2015 | Investigacion
Lagomarsino y Nisman, un mar de dudas
UNA MUERTE VIOLENTA, Y UNA HISTORIA INCOMPROBABLE
A veces se deben escribir artículos que pueden resultar antipáticos para el lector. Especialmente cuando la opinión pública tiene motivos emocionales para dirigirse en determinado sentido, y el cronista analiza desapasionadamente, desde una óptica diferente.
Pero es un deber del cronista decir lo que realmente piensa, porque es la única forma en la que puede cumplir su tarea. Colaborar a la evaluación razonada, aportando su propio razonamiento, independientemente del sentido en el que vaya.
Pesquisas y supuestos iniciales
La investigación policial de cualquier muerte violenta debe partir de un supuesto, en función de las evidencias recogidas al arribar a la escena. En el caso de la muerte de Alberto Nisman, es sabido que la escena conduce, antes que nada, a un suicidio.
Se asume que las investigaciones realizadas hasta el presente, parten de esa presunción.
Pero la naturaleza política del caso, las características del propio Nisman, y el resultado del barrido microscópico que no encuentra restos de pólvora en sus manos, coadyuvan a instalar la hipótesis que la mayoría de los argentinos tenemos en mente: Que el fiscal Nisman ha sido asesinado.
Esto se sustenta aún más con los dichos de las que suelen llamarse "fuentes habitualmente bien informadas", publicitadas por el periodista Jorge Asís (que es, más que nada, un hombre creíble, y que no suele hablar por hablar no más), en el sentido de que la bala que mató a Nisman habría hecho una trayectoria vertical, de derecha a izquierda, y de atrás hacia adelante (ingresando por detrás de la oreja derecha, y con orificio de salida cerca de la boca), y el presunto comentario de la fiscal Mónica Fein a una autoridad del cuerpo médico forense "Oculto pruebas recogidas en la autopsia porque esto puede convertirse en un escándalo nacional".
Un panorama que pondría al asesino disparando "desde arriba" o, lo que es prácticamente lo mismo, a Alberto Nisman, de rodillas, junto a su verdugo.
Si bien la investigación aún no reporta conclusiones oficiales, es esperable que aún estén trabajando sobre la hipótesis de un suicidio.
Pero la hipótesis del asesinato está instalada, y es discutida vastamente en los medios de comunicación. No obstante, con el correr de los días, uno advierte que en esos medios no se está averiguando demasiado, y que no se formulan las preguntas lógicas, las de rigor, que cualquier investigación formularía, dadas las circunstancias.
Y resulta imprescindible, e inevitable, centrarse en la figura de Diego Lagomarsino. Porque según él mismo, fue quien le proporcionó a Nisman el arma que lo terminó matando, y porque, según lo que se conoce hasta el momento, fue la última persona en interactuar con el fiscal.
Veamos algunos de los interrogantes que a nosotros nos resultan casi de manual, pero que, inexplicablemente, la mayor parte de la prensa omite.
Hipótesis 1: ¿Lagomarsino planta el arma?
1) Diego Lagomarsino declara una y otra vez que Alberto Nisman le pidió insistentemente que le prestara su arma. ¿Tiene alguna manera, Lagomarsino, de demostrar que esta afirmación suya es verdadera?
Considerando que, siempre según sus declaraciones, Nisman le hizo referencia al arma en charla personal, y luego por teléfono le preguntó si había encontrado "eso", ¿cómo puede darse por cierta la afirmación de Lagomarsino?
No habló de mensajes de texto ni de voz, verificables. No hay manera de demostrar que Nisman le pidió el arma. Sólo se sabe que Lagomarsino llevó al arma a Le Parc, y la dejó en el departamento de Nisman. También se desprende de esto que un visitante aprobado, evidentemente, podía ingresar a Le Parc con un arma, sin declararlo, y sin que sea detectado, hay que decirlo.
2) ¿Dice la verdad, Lagomarsino, cuando implica que nadie sabía que le había prestado su arma a Alberto Nisman?
No hay manera de saberlo. Partiendo de la base de que aún ni siquiera se conoce del todo bien quién es Diego Lagomarsino (un "inorgánico", un "informático", un miembro del equipo de Nisman que en realidad no era formalmente empleado porque facturaba y cobraba más de 40.000 pesos mensuales, sin que nadie atine a puntualizar detenidamente qué funciones cumplía...) nadie puede afirmar que Lagomarsino haya guardado absoluto silencio ante el pedido de Nisman, ni que lo haya consultado o conversado con un tercero.
3) Está probado que el arma de Lagomarsino disparó el proyectil que acabó con la vida de Nisman.
Si asumimos que al fiscal lo asesina uno, o un grupo de sicarios profesionales; ¿no llevaron armas para cometer el crimen, o sabían perfectamente que la Bersa Thunder 22 de Lagomarsino se encontraba en el departamento, y con munición?
