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General: BIBLIA ES EGIPTOLOGIA PURA (TODO VIENE DE EGIPTO)
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1.2 Moisés: el gran libertador
El faraón dio a José un nombre egipcio (Safnat-Paneaj) y una esposa egipcia: Asenat, hija de Potifera, sacerdote de la ciudad santa de On (Heliópolis). José adquirió así un rango sagrado. Al linaje de su esposa Asenat –cuyo nombre significa «ella pertenece a la diosa Neith»–, se sumó la etimología del suyo propio (según unos autores Safnat significa «alimento» y Paneaj «de la vida»; según otros, «hombre de conocimiento») y la indumentaria ritual de lino que vestían sacerdotes y magos en el país del Nilo.
Cuando Jacob reunió a sus hijos para bendecirlos antes de morir (Génesis 49), distinguió especialmente a los hijos judeoegipcios de José: Manasés y Efraim. Por un lado, dijo a José que estos dos nietos serían considerados como sus propios hijos carnales, convirtiéndolos en padres de dos de las doce tribus de Israel. Por otro, a pesar de que el primogénito era Manasés, bendijo como tal a Efraim y profetizó que éste sería el mayor y el fundador de muchas naciones.
Según Gary Greenberg, presidente de la Sociedad Bíblica Arqueológica de Nueva York y autor del libro 101 mitos de la Biblia (Ed. Océano Ámbar), la rama israelita nacida de Raquel –José y Benjamín– provenía de Egipto. Por eso, Raquel llamó a su hijo menor Benoni, que significa «hijo de On» (Heliópolis), luego cambiado a Benjamín. También menciona un sello del reino de Israel, datado hacia el 730 a.C., que muestra a un funcionario hebreo vestido con ropas egipcias y de pie sobre el icono egipcio de un globo alado. Por otra parte, observa que muchos miembros de la tribu de Levi, procedente de Moisés, tenían nombres egipcios.
Moisés: el gran libertador
Moisés fue adoptado por una hija del faraón y educado como príncipe. Según sostiene Jan Assmann su obra Moisés el egipcio (Ed. Oberon), los autores antiguos egipcios y griegos –Manetón, Hecateo de Abdera, Lisímaco, Queremón, Estrabón y Apión, entre otros– afirman que era un sacerdote egipcio de On. En cualquier caso, lo fuese por su sangre o sólo por el lugar de su nacimiento, adopción y cultura, como sostienen Josefo y los autores judíos, conocía en profundidad la cultura del Nilo. Así lo asegura Filón de Alejandría entre los judíos y, entre los cristianos, Clemente de Alejandría y Lucas (Hechos 7: 22).
Moisés destaca como el gran Libertador de Israel: sacó al pueblo hebreo del cautiverio y le dio las Tablas de la Ley, que Yavé le entregó en el monte Sinaí. También le reveló Dios la explicación oral de la Torá o Ley –con el mandato de que ésta no debía ponerse por escrito– y Moisés la transmitió a un grupo escogido de discípulos. El más destacado de éstos fue Josué, de la tribu judeoegipcia de Efraim, el hijo de Asenat.
Treinta años antes de iniciarse el Éxodo de Israel bajo el liderazgo de Moisés, un grupo de guerreros de la tribu de Efraim salió de Egipto y alcanzó la Tierra Prometida, aunque fueron masacrados por los filisteos. Pero si no es casual que esta avanzadilla judeoegipcia se adelantara al Éxodo, tampoco puede serlo que Josué fuese elegido por Moisés «el egipcio» como su sucesor al frente del «pueblo elegido». A este descendiente de Efraim encomendó Yavé la conquista de la Tierra Prometida y, como había hecho con Moisés al separar las aguas del Mar Rojo, también dividió las del río Jordán para que Josué entrara en Canaán. Sobre esta estirpe, originaria del país del Nilo, recayó una y otra vez tanto la misión de aportar un Libertador a Israel como la de preservar el legado esotérico y la Ley oral. Josué comunicó dicha tradición no escrita a los sabios del periodo de los Jueces (los zequenim) y éstos a los profetas.
En esta transmisión oral resulta clave Samuel, el último de los jueces y el primero de los profetas, que pertenecía a la tribu de Efraim. Pero antes de Samuel hallamos a otra figura mesiánica de enorme relevancia en Israel: la profetisa Débora (1125 a.C), que actuó como juez –caudillo militar en la guerra y gobernadora en la paz– entre Betel y Ramá. Cuando Israel estaba sometido a los cananeos del rey Jabín, Débora reunió una fuerza de 10.000 hombres en el monte Tabor, desde donde atacó y venció a los cananeos. Como Josué y Samuel, también Débora pertenecía a la tribu de Efraim.
Samuel fue el juez –estos jueces eran llamados también «libertadores»– que condujo a los hebreos a la victoria sobre los filisteos en la batalla de Mispá (1020 a.C). Pero el pueblo le pidió un rey. Samuel se opuso, porque en el concepto original de Israel el único rey era Dios. Entonces, Yavé le dijo: «no te rechazan a tí, sino a mí, porque no quieren que Yo sea su rey». Sin embargo, le instó a concederles lo que pedían, aunque dejando constancia de su contrariedad. Samuel les advirtió que un rey les oprimiría y Dios ya no escucharía sus súplicas, porque le habían rechazado.
Este episodio tiene enorme importancia porque, según la tradición rabínica, el mesías «purificaría la escoria de Israel» y restablecería el sistema de los jueces, «como en el principio» (Talmud, Tratado Sanhedrín). Esto significa que «el reino mesiánico» no sería una monarquía en el sentido histórico del término. En rigor, lo que anuncian los profetas es la utopía de una sociedad sin estado y sin sacerdotes, ya que Dios hablaría directamente a todos en el corazón, incluyendo a los niños, y no serían necesarios autoridades ni intermediarios (Jeremías 31: 35).
Sin embargo, Yavé acabó por patrocinar la monarquía judía. Samuel ungió a Saúl, de la tribu de Benjamín –«el hijo de On»–, después que éste atravesó la región montañosa de Efraim (I Samuel 15). No obstante, más tarde saldría de su retiro en Ramá para anunciar a Saúl que había perdido el favor de Yavé y ungir en su lugar a David, nacido en Belén-Efrata (I Samuel 16), nombre asociado a Efraim. Desde entonces el propio Yavé reiteraría una y otra vez la promesa de que el linaje de David (de la tribu de Judá) permanecería en el trono para siempre o, al menos, hasta que llegara el mesías.
El faraón, instrumento divino
Pero la consolidación de la monarquía judía no mermó el papel del antiguo Egipto como legitimador de Israel. El sucesor de David en el trono, el rey Salomón, desposó a una princesa real egipcia y, según I Reyes, esta fue su esposa principal y su preferida. Salomón hizo construir un templo consagrado al culto egipcio en el monte de los olivos para agradar a esta princesa.
En I Reyes el faraón aparece siempre como un instrumento de la voluntad de Yavé. Cuando éste castiga a Salomón por su idolatría, el profeta Ajías anuncia a Jeroboam –de la tribu de Efraim– que Dios le concederá reinar sobre diez de las doce tribus de Israel. Entonces Salomón decide matar a Jeroboam, pero éste huye a Egipto, donde el faraón le protege. Más tarde le apoya para que regrese a la Tierra Prometida, bajo el reinado de Roboam, hijo y sucesor de Salomón. Con respaldo egipcio, hacia el año 926 a.C. Jeroboam declarará la independencia del norte y fundará el reino de Israel, también conocido en la Biblia con los nombres de Samaria, Efraim y Casa de José.
Con estos antecedentes, no debe extrañarnos que en este reino del norte o de Efraim, hallemos el culto al toro bajo la forma del becerro de oro. Las fuentes rabínicas, Filón, Lactancio y San Jerónimo lo identifican con el culto egipcio a Apis, símbolo del dios-hombre muerto y resucitado del país del Nilo: Osiris. En el reino de José o de Efraim, Apis contó con santuarios en Betel y Dan, que simbolizaban de «Trono de Dios», igual que el Arca de la Alianza venerada en Jerusalén por Judá.
También el Arca de la Alianza tenía origen egipcio, como los cuatro querubines que la adornaban, entre los cuales destacaba la imagen leonina de la esfinge (un hombre con cabeza de león) y el toro Apis, que asimismo aparecía como emblema en el estandarte de la tribu de Efraim. Además, en I Reyes, libro en el cual se mencionan por su nombre todos los dioses de las esposas paganas de Salomón cuyos cultos eran abominables para Yavé, no se menciona el egipcio. Por tanto, es evidente que la religión del país del Nilo tuvo un estatus especial tanto en Israel (reino del norte) como en Judá (reino del sur).
