Parte 87
Conociendo todo lo anterior, todos los que nos decimos cristianos, deberemos de ser muy cuidadosos para no permitir ser conducidos a ningún extremo a los que nuestras personalidades nos atraen, sino a estar muy atentos para conocer el orden y propósito de Dios en nosotros según la Palabra de Jesús en el Nuevo Testamento.
Sabemos que Dios nos dio un cuerpo con un propósito, un alma con un propósito, y un espíritu con un propósito, un propósito según su voluntad, que el hombre a cambiado para hacer su propia voluntad según sus propósitos mundanos.
Después de ver y analizar lo anterior, retomemos la parábola de la levadura que Jesús nos transmitió, y discernámosla con la guía del Espíritu Santo Intérprete.
"¿A que cosa puedo comparar el Reino de Dios?: es semejante a la levadura que toma una mujer
La levadura puede ser la fe que dios puso en cada ser humano, puesto que la fe es un Don de Dios, para que nadie se gloríe, y la mujer: el Espíritu Santo que la toma.
"y la mezcla con tres medidas de harina,
¿fe en el yo espíritu la primera medida? ¿fe en el yo alma la segunda medida? ¿y fe en el yo cuerpo la tercera medida?
"hasta que todo fermenta"
Hasta que todo crezca y se desarrolle en el hombre en la misma proporción de fe de acuerdo al estudio, reflexión y meditación de la Palabra de Jesús, para que el hombre sea llevado a integrarse completamente y sin reservas al orden y propósito de Dios según su santísima voluntad.
Si este discernimiento espiritual nos parece correcto, entonces estaremos de acuerdo también en que las posiciones actuales de las personalidades de nuestro ser descritas anteriormente, no pueden ser correctas de acuerdo a la Palabra de Dios, por lo que si nos identificamos con alguna o algunas de ellas, cerremos la puerta en el alma a la mente de nuestra potencia intelectual, y sujetémosla a la Mente Espiritual de Dios para descubrir el orden correcto en que El desea disponer a las tres personalidades de nuestro Ser, es decir:
1o., Espíritu, Aliento de Vida.
2o., Alma, Soplo y Mente de Dios
3o., Cuerpo. Materia en Obediencia en Dios.
Todas ellas sin excepción, en la misma proporción de la fe que Dios nos dio para que alcancemos la gracia, a través de Cristo Nuestro Señor, de ser llamados hijos obedientes de Dios y así logremos activar y sintonizar la frecuencia Divina que nos permitirá introducirnos de lleno a la Esfera del Poder de Dios, es decir, al recinto espiritual de su Santísima Trinidad para que así cumplamos de una vez y para siempre con el orden y el propósito de Dios.