4) ¿Llevaron sus propias armas pero prefirieron usar la de Lagomarsino? ¿Se la encontraron de casualidad en la escena del crimen, o la Bersa Thunder 22, cargada, había sido plantada en el departamento para que ellos la utilicen?
¿La ingresó y la plantó alguien "aprobado", para que la utilizara alguien que entró y salió del complejo sin portar armas?
Hasta aquí, nos formulamos preguntas que podrían conducir a una hipótesis aún poco profundizada: Diego Lagomarsino como hipotético cómplice, o partícipe necesario del homicidio de Alberto Nisman.
Desde luego, la investigación formal debería ir exactamente por la opuesta. Esto es, demostrar que Lagomarsino plantó el arma. Algo que muy difícilmente pueda probarse, ya que el único que podría atestiguar si esto fue así, está fallecido.
Hipótesis 2: ¿Lagomarsino autor material?
Es en este punto donde se debe introducir otra cuestión que, hasta el momento, ha sido tomada como certeza: Lagomarsino no solamente fue la última persona que vio a Alberto Nisman vivo, sino que también parece haber sido la última persona con la que interactuó, en modo alguno, el fallecido fiscal.
Esto se desprende de las declaraciones de Lagomarsino, pero también de la falta de evidencia, al menos hasta el momento, de que Alberto Nisman, luego de que Lagomarsino salió de su departamento, en horas de la noche del sábado 17 de enero, haya tenido contacto personal, telefónico, o mediante sistema de comunicación alguno, con otra persona.
5) Las pericias indican que Nisman falleció entre 12 y 15 horas antes de haber sido hallado.
Eso pone el horario de la muerte entre la mañana y el mediodía del domingo 18 de enero.
Si bien la determinación del horario de muerte depende de varios factores diferentes, (temperatura corporal, aparición de hematomas, rigor mortis, etc), uno de los principales métodos, al constatar el óbito, consiste en tomar la temperatura del cuerpo, (mediante una sonda a introducirse en el hígado), y compararla con la temperatura ambiente, para saber cuántos grados descendió la temperatura corporal normal (alrededor de 36.5 C) hasta equilibrarse con la ambiental, y, por ende, cuánto tiempo hace que la persona está fallecida.
Claramente, esta constatación puede arrojar resultados erróneos, en función de la temperatura ambiente (un sistema de aire acondicionado encendido, un cuarto de baño con bañera de agua caliente emanando vapor, por ejemplo) y de las características físicas y orgánicas del fallecido. Lo que puede adelantar o retrasar en varias horas el horario de muerte estimado.
¿Pudo Nisman haber fallecido algunas horas antes de lo estimado, es decir durante la madrugada del domingo? Indudablemente, es una posibilidad.
6) El cuerpo de Alberto Nisman fue encontrado en un gran charco de sangre, que salía, incluso por debajo de la puerta del baño.
El proyectil calibre 22 tiene un diámetro de 5.58 mm. Es sensiblemente menor al diámetro de un cigarrillo standard. Los cadáveres no sangran, porque al producirse la muerte el corazón deja de bombear sangre. Si el cuerpo de Alberto Nisman estaba sobre un importante charco de sangre, ¿pudo haber agonizado durante varias horas, desangrándose? Definitivamente, sí.
Las últimas dos aclaraciones nos llevan a una pregunta obvia.
¿Alberto Nisman pudo haber sido baleado a altas horas de la noche del sábado 18, y agonizado hasta la mañana del domingo 19? Desde luego.
Y es entonces cuando estas posibilidades conducen a la otra hipótesis que, aunque no sea "socialmente" demasiado aceptable, no se puede dejar de considerar. Y es la de Diego Lagomarsino, como presunto autor material.
Lagomarsino aclara que, cuando se retira del departamento de Nisman, llama al ascensor y, al cabo de pocos segundos, éste arriba con 5 personas en su interior. Que esas 5 personas lo ven a él (Lagomarsino) depedirse de Nisman, que lo había acompañado hasta la puerta.
No solamente Lagomarsino recuerda con precisión que se trataba de 5 personas, (ni 4, ni 6) sino que también admite haber seguido con detalle el derrotero de estas personas, al abandonar el ascensor. 3 bajan con él, en planta baja, y se dirigen a un auto blanco estacionado en el sector de cortesía. Y los otros dos siguen hacia "planta baja" (sic), refiriéndose, seguramente, a las cocheras fijas.
Nos preguntamos quiénes eran esas 5 personas, si ya han sido individualizadas y citadas a declarar. Resulta imperativo que esto ocurra, porque son las únicas que pueden testimoniar que, cuando Lagomarsino salió del departamento de Nisman, el fiscal estaba vivo.
Conclusiones inconclusas
Hasta el momento, Diego Lagomarsino está imputado en la causa tan sólo por haberle proporcionado a Alberto Nisman el arma con que, finalmente, se produciría su violenta muerte. Y esto es lógico, porque, tal como lo dijimos al principio, la causa es, en esta instancia, muerte dudosa: se está investigando un presunto suicidio.