El mesías «hijo de Efraim»
Cuando los asirios destruyeron el reino del norte o Casa de José, en el año 722 a.C., nació el mito de las diez tribus perdidas de la Casa de Israel (II Reyes). El reino de Samaria o de Efraim jamás se repuso de este golpe: sus gentes fueron desterradas y dejaron de pertenecer al «pueblo elegido». Según el Talmud, a todos los efectos los efrateos deben ser considerados goyim (gentiles) y tienen el estatus de «no judíos» hasta hoy. Sin embargo, también eran y son imprescindibles en relación a la expectativa judía del mesías, ya que la misión de éste consiste en volver a reunir a «los dispersados de Israel» (el reino de Efraim), traerlos de nuevo a la Tierra Prometida y fundirlos en un sólo pueblo con la tribu de Judá, el reino judío del sur con capital en Jerusalén (según Oseas, Isaías y Jeremías).
El antiguo reino de Efraim había ocupado el mismo territorio que, cuando nació Jesús de Nazaret, correspondía a su Galilea natal y a la vecina Samaria. Los samaritanos habían protagonizado un cisma del judaísmo y rechazaban el Templo de Jerusalén. También tenían otro monte sagrado (el Gazirim) y esperaban a su propio mesías (Taheb). Estos israelitas cismáticos y odiados por los judíos del sur –hacia quienes Jesús siempre tuvo una actitud amistosa, que le valió la acusación de ser un samaritano– afirmaban que el fundador de su nación había sido el efrateo Josué.
También Galilea tenía mala imagen entre los judíos de Jerusalén. El término significaba «círculo de los gentiles» (Galil HaGoyim), por su carácter de población mestiza, fruto de la recolonización con extranjeros que hicieron los asirios después de llevar al cautiverio a las diez tribus del norte. Sin embargo, Isaías había profetizado la grandeza de esta región, cuna de héroes judíos y bastión de los sucesivos levantamientos contra Roma en el siglo I d.C.
En el Génesis, Jacob profetiza un rey del mundo salido de Judá. Pero también se afirma que la corona no se apartará de esa tribu «hasta que llegue Siló», uno de los nombres del mesías y de la ciudad del reino de Efraim donde estuvo el Arca antes de su traslado a Jerusalén. Este pasaje plantea serias dudas sobre si el linaje del mesías debía ser forzosamente davídico o no. La frase «hasta que llegue Siló» es muy ambigua. ¿Acaso el último monarca davídico debía ser el predecesor de Siló o bien era necesario que también Siló fuese davídico? ¿No debería Siló, en buena lógica, ser un efrateo –un galileo en la época de Jesús–, ya que este nombre designa a la ciudad del antiguo reino de Efraim donde estuvo originariamente el Arca de la Alianza con las Tablas de la Ley? No había unanimidad en Israel sobre esta cuestión. En tiempos de Jesús, la mayoría pensaba que el mesías debía provenir del linaje de David (Judá). Pero también existían otras expectativas. Algunos esperaban a un mesías «Hijo de José» o «de Efraim», sobre la base de numerosas profecías, entre ellas Jeremías 31, en la cual Dios afirma: «Yo soy un padre para Israel y Efraim es mi primogénito»; o el Salmo 60: «Efraim es la cabeza y la fortaleza de Yavé». Por otra parte, algunos entendían la expresión «Hijo de David» como un título real. En el Talmud se equipara el término «mesías» al título romano de «César» y el de «rey David» al de «vice-César». También la profecía de Oseas sobre la unificación de Efraim con Judá por el mesías emplea la expresión «entonces buscarán a David su rey» en sentido simbólico y no literal, ya que David llevaba muerto varios siglos cuando vivió este profeta. Además, Oseas se refiere al reino de Efraim directamente al identificar al mesías con Jezreel («el día de Jezreel será grande»).
Este Jezreel nació de la unión de Oseas con su esposa Gómer y fue llamado «hijo de la fornicación», pero engendrado por mandato de Dios y nacido en el reino del norte. Su nombre significa «Dios siembra» o «Dios esparce su semilla» y también designa la llanura al pie del monte Tabor donde Débora (efratea) derrotó a los cananeos. El extenso valle de Jezreel se extendía al pie de Nazaret, donde nació Jesús, y asimismo evocaba el derramamiento de sangre inocente, ya que allí Naboth de Jezreel había sido acusado falsamente de blasfemia y lapidado. ¿Estamos ante una prefiguración del asesinato de Jesús, acusado falsamente de blasfemia? En Juan 8 unos judíos hostiles insinúan que Jesús era «hijo de la fornicación», expresión que recuerda a Jezreel («semilla de Dios»), hijo de la adúltera Gómer, pero engendrado por mandato divino. Y en esta misma profecía de Oseas hallamos varios signos asociados a Jesús en el Evangelio: la resurrección al tercer día, la Huida a Egipto, la matanza de niños y el anuncio de la llegada del reino mesiánico. ¿Fue el Jesús de la historia un mesías «hijo de José» o «de Efraim»? ¿Acaso el nombre de su supuesto padre putativo en Mateo y Lucas (José) alude a la Casa de José o reino de Efraim, y no a una persona? ¿Por qué José no aparece como padre de Jesús en las fuentes cristianas más antiguas –epístolas de Pablo, evangelio de Marcos, Epístola a los hebreos– y sólo se menciona en éstas a María? El Evangelio de los hebreos, hoy perdido pero estimado en los siglos I y II como el auténtico Mateo escrito en caracteres hebreos, no contenía la genealogía davídica que recogen el de Mateo y el de Lucas que han llegado hasta nosotros, según sostiene San Irineo y sugiere San Epifanio. San Jerónimo lo tradujo al latín y afirma que los judeocristianos que seguían dicho texto estimaban a Jesús como el fruto de una unión natural entre María y un hombre. A comienzos del siglo II, San Papías aseguró que este evangelio perdido fue la base de todos los otros («después cada uno lo interpretó como pudo») y, significativamente, desconfiaba de los textos y estimaba más fiable la tradición oral sobre Jesús transmitida por sus discípulos directos y por los seguidores de éstos, según reconoce San Eusebio en su Historia eclesiástica.
Ninguno de los mesías del siglo I d.C. mencionados por Flavio Josefo fue davídico. Este linaje real se había interrumpido trágicamente en el siglo VI a.C., cuando el reino del sur o de Judá fue llevado al cautiverio en Babilonia, donde murió el rey Jeconías, sobre quien Yavé había lanzado una maldición, según la cual él y su descendencia quedaban excluidos para siempre del trono de Israel.
En el siglo I d.C. nadie podía probar que tenía una ascendencia davídica. Por eso, en La Regla aneja de los esenios de Qumrán se afirmaba que Yavé distinguiría al mesías con un signo para identificarlo como el Ungido esperado y muchos creían que dicho signo se manifestaría con un nacimiento sobrenatural. Este rey-mesías no debía ser un monarca como los otros, sino el intermediario de Dios, o incluso el propio Dios. En la profecía de Zacarías 14, vemos que es Yavé quien libra la batalla final para derrotar a los enemigos de Israel con diversos prodigios.
Según Zacarías, Yavé pondría sus pies en el monte de los olivos –el mismo en el cual Salomón había edificado un templo consagrado al culto egipcio– y lo dividiría en dos, creando un valle entre ambos para que huyeran los fieles mientras él exterminaba a los invasores (acto que evoca la división de las aguas del mar Rojo y las del Jordán). Esta escena anuncia la fundación del reino mesiánico y explica la enorme importancia político-religiosa del monte de los olivos, asociado a Egipto y al linaje judeoegipcio.
El propio Jesús de Nazaret evoca la advertencia antimonárquica del efrateo Samuel cuando dice a sus discípulos que los reyes y potentados oprimen a sus súbditos, añadiendo: «no ha de ser así entre vosotros». Tampoco es casual que descienda a Jerusalén desde el monte de los olivos para ser aclamado rey-mesías por el pueblo, ni que después de su crucifixión, en el año 57 d.C., un mesías judeoegipcio –de quien no se conoce el nombre– concentrara en el monte de los olivos una fuerza para atacar Jerusalén, en otra revuelta anti-romana. En esa ocasión, San Pablo se hallaba en el Templo de Jerusalén y estuvo a punto de ser asesinado cuando le confundieron con ese mesías.
