Por Alejandro Mosquera
Mientras el gobierno de Macri discute a puertas cerradas como salir de un primer mes en el poder que imaginaban como una luna de miel, pero que la realidad mostró con crudeza que el derribo de conquistas institucionales o de derechos no es sin costo político y sin resistencia.
También en el campo opositor se discute sobre táctica y estrategias.
Una parte de él también había preconcebido que iba a haber una luna de miel de Macri con la población sostenida a la vez por su alianza con las corporaciones y en particular con los medios hegemónicos. No vieron que la magnitud de la asimilación de derechos y conquistas en nuestro pueblo iba a cuestionar tan rápidamente sus políticas públicas. Quizás se ilusionaron que las reformas que seguramente iba a impulsar la derecha tendrían un carácter más gradualista, los sorprendió el salvajismo del gobierno en muchas de sus medidas.
El razonamiento fue similar a otros recambios de gobierno, quien vaya en contra el ejecutivo –aún cuanto fuera justo su planteo- durante el enamoramiento de los primeros meses, lo que logra es aislarse del pueblo. El apotegma no se cumplió.
Por mas estrategias comunicacionales copiadas de JFK mostrando un Presidente familiero o de las reuniones cortas de 15 minutos o “fotos largas” en Davos con los dueños del mundo, el centro de debate nacional esta puesto en el daño que la devaluación, la quita de las retenciones, los despidos masivos, la inflación, la represiones diversas, los varios papelones durante la fuga de los tres sicarios hacen sobre el cuerpo social y productivo. No hay agenda positiva del gobierno, no logra instalar una agenda distinta de la crítica. A casi dos meses de asumir este solo hecho es realmente preocupante para el oficialismo, algunos dicen que es la razón de Mauricio un poco deprimido.
En segmentos del kirchnerismo se tomó la supresión ley de medios y el nombramiento de jueces de la Corte como eje de una política de resistencia y movilización. Pero lejos está de ser la madre de las batallas desde la oposición. Sin lugar a dudas cumplieron y cumplen un papel de desgaste de un gobierno que tarda en instalarse y solo muestra reacciones autoritarias o publicitarias.
La digna actitud de quienes se movilización contra las censuras y arbitrariedades institucionales deben ser puestas en el marco de una estrategia opositora mas amplia. Y aquí el riesgo latente es que algunos estimulen la crítica altanera y con cierto tufillo vanguardista, hacia otros segmentos del peronismo y el kirchnerismo que se toman otros tiempos, o que miden las batallas de otras maneras. Por supuesto que puede haber infantilismo, pero lo central es ver que la estrategia del Macrismo es tratar de dividir al FPV, fogonear un peronismo sin Cristina, y sostener a Massa como variante distinta. Así conseguiría en lo inmediato lograr espacios de negociación en el Congreso con un mosaico de caciques y estratégicamente lograr que el FPV se divida.
Quien parece sostener esta mirada es Daniel Scioli, que para sorpresa de muchos denuncia públicamente la maniobra divisionista y afirma que el FPV necesita de todas las fuerzas que lo componen.
Sin embargo también desde el peronismo hay quienes en afán de posicionarse hacia el futuro, levantan prejuicios contra el componente no pejotista del FPV, contra cierta raíz en la izquierda. Estos dogmatismos de otra época van a ser promocionadas por los grandes medios que colaboran con el afán macrista de dividir al movimiento popular.
Algo similar sucede en el campo sindical. Algunos gremios o dirigentes sindicales han tenido durante enero una actitud mas cercana con la resistencia a los despidos. Otros por el contrario parecen distantes o ensimismados en los pasos hacia las paritarias sin poner su atención en los problemas del conjunto del movimiento obrero. Estas diferentes actitudes promueven la impaciencia de una parte del activismo y de las primeras victimas del gobierno macrista. Es lógico.
Sin embargo la firmeza en los principios no debe estar reñida con la inteligencia. Una respuesta contundente a las políticas de achicamiento del estado y del salario de los trabajadores, y por lo tanto de enfriamiento de la economía y del mercado interno, necesita construirse, y es determinante el papel de los grandes sindicatos y de las CGTs y CTAs, lo mas unida que se pueda.
Los paros y conflictos por gremios son necesarios y dignos, enfrentan los efectos de las políticas tanto en el sector público como en el privado, pero enfrentar un programa económico como el que describimos necesita de la fuerza mancomunada. Una mirada estratégica tendría entonces que entrever los caminos para construir esa unidad en la acción, por ello los dirigentes sindicales mas claros y mas activos impulsan este camino y evitan las tentaciones de acusar por colaboracionistas a otros sindicalistas que marcan otros tiempos y con los cuales es posible y necesario confluir.
Siempre en la política y en lo sindical hubo colaboracionistas y combativos. Pero en esta columna no estamos hablando de esas divisiones sino de una estrategia opositora real y contundente contra el plan de la derecha.
El poder, las corporaciones, la derecha política y social, va empujar todas las divisiones posibles, sindicatos contra movimientos sociales, movimientos sociales contra políticos moderados, grupos de base contra estructuras del movimiento obrero, estrategias de calle contra estrategias parlamentarias, oposición en bloque a oposición por temas y así se podría seguir casi hasta el infinito. Esa es la táctica del poder, la oposición debe construir sin desesperación la contraria, sin prejuicios autovanguardistas ni macartismo de la guerra fría.