Pero es indudable que el testimonio brindado en conferencia de prensa por Lagomarsino deja abiertas muchas puertas para que ingrese la duda.
- "Nisman me dijo - tengo más miedo de tener razón, que de no tenerla".
Afirmación de Lagomarsino, inverificable, y formulada sin ulteriores aclaraciones. Resulta muy difícil sospechar que el fiscal Nisman, presentando una causa de la envergadura de la que presentó, tuviera alguna duda sobre la verosimilitud de su acusación.
Uno cree que Nisman estaba 100% seguro de tener razón. Y que no dejaba margen para la duda. De otro modo, carecería de sentido siquiera la presentación de la denuncia.
- "Me llamó dos veces. Me hizo ir a la casa y me pidió un arma".
Si, tal como afirma Lagomarsino, Nisman quería el arma sólo ante la eventualidad de que apareciera "un loquito con un palo a decirle traidor hijo de puta", para qué hacerlo ir desde Zona Norte a Puerto Madero, y hacerlo luego regresar con el pedido? No hubiera sido muchísimo más coherente que Nisman le solicitara el arma en su primer llamado telefónico?
- "Nisman me dijo: Ya no confío ni siquiera en la custodia"
Cómo se puede corroborar esta afirmación? Considerando que ninguno de sus colaboradores declaró haber percibido temor, nerviosismo, ni inquietud, por parte del fiscal, cómo hace uno para creerle a Lagomarsino que el fiscal le afirmó algo tan severo como que ya no creía ni siquiera en su custodia?
El mismo fiscal que apenas 3 días antes, el miércoles 14 de enero, en horas de la noche, había expresado en el programa "A dos voces" que agradecía y rechazaba el ofrecimiento de Gils Carbó de reforzarle la custodia, 2 días y medio más tarde le decía a Lagomarsino que ya no confiaba en esa custodia?
- "Volví a mi casa, todavía estaba mi mujer con su hermana y mis hijos, y la realidad es que si yo hubiese sabido donde estaba el arma, ehhh, no estaba a la mano como para decir meto la mano y la agarro ahí, la escondo y me voy de mi casa"
"En un momento ellas se van. A las siete, siete y dos minutos, me llama Nisman , "¿Lo encontraste, encontraste eso?".....y le pregunta a su abogado "¿Detallo el lugar donde estaba el arma, o es irrelevante?"
Bueno, no era irrelevante. Máxime porque hacía segundos que Lagomarsino había declarado no saber dónde estaba el arma.
Diego Lagomarsino repite una y otra vez que el pedido de Nisman lo había dejado en un estado de shock. Se declara shockeado desde el momento en que Alberto Nisman le pide el arma. Pero no obstante el estado de shock, explica detenidamente donde estacionó, que entró entre el cuerpo del edificio, y la reja, por dónde venía caminando el custodio que subió con él en el ascensor, haber retirado un carrito de supermercado que estaba en el ascensor, la charla que tuvo con el custodio acerca del 4G, que Nisman salió y le entregó al custodio un sobre marrón, que le pidió un café a Nisman y el fiscal le dió la cápsula para que se lo preparara él, que para irse (Lagomarsino) se dirigía a la cocina pero que Nisman le dijo "salí por la puerta principal", que venían 5 personas en el ascensor, que eran muy cordiales, cómo estaban vestidas algunas de ellas, y hasta qué rumbo tomó cada una de esas 5 personas al descender del mismo.
Detalles muy minuciosos como para ser tan fielmente recordados por alguien que permanecía en estado de shock. Observaciones muy puntillosas que hablan de una persona que estaba sumamente alerta a todo lo acontecido, antes que en estado de shock. O, en su defecto, que estudió un libreto preredactado.
Una verdad es que yo estoy convencido de que Alberto Nisman lo asesinaron. Otra verdad es que no tengo idea de quien lo asesinó. Y otra verdad, aún más clara, es que si esta causa llegara a tornar de investigacion de un posible suicidio, a investigación de un posible homicidio, entonces Diego Lagomarsino tiene todos los boletos apostados para ser el principal sospechoso del mismo.
A mí también me parece un muchacho inocente. A mí también me cae hasta simpático. A mí también me gustaría que, con el correr de los días, aparezcan nuevas pruebas que contribuyan a demostrar que este muchacho es inocente, y que simplemente su vida se vio extrañamente enmarañada con un asunto siniestro.
Y yo también creo que, en el final, nunca sabremos quien mató a Alberto Nisman.
Pero tal como están las cosas hoy, al 7 de febrero del año 15, debo decir que Lagomarsino es una pieza clave en todo este entramado, y que casi todas las cosas que afirma carecen de testigos que lo corroboren. Y trato de encontrar un motivo serio como para creerle.
No me gustaría nada que Lagomarsino sea cómplice o autor material. Pero menos me gustaría que la resolución de un aparente magnicidio termine siendo, apenas, un acto de fe por portación de cara.
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