Esta simbiosis entre Egipto e Israel estaba especialmente viva en tiempos de Jesús, como vemos en los Anales del historiador romano Cornelio Tácito que, tras confirmarnos que Jesús fue crucificado por orden de Pilatos bajo el reinado de Tiberio, califica a su movimiento de «peligrosa superstición judeoegipcia», añadiendo que después de haber sido derrotado, había renacido y vuelto a extenderse «no sólo ya en Judea, origen del mal, sino también en la propia Roma». A esta luz podemos entender mejor el episodio evangélico de la Huida a Egipto, el exilio de la Sagrada Familia en el país del Nilo y ese retorno en cumplimiento de la profecía en la cual Dios afirma: «De Egipto llamé a mi hijo» (Oseas 11).
Jesús acampa en este famoso monte antes de entrar en Jerusalén y allí, en el paraje conocido como huerto de Getsemaní, padecerá la pasión y será detenido. Según la tradición cristiana, tras su muerte también ascendió al Cielo desde el monte de los olivos. No se trata de simples coincidencias. Según proclaman los profetas bíblicos, el Juicio Final se celebrará en el valle de Josafat, situado al pie de este monte, y allí comenzará el reinado «del Eterno sobre toda la Tierra», según Zacarías 14.
Los pasos de Jesús suponen un cumplimiento preciso de las profecías mesiánicas. Antes de su descenso desde el monte de los olivos vemos que acampa en el monte Tabor, donde tiene lugar su reunión con Moisés (el gran Libertador egipcio) y con Elías (el precursor del mesías), en el episodio de la Transfiguración, probablemente el episodio más importante después de la resurrección, iniciáticamente hablando.
El Tabor está situado en el antiguo norte (reino de Efraim). Como vimos antes, Débora concentró allí al ejército israelita en vísperas de la batalla en la llanura de Jezreel, nombre que evoca la profecía mesiánica de Oseas. Es significativo que los árabes lo llamen Jebel et tur («monte de los montes») y denominen así indistintamente al Sinaí (donde Moisés recibió la Ley), al Tabor (asociado con Débora y Jesús), al de los olivos (vinculado con Jesús y el mesías judeoegipcio del año 57) y al Gazirim, el monte sagrado donde los samaritanos esperaban a su mesías y hacia el cual peregrinaron en el año 35 d.C, siendo masacrados por orden de Pilatos.
En el Evangelio según Juan vemos que, antes de entrar en Jerusalén, Jesús permanece oculto un tiempo en la localidad de Efraim. Finalmente, será crucificado a pocos metros de la Puerta de Efraim. El signo judeoegipcio aparece también en el hecho de que Jesús reitera con su muerte el drama que la religión del Nilo atribuía a Osiris. En 14 trozos fue mutilado Osiris y 14 son las estaciones del Vía Crucis de Jesús. Los tres principales números de Osiris son 14 (por su mutilación), 28 (por los años que duró su reinado) y 42, suma de los libros escritos por Thot, en los cuales, supuestamente, se recogían todos los secretos revelados por los dioses a los antiguos egipcios. Sobre estos libros legendarios, en el texto hermético conocido como La Virgen del mundo Isis afirma que fueron escondidos de tal modo que no pudieran ser hallados por nadie y que en ellos «el Señor de todo lo que existe» dejó constancia de la fórmula de la inmortalidad. Significativamente, encontramos los mismos números en la genealogía de Jesús que recoge Mateo, estructurada en 3 tramos de 14 generaciones, que suman sucesivamente 28 y 42.
El texto de Mateo llama la atención sobre estos números, asociándolos a la historia de Israel desde Abraham, nombre-código bíblico que significa «padre de los creyentes» y que no designa a una comunidad de la sangre, sino de la fe, como afirma San Pablo en sus epístolas, al calificar como «descendientes de Abraham» a quienes creen en Cristo. Esto podría indicar que las supuestas genealogías de Jesús en Mateo y en Lucas fueron añadidas para transmitir un mensaje secreto a través de su simbolismo, pero no para documentar un linaje literal «según la carne».
La mayoría de los especialistas piensa que Jesús nació en Nazaret (Galilea), o acaso en Belén de Nazaret, una aldea muy próxima a esa localidad. El nacimiento en «Belén de Judea» que aparece en Mateo y que San Jerónimo tradujo mal como «Belén de Judá» en la Vulgata para adaptar dicho texto a los pasajes bíblicos de Miqueas y de Jueces, podría evocar a través de Belén-Efrata, donde nació David según Miqueas, la misión de unificar a Efraim (Efrata es su femenino) con Judá (Belén), mediante un simbolismo que así confería a Jesús tanto la condición de mesías davídico como la de mesías de Efraim. Originariamente, el texto hebreo de Miqueas sólo mencionaba a Efrata y Belén se considera un añadido posterior, introducido para identificar inequívocamente al clan Efrata con el rey David.
Al designar este lugar como «Belén de Judea», no «de Judá», el Mateo original pudo expresar simbólicamente que Jesús –nacido en Galilea y ungido como «mesías hijo de Efraim» o «de José»– también era el esperado mesías davídico. Pero no por su linaje carnal (Judá), sino por designación divina directa, una idea que recoge la Epístola a los hebreos al sostener que Jesús «no fue constituido mesías por su linaje ni por herencia, sino por el poder de una vida indestructible».
Según Marcos, Jesús nació en Galilea (antiguo reino de Efraim) y fue un apasionado defensor de los samaritanos, que también habían sido parte del mismo reino, ya que en Samaria estuvo su capital. El Evangelio le asocia al monte Tabor (Débora era efratea); muy íntimamente con el profeta Samuel (otro efrateo), tanto a él como a su madre María, en Lucas; a la localidad de Efraim y a la Puerta de Efraim, en Juan; aparte del monte de los olivos, vinculado a Egipto, a la Casa de Efraim y al advenimiento del reino mesiánico en la tradición bíblica. Como colofón, Jesús encarna en su vida el mismo simbolismo que Osiris, cuyo culto fue la primera religión moral de la salvación.
Jesús se inició en el movimiento de Juan el Bautista, que esperaba un redentor del mundo. Según Martin Dibelius –uno de los más reputados especialistas en Jesús– Juan era un mandeo. Estos mandeos se consideraban la religión verdadera, originada en tiempos de Adán y arraigada en Ur. Abraham –patriarca al que remonta Mateo la genealogía de Jesús– fue el encargado de transmitirla al Próximo Oriente. Los mandeos sabeanos rendían culto a la Estrella-guía y a la Estrella-dios (¿la Estrella de la Anunciación, identificada con Sirio y asociada a la diosa egipcia Isis, la hermana y esposa de Osiris?). Asimismo peregrinaban a la meseta de Giza –situada junto a la ciudad santa de Heliópolis, origen del linaje sacerdotal judeoegipcio de Efraim, por su madre Asenat, y también de Moisés– y creían que las tres pirámides de Giza eran tumbas de sus profetas. Uno de éstos –Set, hijo de Adán– es identificado con Cristo en el texto apócrifo conocido como Evangelio de los egipcios, descubierto en Nag Hammadi en 1947.
Todos estos indicios iluminan la afirmación de Tácito, quien asocia a Jesús con una «peligrosa superstición judeoegipcia». También nos permiten entender en todo su calado una afirmación de San Agustín: «la religión verdadera existió desde siempre... hasta que Cristo vino en un cuerpo y empezó a llamarse cristiana, pero ya existía».
El esoterismo del antiguo Egipto la legó a Israel y éste, a través de Jesús, el mesías ben Efraim, a los gentiles. Esta fue la misión de Jesús como libertador de la Humanidad, anunciado desde el Génesis: el maestro del Camino que conduce al despertar, a transformarse en el «Hijo» y, en la culminación, a convertirse en «una sola cosa con el Padre», porque –como leemos en el papiro Nesi Ansu del antiguo Egipto–, «el objetivo de todo lo que vive es divinizarse». Comentarios
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PORQUE TODO EL ESOTERISMO BIBLICO ESTA BASADO EN EGIPTO. EL MISMO TABERNACULO Y EL TEMPLO DE SALOMON, ETC. YHWH NUNCA DEMONIZO A LA CULTURA EGIPCIA. INCLUSO LA BIBLIA HABLA DE UNA RESURRECCION EGIPCIA.
Las conexiones son devastadoras para la credibilidad de la iglesia Cristiana:
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Jesús era la Luz Del Mundo. Horus era Luz Del Mundo.
