LA CHUCUTA ENSEÑANZA DOCTRINAL ARRIANA, JEHOVINA, DOS IEVES DE TITO MARTINEZ Y TRINIDAD:
Se antecede a este tema, con la siguiente definición:
Doctrina errática: Se puede definir como un sistema o método mediante se enseña una creencia o ideología errónea y pragmática. Llegando el hombre a adulterar, mal interpretar y a contradecir las Sagradas Escrituras, para imponer o hacer prevalecer lo que profesa.
Doctrina esa, que se puede equiparar a la enseñanza chucuta de los arrianos, de los Jehovinos, de los dos IEVES de tito Martínez y de los trinitércos, por las sencillas razones:
1) Los arrianos niegan la Divinidad de Cristo, rebajándolo a la condición del primer ser creado.
2) Los testigos de Jehová, en su afán de extremar un nombre profano, como lo es “JeHoVá”, ilustran a través de la obra “Lo que enseña realmente la Biblia”, página 218, que Jesucristo y el arcángel Miguel es el mismo, disminuyendo así la cualidad de Cristo a la categoría de arcángel, con un nombre menos importante al del Padre.
3) En los dos IEVES de Tito Martínez, se enseña algo parecido, dice que el ángel de IEVE es Jesucristo, y es el Dios menor que le habló a Moisés en la Zarza ardiente, ubicándolo en la posición del segundo IEVE, mediante Dios hizo todas las cosas.
4) Y los trinitércos, o trino-uno, que aunque sostienen la existencia de un sólo Dios, sin embargo creen que en la unidad de la divina esencia hay tres personas co-eternas e iguales en todo, de la misma sustancia, pero distintas en la subsistencia. Esto es lo mismo que cree y enseña la católica, que cuando después del concilio ecuménico de Constantinopla, adulteraron a Mt. 28:19 y a 1 de Jn. 5:7, para justificar a las tres divinas personas: “Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
De allí los elementos primordiales como un compendio de esta exposición, sobre la chucuta y errática enseñanza doctrinal de los arrianos, de los Jehovinos, de los dos IEVES de tito Martínez y de los trinitércos, que está profundamente desatinada de la verdad, porque Jesucristo no fue el primer ser creado, no es el arcángel Miguel y en el capítulo 1 de Génesis de la Antigua Alianza o Antiguo Testamento, es evidente que en el principio no fueron varios espíritus con Divinidad que se paseaban sobre la faz de las aguas, sino un solo Espíritu Divino, que cuando en la tierra no había la vida de organismos vivos, fue quien creó mediante su poderosa palabra todo lo naturalmente existente. La tierra estaba inhabitada, desordenada y cubierta por las aguas, pese a que no contaba con lumbrera alguna; y es probable que en el interior del planeta, había un grande núcleo con fuego que impedía el congelamiento de las aguas, manteniéndolas caliente y en forma líquida; y así cuando el Espíritu de Dios sobre ellas se paseó, pronunció su Poderosa Palabra (el Verbo), mediante las separó para descubrir lo seco, y prosiguió hasta finalizar de crear la naturaleza planetaria.
Discordantemente a ello, todos los de la precitada enseñanza chucuta y errónea, utilizan a Génesis 1:26, para justificar al primer ser creado; y que a los de la creencia de los dos IEVES y a los trinitercos, le es ideal para categorizar al Señor Jesucristo como otro Dios, mediante el Padre creó todo lo existente. No toman en cuenta que no fue mediante otro ser, sino a través de su poderosa palabra (el Verbo), que El creó todas las cosas (Mt. 1:1). En Génesis 1.26, no dice que Dios le haya dicho a otro Dios o a otros Dioses, hagamos al hombre a nuestra imagen y conforme a nuestra semejanza, sino lo más lógico fue a sus servidores los ángeles, que les habló de hacer al hombre, sencillamente en apariencia y en cualidades, como la razón, la personalidad y el intelecto, y las capacidades de relacionar, escuchar, ver y hablar. Muchos son los textos bíblicos, que aportan evidencias claras, de que los cielos o el firmamento y todo lo que en ellos hay, fueron creados primero que la tierra, y en los cuales Dios creó a los ángeles, que están atentos a cumplir sus Mandatos o Preceptos (Gn. 1:1; Slm. 103.19-22; 148: 1-12; Mt. 6:10; y Ap. 10:6).
