El papa Francisco sorprendió doblemente ayer domingo anunciando la creación de cinco nuevos cardenales electores e incluyendo entre ellos al obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez (74 años), principal impulsor de la causa de santidad (canonización) del obispo mártir salvadoreño beato Oscar Romero de quien fuera un estrecho colaborador. El Papa hizo el anuncio personalmente hablando desde la ventana de su oficina romana y subrayando la importancia de la internacionalidad del colegio cardenalicio. “La proveniencia de diversas partes del mundo manifiesta la catolicidad de la Iglesia difundida sobre toda la tierra”, dijo Francisco.
Los nuevos cardenales serán formalmente creados el próximo 28 de junio. Cuatro de los cinco vienen de países que por primera vez contarán con cardenales de la Iglesia Católica Romana. Dos proceden de Europa (Anders Arborelius, obispo de Estocolmo, Suecia) y Juan José Omella (arzobispo de Barcelona, España). Los restantes son de Laos (Asia), Louis-Marie Ling Mangkhanekhoun, vicario apostólico de Paksé, El Salvador (América central), Gregorio Rosa Chávez, auxiliar de San Salvador, y Mali (África,) Jean Zerbo, arzobispo de Bamako. Entre los designados no hay ningún funcionario de la curia romana.
Ahora el grupo de los cardenales electores (menores de 80 años) de un eventual sucesor de Francisco alcanza a 121. De ese total 49 fueron nombrados directamente por el papa Bergoglio. La nueva geografía de quienes están en condiciones de elegir será: Europa 53 (24 italianos); Asia y Oceanía 19; América del Norte 13 (10 de USA y 3 de Canadá); América Latina 21 y Africa 15. Los europeos han perdido la mayoría (eran 60, entre ellos 28 italianos, cuando Francisco asumió en marzo de 2013) y por primera vez tienen presencia cardenales de países que nunca antes habían participado de esta instancia.
Gregorio Rosa Chávez, el nuevo cardenal salvadoreño, tiene una historia muy particular. Periodista de profesión (es licenciado en comunicación social por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica), fue un cercano colaborador del obispo mártir salvadoreño Oscar Romero a quien el Papa convirtió en beato (un paso anterior a la santidad) el año anterior. Rosa Chávez ha sido el principal promotor de la causa de canonización de Romero y, también por ese motivo, sufrió exclusiones y marginaciones en el interior de la propia iglesia. Actualmente preside Cáritas, la organización asistencial de la Iglesia, en América latina y el Caribe, y con anterioridad ocupó varios cargos relacionados con la comunicación social en el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).
Entre 1995 y 2008, por decisión de Juan Pablo II, el arzobispado de San Salvador fue ocupado por Fernando Sáenz Lacalle, obispo del Opus Dei, quien tomó medidas para limitar el accionar de Rosa Chávez e hizo todo lo que estuvo a su alcance para bloquear el proceso de canonización de Romero. A pesar de ello Rosa Chávez continuó con su prédica, tanto en el El Salvador como en América Latina. Fue Bergoglio, a poco de asumir y a instancias de Rosa Chávez, quien habilitó el camino del obispo mártir a la santidad.
A pedido de Gaspar, hermano del beato Romero, la justicia salvadoreña reabrió recientemente el caso del obispo que había sido asesinado el 24 de marzo de 1980. En julio de 2016 la Corte Suprema salvadoreña había declarado nulo un decreto de amnistía del presidente derechista Alfredo Cristiani que en 1993 dejó sin efecto las condenas por delitos de lesa humanidad. A partir de esa decisión recobró la libertad, entre otras personas, el capitán del ejército Álvaro Rafael Saravia, único detenido y procesado por el crimen de Romero. El militar formaba parte del escuadrón de la muerte comandado por el mayor de la Guarda Nacional (GN), Roberto D’Aubuisson. Mientras celebraba la misa el obispo recibió una bala que le destruyó el corazón y le provocó la muerte instantáneamente. Un día antes desde el púlpito de la catedral Romero había llamado a las soldados a desobedecer las órdenes de reprimir a los campesinos que protestaban.
En agosto próximo se celebrará el centenario del nacimiento de Romero y el actual presidente Salvador Sánchez Cerén le solicitó recientemente al papa Francisco que haga coincidir esa fecha con la canonización del obispo mártir. En marzo pasado, tras entrevistarse con el papa Francisco, el ahora nuevo cardenal Gregorio Rosa Chávez, recordó que Bergoglio afirmó querer “una iglesia pobre para los pobres y la iglesia para Romero fue precisamente una Iglesia pobre y para los pobres, y le costó la vida”. Dijo también el obispo salvadoreño que “el Papa nos dio pistas concretas para que no abandonemos ese sueño, porque nos hemos ‘enfriado’ en ese ideal, nos hemos ido acomodando, y hay que recuperar esa utopía de monseñor Romero. Y eso supone tener alma de mártir, lo que no es algo de todos los días”.
Sobre la santificación de Romero el obispo Rosa Chávez afirmó que con el Papa “tocamos ampliamente el tema y él estaba muy a gusto con este futuro santo”. Agregó que Romero “es como el ícono que el Papa tiene de lo que es un pastor y una Iglesia como él la sueña”. Y si bien “aún no hay fecha de canonización podemos decir que todo va bien y que el Papa está ilusionado en hacerla él mismo”.