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Jesús dijo que era el camino, la verdad y la vida. De Horus dijeron que era el camino, la verdad y la vida.
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Jesús nació en Belén, la "casa del pan". Horus nació en Annu, el "lugar del pan".
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Jesús era el Buen Pastor. Horus era el Buen Pastor.
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Siete pescadores abordan un bote con Jesús. Siete personas abordan un bote con Horus.
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Jesús era el cordero. Horus era el cordero.
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Jesús es identificado con una cruz. Horus es identificado con una cruz.
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Jesús fue bautizado a los 30. Horus fue bautizado a los 30.
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Jesús era el hijo de una virgen, María. Horus era el hijo de una virgen, Isis.
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El nacimiento de Jesús fue marcado por una estrella. El nacimiento de Horus fue marcado por una estrella.
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Jesús era el niño maestro en el templo. Horus era el niño maestro en el templo.
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Jesús tenía 12 discípulos. Horus tenía 12 seguidores.
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Jesús era el Lucero Del Alba. Horus era el Lucero Del Alba.
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Jesús era el Cristo. Horus era el Krst.
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Jesús fue tentado sobre una montaña por Satanás. Horus fue tentado sobre una montaña por Set.
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De: CARLOSR |
Enviado: 25/06/2014 20:08 |
bueno bari ... y donde diablos dejaste la magdalena ?.
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Cierto ,es egiptologia pura.
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AMIGO, ESTUDIE LA BIBLIA. SALGA DEL LAVADO DE CEREBRO PROTESTANTE. AMIGO, ABRA MAS LA MENTE POR EL AMOR DE DIOS. TODO VIENE DE EGIPTO.
Las conexiones son devastadoras para la credibilidad de la iglesia Cristiana:
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Jesús era la Luz Del Mundo. Horus era Luz Del Mundo.
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Jesús dijo que era el camino, la verdad y la vida. De Horus dijeron que era el camino, la verdad y la vida.
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Jesús nació en Belén, la "casa del pan". Horus nació en Annu, el "lugar del pan".
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Jesús era el Buen Pastor. Horus era el Buen Pastor.
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Siete pescadores abordan un bote con Jesús. Siete personas abordan un bote con Horus.
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Jesús era el cordero. Horus era el cordero.
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Jesús es identificado con una cruz. Horus es identificado con una cruz.
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Jesús fue bautizado a los 30. Horus fue bautizado a los 30.
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Jesús era el hijo de una virgen, María. Horus era el hijo de una virgen, Isis.
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El nacimiento de Jesús fue marcado por una estrella. El nacimiento de Horus fue marcado por una estrella.
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Jesús era el niño maestro en el templo. Horus era el niño maestro en el templo.
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Jesús tenía 12 discípulos. Horus tenía 12 seguidores.
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Jesús era el Lucero Del Alba. Horus era el Lucero Del Alba.
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Jesús era el Cristo. Horus era el Krst.
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Jesús fue tentado sobre una montaña por Satanás. Horus fue tentado sobre una montaña por Set.
ENTONCES SI ISIS ES FALSA, TAMBIEN LO ES CRISTO PORQUE ES UN NUEVO OSIRIS/HORUS.
CONCLUSION: EL PATRON BIBLICO ES EL MISMO PATRON EGIPTOLOGICO.
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¿Jesus fue un plagio de horus ,o el mismo personaje ?
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El Dios y Patriarca Número Siete
A Horus el Viejo, muerto en combate por Seth, le sobrevive el hijo que tuvo de Hathor, a saber Horus el Joven. Horus el Joven fue designado además como el heredero de Osiris e Isis. Este Horus era un niño pequeño, débil, y enfermizo, cuidado por su madre adoptiva, y protegido especialmente de las malas intenciones de Set. Aunque nunca fue derrotado, Set con el tiempo entregó su pretensión al gran trono y se sometió, más o menos, a "la autoridad legítima." En los últimos años antes del Gran Diluvio, la regencia de Egipto perteneció a Thoth, el cual pertenecía a la línea masculina de Shu.1 Bajo él estaba Horus el Joven, heredero de la línea secundaria de reyes. Isis también gobernó junto a su padre Thoth bajo sus epítetos de Sheshat y Maat.2
Como patriarca del Génesis, a Thoth se le llama Lamec. Lamec, al lograr la soberanía, la utiliza para pronunciar una maldición. Él debe ser vengado 77 veces si es muerto en represalia por el asesinato de un joven divino pero ofensivo. La víctima era Osiris (el patriarca Mehujael, "muerto por Dios"), el cual fue asesinado por Seth con la ayuda de Thoth y la aprobación de Ra. Ese énfasis en el número siete es una asociación adicional de Lamec, el séptimo patriarca, con Thoth.3 De los siete patriarcas antidiluvianos mencionados en Génesis, sólo Lamec (Thoth) y Mehujael (Osiris) eran descendientes naturales de Abel (Alal) y su heredero (Shu-Enlil).4 Los otros eran de la línea de Adán y Caín.
Hay tres mujeres importantes mencionadas en el discurso de Lamec del Génesis. Dos de ellas son las esposas y la otra es una hija. Lamec también tiene tres hijos principales. Jabal, "padre de los que habitan en tiendas," que son los semitas, es el hijo mayor. Aparece de nuevo en el Génesis después del Diluvio con un nombre diferente, Sem, el "hijo" mayor de Noé. La madre de Jabal/Sem se llama Ada (Hathor). Ella también es identificada como la madre de Jubal (Horus el Joven), sin embargo no engendrado por Lamec sino por una pareja anterior (Horus el Viejo).5 Jubal también aparece después del Diluvio con un nombre diferente, Cam (hebreo Ham) (Har) el segundo "hijo" de Noé. La otra "esposa" de Lamec se llama Zila (Nut). Por Lamec ella es la madre de una hija, Naama, "amabilidad," que corresponde a la diosa Isis, "La Dulce de Voz." Zila también es la madre de Tubal-Caín (Seth),6 no por Lamec, sino por una pareja anterior (Geb). La narración de Génesis proporciona por consiguiente un "Quién es Quién" en los días anteriores al Diluvio, lo cual se relaciona directamente con lo que se sabe de la mitología egipcia.
La Redención de Seth
Después de Lamec, esperaríamos que siguiera inmediatamente el relato de Noé y el Gran Diluvio.7 Esa historia es presentada a su debido tiempo, pero primero el autor de Génesis tiene algo más en mente. De forma brusca, la narración interpone una lista de nueve patriarcas nuevos. Estos surgen, se nos dice, porque "conoció de nuevo Adán a su mujer."8 El primer patriarca de esta nueva dinastía se llama Set (Leví), y se le identifica como "otra semilla" para sustituir a la del asesinado Abel. Las palabras traducidas arriba como "de nuevo"9 y "otro"10 dice de forma disimulada que la Casa de Set no sustituyó (o desplazó) a la primera dinastía de patriarcas del Génesis, sino que vino completamente detrás de ella. En otras palabras, la segunda línea sigue el modelo de la primera, así como la primera siguió el modelo de la lejana y anterior dinastía "divina."11
Ciertos rasgos, como una extrema longevidad, son atribuidos a la última (segunda) línea de Adán como si los hubiesen heredado directamente de los mismos dioses primordiales, y como si pasaran por alto la "generación" de Adán, cuyas duraciones de vidas no se dan. Aún así, la última línea de Adán y Eva se parece mucho a la que le precede. Las dos incluyen un patriarca llamado Enoc y otro llamado Lamec. Otros nombres no son exactamente iguales pero son bastante similares en forma. Por lo tanto, la última línea de Adán no intenta ser una reduplicación perfecta, sino una variación del tema recurrente. Por ejemplo, en la línea anterior de Adán, Set (el dios egipcio Set) es representado por un patriarca menor llamado Tubal-Caín, que significa "el que fluye (de) Caín."12 Sin embargo, Set hijo del último Adán es un patriarca destacado - ya no sigue al "pecador" Caín sino más bien al "virtuoso" Abel.13
En la primera línea de Adán (que emula a la dinastía divina de Atum), el patriarca Abel fue considerado como el superior de Caín, no sólo en virtud de una ofrenda más agradable a Dios, sino porque era considerado un "hijo de Dios." Por otro lado, Caín era un hijo natural del "humilde Hombre/Adán". En la siguiente repetición, Seth, aunque designado como un hijo de Hombre/Adán en vez de hijo de Dios, se le reclama como un "sustituto" (simbólicamente, un heredero) para la línea del difunto Abel. Esto eleva la posición de la nueva Casa de Set/Leví, al menos en un sentido espiritual. También da a conocer una antigua creencia según la cual cada ciclo era una especie de "nueva creación" y que traía la esperanza de corregir los errores de los anteriores, tales como las tendencias homicidas de Caín y Tubal-Caín (Set I).