Otros argumentos esgrimidos por los arrianos, los Jehovinos, los dos IEVES y los trinitércos, son: “El anciano de Días y el cordero que toma el librito de la mano derecha del que está sentado en el trono, y el que está sentado en el poder de la diestra de la majestad”. Veamos cómo la misma Palabra de Dios, que pareciera ella misma contravenirse, nos aclara la verdad:
a) El anciano de Días y el Cordero que toma el librito de la mano derecha del que está sentado en el trono: Lo primero es una visión que a Daniel le es dada, para el entendimiento de lo que ha de ocurrir en el futuro, con estrecha relación de lo visto por Juan en la isla de Patmos. Daniel vio a un anciano de Días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia, que se sentó en un trono. Millares de millares le servían y millones de millones asistían delante de él. Miraba también Daniel en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, y le hicieron acercarse delante del Anciano de Días, y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvan; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido (Dn.7:9-14).
Es curioso observar, que a cuyo uno como Hijo de hombre, Daniel lo vio venir en las nubes del cielo o de las alturas, para un lugar menos alto; y en este lugar similar al mostrado en Apocalipsis, le hacen acercarse delante de un anciano de Días, parecido a uno que en un trono se le apareció a Juan, vestido de blanco y con el pelo como lana, teniendo en su diestra siete lámparas como las que ardían delante del Trono de Dios; y que en similares circunstancias, pero con variante en los detalles, es el cordero como inmolado, con siete ojos y tomando el librito de la mano derecha del que está sentado en el mismo Trono (Dn. 7:13; Ap. 1:14-16; y 4:5). Otra observación interesante a conjugar en ello, es lo que en Salmos 2:6 y en Hebreos 1:5 se evidencia que la existencia del Hijo ocurre cuando es engendrado, y en efecto fue el mismo día que su Padre el Espíritu Santo lo engendró en el vientre de María; y que proporcionalmente es descrito como la misma o propia imagen de su sustancia, que sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, y como un niño arrebatado para Dios y su Trono; y que de ese Hijo precisamente, se ha dicho: “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tú Reino” (Ap. 12:5; Heb. 1:3, 8). Así que tal Anciano de días es Dios mismo, asumiendo una forma perceptible; y quien por el hecho de ser el Todopoderoso, a la vez posibilita una teofanía como hombre, pero que Juan lo ve como cordero, para que recubierto del velo de carne, no sólo desate los siete sellos, sino que aún reciba al unísono la alabanza, la honra, la gloria y el poder, y proceda a sentarse como el Juez, a fin de que delante de Él, los libros sean abiertos (Ap. 5.12-13; y Dn. 7:10,22).
Esa teofanía no es la única que asumió el Padre para ser visto por Daniel y Juan, sino conforme a lo dicho en varios textos de la Biblia, como:
GÉNESIS
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DEUTERONOMIO
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12:7; y 18:1 Abraham
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31:15 Moisés, Josué
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26:2, 24 Isaac
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SAMUEL
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35:1, 9; y 48:3 Jacob
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1 S. 3:21 Samuel
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ÉXODO
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REYES
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3:16; y 4:5 Moisés
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1ª R. 3:5; 9:2; y 11:9 Salomón
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6:3 Abraham, Isaac y Jacob
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CRÓNICAS
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LEVÍTICO
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2ª 3:1 David
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9:4; y 16:2 Aarón
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2ª 7:12 Salomón
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b) El que está sentado en el poder de la diestra de la Majestad. En hebreos 1:3, Aún de aclararse, que el Hijo es la imagen misma de su sustancia, y es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, también se afirma que por medio de sí mismo efectuó la purificación de nuestros pecados y se sentó en el poder de la diestra de la magnificencia en las alturas. Pues siendo aquel que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo, porque siendo el mismo Dios manifestado en carne, se justificó en su Espíritu, fue visto de los ángeles y recibido arriba en gloria (Ef. 4:10; Jn. 3:3; 1ª Timt. 3:16).
Así que todos los argumentos que esgrimen los arrianos, los Jehovinos, los dos IEVES y los trinitércos, carecen de discernimiento espiritual, porque están preceptuados conforme al raciocinio de la mente diminuta del hombre, y no según el Espíritu de Cristo. En contra de tales argumentos, a continuación bien se puede decir, lo que en cuanto a un varón perfecto a la medida de la plenitud de Cristo, y acerca de filosofías y huecas sutilezas, el Apóstol Pablo por escrito, dijo:
“…para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo, en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” (Ef. 4:13-16).
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad.” (Col. 2:8-10).