puedan regresar a sus tierras; construcción de un muro del apar­theid alrededor de Cisjordania son, entre otras mu­chas, las ac­ciones criminales sionistas en nombre de los derechos humanos y con el apoyo norteamericano.

¿Qué hace Washington, en nombre de los derechos humanos en Palestina? Nada me­nos que entrega cada año más de 3 000 millones de dólares en armas a Israel; apoya a Tel Aviv en todas las instancias internacionales; no permite condena alguna en Na­ciones Unidas; y lo utiliza como punta de lan­za en los planes del Pentágono para el Oriente Medio.



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