Algo más sirve para precisar la última línea de patriarcas en lo que se refiere a su tardía fecha de advenimiento, y también en dignidad. En la época de Enós hijo del segundo Set, Dios, se dice, fue invocado como nunca se había hecho antes. El patriarca Enós corresponde a un miembro suprimido de la repetición anterior, que es Shu-El/Enlil (Aser) hijo de Abel. El Aser anterior actuaba con arrogancia e idolatría. Después, este homónimo en la dinastía divina fue llamado el "hijo de Dios" y el "Supremo." Sin embargo, Enós es un nuevo y diferente Señor Aser (En-Ash). En este ir y venir está contento con el título de "hijo de Hombre."14 El nombre de Enós significa "mortal, hombre, sediento de sangre,"15 y procede del hebreo anash, "frágil." Perfecciona el culto del hombre mortal para crear una "religión verdadera" - la adoración de un Espíritu Universal en lugar de un ser finito.
"Invocar el nombre del Señor" tenía una importancia capital para el autor del Génesis. El patriarca asociado con este acto revolucionario no sólo puede redimir la función de Aser, sino que también es digno de ser conocido como un nuevo Adán, como implica también el nombre de Enós. Detrás de Enós, en la última lista de patriarcas, viene Cainán, un nuevo, si no mejorado, Caín hijo de Adán. El nombre del siguiente patriarca, Jared, es igualmente una variante del anterior Irad. Le sigue Mahalalel, una variante del Mehujael de la lista anterior. Después viene Matusalén, una variante de Metusael. Después de sigue Enoc. Este Enoc aparece muy tardíamente en la última lista (si se le compara con el Enoc anterior), y también se marcha de forma prematura.16 El último patriarca de la segunda lista es otro Lamec. Con este Lamec hay una confluencia de las dos líneas patriarcales de Adán y la narración, sin más demora, puede proseguir con Noé y el Gran Diluvio.17
Enoc y el Nuevo Orden Mundial
Aunque Noé sigue a Lamec en la lista de patriarcas, él no es su verdadero hijo. La tradición dictaba que él es el hijo y el protegido de Enoc. El Héroe arquetípico del Diluvio se llamaba Adapa, el más sabio.18 Era hijo de Ea/Enki y sacerdote en su ciudad de Eridu. Adapa no fue considerado originalmente un dios, sino se volvió "como los dioses" después de desafiar al Diluvio. También se le contaba entre los famosos Siete Sabios (Apkalla, derivado del sumerio ab-gal, "Gran Padre"). El Gran Diluvio "inicial" que involucró a la humanidad marcó el final de la legendaria primera era (Sep Tepi) de los dioses. Adapa rellenó la brecha. Era el último en el primer grupo de patriarcas y el primero en un nuevo ciclo de venerables "Grandes Padres." Pertenecía a los dos grupos y a ninguno.
Enki padre de Adapa había demostrado tanto su genio como su discreción en la creación y la salvación de humanidad.19 Había trabajado hábil e insistentemente dentro de las opresivas restricciones que le puso su superior Enlil, y sin recurrir al asesinato ni a la rebelión abierta. Sin embargo, en un mito, la era divina termina con el siempre leal y de baja realeza Ea, ya no mordiéndose la lengua sino reprendiendo severamente a Enlil por ser de mente tan simple y tan cerrada. El engrandecimiento de Ea/Enki sobre Enlil, una vez cumplido, fue visto como un hecho consumado y por consiguiente un precedente legítimo para ser seguido en futuras dinastías.20
Según el Libro de Génesis, en los días de Noé, la humanidad fue una vez más abandonada a la muerte por parte de "Dios", (esto es, el rey que gobernaba en el lugar de Enlil). Es por consiguiente Enoc (representando al dios Ea/Enki) el que debe rescatar a uno de sus propios hijos favoritos y declararlo "padre" de todos los que sobrevivan. Y así el ciclo se repitió - no sólo en los días de Enoc y Lamec de Génesis 4 sino también en los de Enoc y Lamec de Génesis 5.21
Cambio de Carrera para un Marinero Borracho
No hay ninguna mención de esposas o de hijos en la Leyenda de Adapa, aunque podemos presumir, incluso predecir, que los hubo. En Génesis se nos dice que el héroe de Diluvio tiene tres hijos, y que ellos y sus esposas se salvan junto a Noé y su esposa para continuar viviendo después del Diluvio. Aunque caracterizado como un pacífico y humilde labrador (heb. abed), Noé había sido designado como "atador" (heb. obed), esto es, "padre" no sólo de su propia descendencia, sino también de los demás príncipes destacados. Después del Diluvio se esperaba que se convirtiera en algo más que un pescador, granjero, o incluso un rey-sacerdote, en la cabeza de una nueva casa gobernante. Noé, en cambio, planta un jardín, fabrica vino, y cae borracho. Parece que tiene poco interés o pocas aptitudes por su parte en imponer su designada autoridad. Por el contrario, uno de sus así llamados hijos, con el nombre de Cam, no pierde el tiempo en imponerse. El sueño de Noé, como pasó con Adán, simboliza la muerte de la soberanía.
Cam es la identidad bíblica de Horus el Joven como hijo nominal de Noé. Antes del Diluvio, este mismo Horus fue contado entre los hijos de Lamec y se llamaba Jubal. El nombre de Cam (heb. Ham) es una adaptación directa del egipcio Har.22 Cam significa en hebreo "caliente,"23 y connota "enojo, veneno (por la fiebre que provoca), rabia, furia, y calor intenso como el del sol."24 Horus, llamado "Vengador de Su Padre," estaba decidido a asegurar el gran trono de su padre legal Osiris. Como heredero y vengador de Osiris-Sokar-Sekhem, Horus el Joven fue llamado Sekhem-wy y Sekhem-hotep.25 Sekhemwy connota Sekhem II o "pequeño Osiris," y Sekhem-hotep indica que Osiris estaba satisfecho o complacido con los castigos infligidos por su vengador Horus sobre todos aquellos que podrían oponerse a su pretensión como heredero.
Horus, como Cam, también tenía pasión por restaurar la adoración de Horus el Viejo (Metusael/Judá), su homónimo y padre verdadero. Esta relación padre-hijo estaba determinada por la mitología egipcia, pero también es evidente en Mesopotamia. Inmediatamente después del Diluvio, la figura más activa es el héroe Lugalbanda. En la Epopeya de Gilgamés, Lugalbanda es identificado como el padre de Gilgamés y como un dios muy temido. El nombre o epíteto sumerio de Lugalbanda significa "pequeño gran hombre." Lugal es "gran hombre, jefe." Banda se define como "joven; menor; vigoroso; impetuoso; aguerrido; orgulloso,"26 y lo identifica con el "aguerrido" pero "querido" dios Adad. Más específicamente, Lugalbanda, como el Cam bíblico, era el pequeño pero dominante hijo de Adad - Adad, Jr.27
Todo Sobre los Benjamines
Hasta ahora hemos encontrado los arquetipos de Jacob y once de sus hijos entre el panteón antiguo. El último, y también el menor en tamaño y ante los ojos del autor de Génesis, es Benjamín. Benjamín se define tradicionalmente como "hijo de la mano derecha," lo que indica un hijo favorecido. Sin embargo, más correctamente, el nombre estigmatiza a su portador como alguien que está subordinado a un gobernante más favorecido que él mismo. Benjamín se refiere geográficamente al sur, como si estuviera "debajo" del norte.28 A lo largo de la época de los dioses, Mesopotamia fue considerada como la sede de la autoridad. Egipto y sus gobernantes estaban "bajo" el rey del norte. Esta convención procedía de la división del mundo en partes, en la cual el superior Enlil recibió la parte norte y el sur ("inframundo") le cayó a Enki.