Con la misma mirada critica se debe analizar las campañas por las redes donde se agrede o cuestiona fuertemente al votante de cambiemos. El primer elemento que quiero remarcar aquí es que ese tipo de critica parece ignorar la multiplicidad de razones del voto. Algunos votan por identificación ideológica, política o cultural, otros votan contra algo o alguien, otros se identifican emocionalmente con tal o cual candidato. A la vez parecería decir que no reconoce ninguna autocritica, es decir elementos razonables que hayan permitido votar en contra de Scioli o Cristina.
A la vez el tratamiento despectivo o directamente la agresión lo que construye son muros, no mejoran la correlación de fuerzas del movimiento popular, no convence a nadie, sino da razones para lo que uno cree que es ceguera o votar contra sus propios intereses.
Es creíble como muchos sostienen que el Macrismo tiene un núcleo duro de identificación ideológica política de más del 20%, y que el kirchnerismo supera el 30%. Si fuera así el arte de la política es tender un puente entre las necesidades y reclamos del otro 50% y la propuesta opositora. Digo arte porque no es una receta donde la oposición es el activismo y el 50% son personas pasivas. Tampoco receta donde para conseguir el respaldo se utiliza el sentido común reaccionario y conservador, ya se hizo y mucho, fue un fracaso y significo la derechización de las fuerzas que querían ser alternativa.
El debate con aquellos que votaron contra sus propios intereses eligiendo a la derecha, auto-convenciéndose que no era tal, que era un partido del siglo XXI, moderno sin las pesadas cargas de otras fuerzas política, es una discusión de ideas, de propuestas, de conductas. Poco importa que haya arrepentidos que se reconozcan como tal, o dentro de unos meses que “nadie” los haya votado.
El conflicto entre intereses, entre grupos de poder o entre partidos y facciones siempre ha existido en la historia argentina y el mundo. Pero la idea de “grieta” fue una construcción del poder, su intención es la división en dos de la sociedad. Es decir unir en un polo a toda la multiplicidad de voces que tenían alguna contradicción con el proceso abierto en el 2003, y lo no dicho pero ejercitado es que la dirección de ese polo estaba en la derecha. Es una estrategia continental contra los gobiernos progresistas de la región. Dividir la sociedades en dos, para lograr la correlación de fuerza que de otra manera no lograban, incluso mintiendo abiertamente como hizo Macri en su reivindicación de ciertas políticas kirchneristas, o Capriles en Venezuela asumiendo algunas políticas sociales del chavismo para convencer a los pobres que no era contra ellos su predica política. También se puede ver en Brasil, las intentonas en Ecuador y Bolivia, del mismo carácter.
Argentina es un país plural, tanto desde el punto de vista cultural, social, como política e ideológico, el reducir la política a dos campos enfrentados, no solo no es cierto, sino que achica la propia política, y sobretodo transforma en ineficaz a las propuestas nacional populares y democráticas que necesitan de la unidad para construir poder y gobernabilidad cuando acceden a él.
El mes de enero ha significado una puerta de entrada a los dos años que nos separan de las elecciones parlamentarias del 2017. Esa puerta anuncia mucha conflictividad social y política. Si el gobierno pierde las elecciones de medio término, en especial en la provincia de Buenos Aires, pueden tener el significado de un debilitamiento muy fuerte de la propuesta de la Alianza Cambiemos. Algunos señalaran que el oficialismo ya es minoría en el Congreso así que no cambiaria grandes cosas. Sin embargo perdería fuerza y legitimidad social, la correlación de fuerzas tendería hacia las fuerzas populares y transformadoras.
El núcleo político del gobierno sabe esto. Por eso va a volcar recursos hacia la provincia. Eso hace más incomprensible el aumento de porcentaje de coparticipación a la Capital. En unos días se conocerá mejor la política del gobierno nacional hacia la provincia, las paritarias docentes y de estatales será una muestra importante. ¿Privilegiaran una provincia con poco conflicto y entonces negociaran un porcentaje aceptable de aumento de los docentes? O piensan que un índice de aumentos de más del 30% incentivaría a todos los gremios a acercarse a la inflación estimada para el año que rondaría el 38%. ¿Hasta donde esta política económica y de desfinanciamiento del Estado permite poner recurso en la provincia de Buenos Aires?
La derecha necesitaría una sociedad desmovilizada, con poca participación en la política. Que todo se dirima en un escenario de “argentina debate”, con una democracia aburrida. Intentan meter miedo deteniendo a Milagro Sala o a otros dirigentes combativos, descalifican y difaman a los referentes comunicacionales del populismo, trabajan para deskirchnerizar.
El inconveniente para esta “utopía” negra, es que Argentina debate mucho, en muchos casos plebeyamente, sin modales. Que el 2001 y los 12 años desde el 2003 crearon una democracia con muchas voces, que no se puede reducir a dos. Que el problema no es entre el 51% y el 49%, sino entre el 1% que esta llevando adelante una política salvaje de reapropiamiento de la riqueza y el poder, y el 70% que sufre de una u otra manera esa política.