Horus el Joven fue el último "Benjamín" en una línea de reyes-dioses secundarios. El progenitor de esta línea menor era Adán (Dan), al cual se le denegó en algunos círculos el título de rey y se le consideró sólo un "juez."29 El perfil de Caín (Gad) como "hijo de Hombre/Adán" fue abatido ante los "hijos de Dios," primero Abel y después Shu-Enlil (Aser) y sus hijos.30 El hijo de Caín, Enoc (José), y su nieto Irad (Jacob) estaban también subordinados a Enlil y su casa. Irad, el nombre patriarcal del dios Ra, era conocido en particular como un juez en Egipto, y tanto sobre los vivos como los muertos.31 Sin embargo, con la muerte de Osiris y el exilio de Ra por consecuencia de ello, se nombró a un nuevo heredero de la línea de la "mano derecha" de Enlil, que fue Thoth (Simeón). Horus el Joven (Benjamín) fue designado entonces como el sucesor de la línea menor del desterrado Ra, y como tal se convirtió en el nuevo "hijo de la mano derecha."32
De los doce hijos del patriarca Jacob, Benjamín es con mucho el más joven, un hijo que le nació en su vejez. Jacob es sobreprotector con Benjamín, presumiblemente porque cree que José, el único hermano carnal de Benjamín, está muerto.33 Sin embargo se puede ver ahora que esta sobreprotección del joven Benjamín era una parte necesaria para cumplir con la tradición. Benjamín, como la encarnación de Horus el Joven, tenía que ser un príncipe pequeño y perseguido, pero después asumiría la naturaleza y el nombre de Leví con el fin de convertirse en un poderoso defensor, incluso en una figura salvadora.34 Estaba "destinado" a alcanzar la casa gobernante, la que Jacob dejó en herencia al hijo de José, Siloh, una pacífica figura de Noé.
En la Bendición de Benjamín, este hijo es comparado con un lobo feroz que empieza a atacar a la salida del sol y que no reparte los despojos hasta noche. En Egipto, Horus personificaba (y deificaba) la salida y la intensificación del sol. El símbolo de Horus era el halcón, el ave rapaz por excelencia. Horus venía a representar la conquista y la renovación periódica de las hostilidades entre las naciones y los hombres.35 Horus, como Cam/Benjamín, fue caracterizado como un "asesino por naturaleza." Era un "chico anuncio" de un estado que patrocinaba el terrorismo (maher salal has baz)36 asociado con la antigua realeza, una institución a la que el Libro de Génesis se niega rendir honores, al menos directamente.
Horus el Joven, el Benjamín arquetípico, era hijo del alabado Horus el Viejo, el Judá arquetípico.37 En la Biblia, Benjamín y Judá aparecen geográficamente en pareja. Ellos, junto con Leví, también son los nombres más comúnmente asociados con la realeza legítima (y mesiánica).38 Horus simbolizaba al guerrero siempre joven e incansable. Es el primer "dios regio" y el fundador de la antigua casa real. Virtualmente todos faraones adoptaban un "Nombre de Horus" para que fuera el primer título regio. El triunfo de Horus se convirtió en la inspiración para todos los futuros pretendientes al trono, legítimos o no, inspirándose en su propio hijo Escorpión (el Horus Aha - "luchador") y su nieto Narmer (el Horus Huni - "el que castiga"), a lo largo de la historia hasta el infame Herodes el Grande. Incluso en el Nuevo Testamento, el pequeño pero enérgico Pablo alardea de un linaje de Benjamín, el cual se establece en la Escritura no mediante una genealogía, sino por su presunto poder sobre el veneno mortal de una serpiente.39
Cuando era un niño, Horus sufrió un envenenamiento casi fatal y fue cuidado hasta recuperar la salud por su madre adoptiva Isis en la reclusión de los pantanos del Delta del Nilo.40 Más tarde no habría lugar en donde los otros pudieran ocultarse de su furia. Irónicamente, el joven príncipe preparado para sustituir al malvado Set se convirtió en alguien mejor que él en la violencia.41 Los griegos llamaron al joven defensor Horus-Apolo. Añadir Apolo al nombre de Horus atrapa la sucesión política de Horus de manos de Set-Montu,42 la hazaña militar de Horus al estilo de Set, y también su posición como un dios del sol. A principios del periodo dinástico hubo un intento común de reconciliar y asimilar la naturaleza de Set con la de Horus. Esto se hace evidente gracias a un nuevo amuleto de culto llamado Nubti, que co-unía las imágenes de estos dos dioses en una sola insignia.43
Notas:
- Durante la época de los dioses, la autoridad fue ostentada por la Casa de Enlil (Shu), que incluía a Ninurta (Geb), Dumuzi (Osiris), Enkimdu (Set), y Utu/Shamash (Thoth).
- La Inanna/Ishtar original (Isis) estaba referida a la hermana gemela de Utu/Shamash (Thoth) en vez de su hija. El Utu original era el nieto de Enlil en vez de su hijo. En los tiempos patriarcales, las relaciones variaron ligeramente y es evidente que esto fue considerado aceptable. Estas variaciones también pueden ser responsables de las contradicciones que encontramos en los mitos. Por ejemplo, las dos versiones de cómo Dumuzi-Osiris fue capturado (en el campo frente en un banquete) y muerto por Enkimdu-Set podrían reflejar una diferencia en cómo el Dumuzi-Osiris original de la edad divina se encontró con su destino frente al Osiris-Dumuzi de los tiempos patriarcales. La edad a la que murió el Osiris-Dumuzi original parece también que fue mucho mayor.
- Lamec (como "encarnación" de los dioses Sin y Utu) también pudo haber participado en el castigo de Caín (como "encarnación" de Anu).
- La Bendición de Aser dice "Su pan (lechem) será substancioso (shaman.)." La palabra hebrea lechem es un juego de palabras (por transposición) con el nombre de Lamec hijo de El/Aser. La palabra hebrea shaman es quizás una referencia a Shamash, un nombre mesopotámico de Thoth, o a su hijo y heredero Sem/Jabal.
- Jubal es denominado "padre" de los que tocan el arpa (como tocaba el mismo rey David). Jubal es el hijo del Judá arquetípico, cuyo nombre significa "alabanza."
- Tubal es el "padre" de los que modelan y afilan el metal, en lo que respecta a uso agrícola, pero también para construir armas y matar con ellas. Tubal-Caín, "el que fluye (de) Caín," es el Set de la primera línea de Adán. La palabra tubal es una variante hebraizada del sumerio tibira, que significa "trabajador del metal" (Véase, S. N. Kramer, The Sumerians, p 41.) La antigua ciudad de Bad-tibira fue el lugar de nacimiento de la metalurgia. Compárese con el hebreo char-o-sheth (2799) "trabajo mecánico." Compárese también con el hebreo choresh (2794) "artífice, fabricante, mecánico," de charash (2790) "arañar, labrar, cultivar, diseñar, actuar secretamente/astutamente, dejar en paz, dejar de hablar, mantener la lengua, cerrar labios y oídos, volverse sordo y mudo." Compárese choresh y Chemosh, una identidad regional del dios Set/Baal. Compárese con choresh y Koresh (3556/3567), la forma hebrea del nombre persa Ciro. Compárese con koresh (3770) "vientre hinchado o espalda encorvada." Los sucesores de Ciro asumieron en Egipto nombres de coronación que aludían al dios Set, por ejemplo Darío (Setutra) y Cambises (Mesutira).
- Como también indica 2 Pedro 2:5, en donde Noé es denominado el octavo y no el décimo (patriarca).
- Génesis 4:25
- de nuevo, heb. od (5750) "iteración, reduplicación" (Adviértase que esta no es la misma palabra traducida como "de nuevo" en Génesis 4:2.)
- otro (312) acher "posterior; gen. siguiente, otro, etc: - otro (hombre), el siguiente, el próximo." de (309) achar, "retrasarse (esto es, llegar tarde); por impl. aplazar: - continuar, posponer, retrasar, más atrás, llegar tarde (lento), quedarse (allí), tardar (mucho)." En este contexto, la frase "otra semilla" se refiere por consiguiente a un ulterior linaje posterior, en el futuro.
Compárese con achariyth (319) "el último o el final, por lo tanto el futuro; también posteridad." Compárese con achariyth (320) "después, posterior."
- La madre de la segunda línea ("semilla") no es mencionada por su nombre. Ella es implícitamente otra reina Eva, designada como esposa de un nuevo Adán. Comparese semilla (2233) zara (pronunciado zará), y corona, sarah (pronunciado sará).
- El Set de la segunda línea viene lógicamente detrás del Tubal-Caín de la primera. La segunda línea no es entonces una dinastía paralela sino que sigue después de la primera.
- Set (8352) "puesto, designado" de shiyth (7896) "colocar, designar, dejar solo, respetar, situar." Compárese con set (7846) "algo que se sale de lo recto, esto es, pecado: - rebelión, rebelde, el que se aparta." El primer Seth mató a Osiris. Irónicamente, el segundo Seth es "designado" como sustituto de Abel, el que fue muerto por Caín. Otro ejemplo (además de la dinastía persa mencionada arriba) de una nueva dinastía que es fundada por una figura Set es la XIX Dinastía egipcia, en la que faraón Seti I proclamó una "repetición de nacimientos" después del fin de la dinastía anterior.
- Enós corresponde al fundador de la XII Dinastía egipcia, el faraón Amenemhet I, el cual fue el primer rey que se conoce en denominarse "hijo del Hombre." Véase, "La Profecía de Neferti," en Ancient Near Eastern Texts, J. Pritchard, ed., p 444.
- Enosh, tomado de la Concordancia Strong (582/583 de anash, 605)
- Este Enoc-José murió antes del gran Diluvio del Imperio Medio de Egipto, y sus huesos tuvieron que ser sacados durante el Éxodo. Los dos Enoc's anteriores al parecer estaban todavía vivos en el momento de sus respectivos Grandes Diluvios.
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SECRETO MASONICO › El significado del Solsticio El significado del Solsticio Lo vemos en El Masón Aprendiz. El Solsticio en el Hemisferio Norte es una conmemoración milenaria celebrada por todas las culturas ancestrales de la historia Griegos, Romanos o Celtas celebraban la noche de san Juan con verbenas, música y danzas que incentivaran a las fuerzas de la naturaleza, para influir en el destino próximo inmediato, tener buena suerte, un buen amor, o pedir salud y prosperidad a dichas fuerzas naturales. Para los Griegos ésta fecha estaba destinada al culto del dios Apolo al que tributaban con procesiones de antorchas pidiéndole que no dejase en tinieblas a su pueblo, creían que la magia del Solsticio abría las puertas de lo incógnito y por un breve lapsus el hombre podría gozar de los privilegios de los dioses; de ahí la leyenda Griega de poder traspasar los espejos o visitar mundos paralelos. En España, durante la dominación Árabe, confraternizaban judíos, católicos y musulmanes unidos por la mágica fiesta del Sol y el fuego. En Alemania la reunión popular alrededor de las hogueras unía a varias generaciones y pueblos distantes. En Francia la hoguera solsticial era prendida por el propio Rey. Similares formas culturales las tenemos en la civilización Hindú cuyo dios del fuego “Indra” es adorado entre fogatas y cánticos espirituales. En estas mismas fechas, ellos engalanan sus hogares, preparando piras purificadoras de las cuales conservarán sus cenizas por todo el año siguiente, además que por las formas que toman las llamas y con las cenizas que quedan, los Hindú profetizan el porvenir. Este simbolismo y ritos paralelos eran compartidos por pueblos distantes, inconexos, separados del Viejo Mundo por el Océano Atlántico o el Océano Pacífico. En el caso de los Incas en Perú, dice Yáñez Vega (2002) que los dos festivales primordiales del mundo Incaico eran el Capac-Raymi (o Año Nuevo) que tenía lugar en diciembre y el que se celebraba cada 24 de junio, el Inti-Raymi (o la fiesta del Sol) en la impresionante explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco. Justo en el momento de la salida del astro Sol, el Inca elevaba los brazos y exclamaba mirando hacia el cielo para pedirle al Sol que desapareciera el frío y trajera el calor. Este gran festival se sigue practicando y representando hoy en día para conmemorar la llegada del Solsticio de Invierno. Los habitantes de la zona se engalanan con sus mejores prendas al estilo de sus antepasados Quechuas y recrean el rito Inca muy similar tal y como se realizaba durante el apogeo del Tahuantinsuyo. Todo el continente Americano conserva éste tipo de Ritual dentro de su folklore. En México los guerreros Aztecas se caracterizaban por su sentido del deber con respecto al vínculo con el Sol y la “renovación de los fuegos”. Los Mayas de la Península de Yucatán y Meso América continúan hoy en día, tal cual sus antepasados de centurias atrás, celebrando con ritos, cánticos, vestimentas y comidas, la magia del Solsticio para sembrar y obtener buenas cosechas. Los indígenas Norteamericanos siguen perpetuando sus ritos mágico-simbólicos entre hogueras y danzas solares. En los Estados Unidos, hasta el día de hoy, se celebran los Solsticios de Verano en coincidencia con el 24 de Junio día de san Juan Bautista, y el de Invierno el 27 de Diciembre día de san Juan Evangelista. En Israel, el Solsticio de Verano es llamado “Fiesta de la Flor” y su origen está en la festividad Alemana de “Rosenfest”, Fiesta de la Rosa que se celebra en Tenida Blanca en honor de las damas en símbolo del cariño, el respeto y la admiración que se tiene por la mujer. Caldeos, Egipcios, Cananeos, Persas, Sirios, Fenicios, Griegos, Romanos, Hindú, y casi todas las culturas desarrolladas e imperios, han celebrado durante el Solsticio Invernal el parto de la “Reina de los Cielos” y la llegada al mundo de su hijo, el joven dios Solar. En la mitología del culto al Sol siempre se destaca la presencia de un joven dios que cada año muere y resucita encarnando la vida cíclica de la naturaleza (Flor Pinto, 2002). El Sol representa el padre y el principio generador masculino. En la Antigüedad civilizada los monarcas de todos los imperios se hicieron adorar como hijos del Sol. En este contexto, la antropomorfización del Sol en un dios joven presenta ejemplos bien conocidos en Horus, Mitra, Adonis, Dionisos, Krisna, Hermes, Buda o el propio Jesús (Rodríguez, 1997; Flor Pinto, 2002). En el antiguo Egipto se creía que Isis, la virgen Reina de los Cielos, quedaba embarazada en el mes de marzo y que daba a luz a su hijo Horus a finales de diciembre. El dios Horus, hijo de Osiris e Isis, era “la sustancia de su padre Osiris”, de quién era una encarnación. Fue concebido milagrosamente por Isis cuando Osiris ya había sido muerto y despedazado por su hermano Seth o Tifón. Era una divinidad casta –sin amores- al igual que Apolo, y su papel entre los humanos estaba relacionado con el Juicio ya que presentaba las almas a su padre. Era el Christos y simbolizaba el Sol. El dios Mitra de la religión Iraní (Persa) anterior a Zaratustra, era muy significativo en el Imperio Romano hasta el siglo IV d.C., y era una divinidad Solar al igual que el dios Mitra Hindú, hijo de Adití la personificación del Sol. Muchos siglos antes de Jesús-Cristo, el dios Mitra de los Persas ya había nacido de virgen el 25 de diciembre, en una gruta, siendo adorado por pastores y magos, obró milagros, fue perseguido, acabó siendo muerto y resucitó al tercer día (Rodríguez, 1997). Como lo hicieron igual los dioses Horus y Osiris de los Egipcios y los dioses Hércules, Baco y Adonis de los Griegos (Flor Pinto, 2002). Los partos virginales se han repetido constantemente en la historia milenaria de la conjunción “hombre-mito solar”, y anteceden por mucho al de la “virgen Maria” dando a luz a Jesús. Mucho antes la virgen Devaki da a luz en un establo al dios Krisna en medio de pastores. Igualmente se afirma que nacieron de vírgenes Zoroastro, Quetzalcoatl, Apolonio, y otros (Flor Pinto, 2002). Desde tiempos inmemoriales en las culturas más heterogéneas, la época de Navidad ha representado el advenimiento del Solsticio por excelencia, como hecho cósmico que podría garantizar la supervivencia del hombre pagano y el renacimiento cíclico de la principal divinidad salvadora (Gadea Saguier, 2007). Eso explica que el natalicio de los principales dioses Solares de las culturas agrarias precristianas – como Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dionisio/Baco y otros-, se situara durante el Solsticio de Invierno. Más aún, el natalicio de Jesús, el “salvador cristiano” fue ubicado el 25 de diciembre, fecha en la que hasta finales del siglo IV de esta era se conmemoró el nacimiento del Sol Invencible (Natalis Solis Invicti) en el Imperio Romano. De esta forma entre los años 354 y 360, era del Papa Liberio (352-366), se tomó por fecha inmutable la noche del 24 al 25 de diciembre coincidente con el “nacimiento del sol invencible”, la misma fecha en que todos los pueblos contemporáneos festejaban la llegada del Solsticio de Invierno. Es claro que el verdadero origen de la Natividad católica, sobrepuesta al Natalis Solis Invicti, orientó a los creyentes a que ese día no lo dedicasen al Sol, sino al “creador del Sol”. Los Elementos Adorados El vocablo Solsticio viene del latín solstitium, combinando dos acepciones. Sol = el astro y stitium = estático o detenido. Es decir, la detención del Sol. El diccionario Larousse dice, “tiempo en que se halla el Sol más lejos del Ecuador y en que parece quedarse estacionado algunos días; entre el 21 y el 22 de Junio en Verano y entre el 21 y el 22 de diciembre en Invierno”. El diccionario Webster dice, “uno de los dos puntos en la curva elíptica en la cual su distancia del Ecuador Celestial es la mayor la cual es alcanzada por el Sol cada año alrededor del 22 de Junio y el 22 de Diciembre; el tiempo que el Sol cruza el Solsticio el 22 de Junio comienza el Verano en el Hemisferio Norte y el Invierno en el Hemisferio Sur”. Dice Goldstein (2007) que no se encuentra en la Biblia un versículo referente directamente al fenómeno del Solsticio, pero lo más cercano pudiera interpretarse de “Salmos”, Capítulo 19, versículo 7, donde dice refiriéndose al Sol: “De un extremo de los Cielos es su salida y su curso hasta el término de ellos. Y nada hay que se esconda en su calor”. En el Talmud hay una referencia describiendo la Felicidad en el Tomo “Bendiciones”, página 59: “Quién ve al Sol en su época y a la Luna en su fortaleza…”. La adoración Solar ha sido la base de toda expresión religiosa arcaica; desde el hombre primitivo se le ha concedido al Sol todo el poder necesario para el sustento, no sólo como insumo vital de la naturaleza, sino como inductor de los aspectos espirituales; por ello desde las civilizaciones primigenias se ha seguido con especial énfasis todos sus tránsitos angulares, amaneceres y ocasos, tibieza o insolación, apariciones y desapariciones (hoy eclipses). La “luz”, el “fuego” y el “agua” son los protagonistas principales del encuentro Solar en la mecánica celeste anual y, a su conjuro, asisten obedientes las fuerzas de la naturaleza para bendecir a los campos y augurar abundante cosecha. En todas las culturas primigenias el Fuego es considerado purificador, por ello las danzas alrededor y sobre el fuego no sólo tienen el poder de ahuyentar a los malos espíritus, sino de proporcionar salud y fortaleza; cuantas más hogueras se saltase, más se creía que se estaba a salvo de toda desgracia, incluso el caminar sobre las cenizas acentuaba ésta creencia. Las fiestas populares han perdurado sobre todo en la celebración de verbenas y hogueras, en donde los más audaces, saltan retando a las llamas. El Agua es el complemento del fuego y si al rito anterior se le acompañaba con un vivificante baño en cualquier río, estanque o en el mismo mar, resultaba mucho más beneficioso; caminar sobre el rocío de la noche de San Juan o beber de siete fuentes era una peregrinación obligada de todo adorador del Sol. El misterio de los cielos, el acontecer de la luz y la oscuridad, la dualidad del calor y el frío, la magnitud de los espacios cósmicos, han invadido la curiosidad del hombre desde las civilizaciones más antiguas. Sacerdotes, Trovadores y Poetas les han manifestado cánticos. Filósofos han especulado en su metafísica, y Astrólogos y Astrónomos con su metódica ciencia nos han explicado la fenomenología y sus ciclos repetitivos. Mucho tiempo ha pasado desde que Copérnico en su celda buscaba una señal que respondiera sus sabias preguntas, y poder separar los deseos y voluntades de los dioses, con las matemáticas que le descifraban los acontecimientos estelares. Hoy en día, hasta los niños saben que la tierra gira sobre su eje alrededor del Sol en una rotación de 24 horas y en una traslación de órbita que demora 365 días. Los fenómenos del Universo proceden siguiendo leyes inmutables, ritmos constantes y precisos, en tiempos fijos y plazos concretos, que se repiten desde la eternidad infinita, con la justeza simbólica con que el Ser Supremo maneja la Escuadra, el Compás, la Regla y la Plomada. Solsticio y Masonería Según Frau Abrines y Arús Arderiu (1947) en el Diccionario Enciclopédico de la Masonería se lee: “Bajo el doble nombre san Juan Bautista y de san Juan Evangelista, patronos de nuestra augusta Orden, los Francmasones celebran dos grandes fiestas anuales, llamadas indistintamente fiestas de san Juan o de la Orden. Estas fiestas, que corresponden a los dos Solsticios, se llaman con más propiedad aún fiestas Solsticiales. Se celebran el 24 de junio y 27 de diciembre que dependiendo del hemisferio en que nos encontremos se denominan de Invierno o de Verano”. En fecha más reciente, Frau Abrines (2005) precisa que “Solsticio” es la época en que el Sol entra en los signos de Cáncer y Capricornio llegando a la máxima declinación septentrional y meridional, y es cuando toman su lugar las fiestas Solsticiales que celebra la Masonería en los Solsticios de Verano e Invierno, dedicada la primera al Reconocimiento y la segunda a la Esperanza. La institución de estas grandes solemnidades, se remonta a los tiempos de las primitivas iniciaciones, en que los misterios eran practicados con la pompa y esplendor más extraordinario en las sagradas riberas bañadas por las aguas del Nilo, del Iliso, del Jordán, del Eufrates y el Tíber. Esto ha dado margen a un gran número de historiadores para establecer la antigüedad de la Francmasonería, que traspasando los límites de la que puede atribuirse a cualquiera otra institución, se pierde en la nebulosa impenetrable de los más antiguos tiempos, haciéndola arrancar del principio del mundo y confundiendo su origen con el de la sociedad. Parece ser que la “filosofía primigenia” que sostiene a la Masonería data de los primeros albores de las sociedades prístinas. Los Solsticios determinan el paso de las dos grandes fases en que la Naturaleza ofrece los cambios y contrastes más notables y opuestos; fenómenos sorprendentes y siempre admirables que todas las religiones, culturas y rituales han conmemorado bajo formas y alegorías. Explica Yáñez Vega (2002) que los Equinoccios y los Solsticios fueron llamados en el lenguaje metafórico “la puerta de los cielos y de las estaciones”. De aquí los dos San Juan, nombre derivado de Janua, que significa puerta. Teniendo la institución Masónica -según los más competentes del simbolismo como Contreras Seitz (2007) entre otros tantos M:.M:.-, la alta misión de ilustrar moralmente todas las clases del orden social, nada pudo hacer con más acierto que tomar por patrón y modelo de sus nobles funciones el cuadro físico del curso y los fenómenos solares. Por eso el interior de las Logias nos ofrece las imágenes del sol, de la luna y de la bóveda celeste sembrada de estrellas. Y por supuesto que la luz física viene del Oriente del mundo, las logias Masónicas, en las que se aúnan los esfuerzos más sublimes y generosos que tienden a enaltecer e ilustrar la inteligencia humana, se viene a convertir en otros tantos focos de luz, o sea en tantos orientes particulares. Así pues, en nuestra Logia, símbolos figurados de la naturaleza, los Solsticios se hallan representados por las Columnas que figuran al Occidente, a ambos lados de la puerta de entrada. Estas marcan la marcha aparente del sol durante los doce meses del año, simbolizado por los doce trabajos de Hércules, cuyos viajes tienen por límites igualmente dos columnas semejantes. Dice Yáñez Vega (2002) parafraseando a Kaplan de la R:.L:. La Fraternidad No. 62 de Tel Aviv: “Nuestra Orden, a diferencia de otras entidades fraternales y benéficas existentes, pretende dejar en cada H:.M:. una enseñanza moral a través de las alegorías y símbolos que utiliza en su proceso auto educacional. Es así, que el Solsticio que la noche del 27 de diciembre conmemoramos constituye uno más de los símbolos educativos que debemos interpretar lógica y racionalmente para que nos guíe en nuestro mejoramiento personal”. En el mito básico de la Masonería ortodoxa, no está muy distante la conjunción “hombre-mito solar” (revisado antes en las Sección 1 El Sol en la Historia). Me refiero a la leyenda de Hiram como versión del mito Solar. Según ella, Hiram el arquitecto de Tiro y experto en trazados, cálculos, cimentación y uso de metales fundidos, era el hombre más sabio de su tiempo. Salomón, que representa la sabiduría del Logos lo escoge como “Maestro de Obras” y le delega poderes. Hiram es hijo de una viuda, esto es, una mujer sin marido. La madre de Hiram es viuda como la Naturaleza después de que muere el Sol, como en el caso de la leyenda de Isis y Osiris, y como cuando la Masonería se queda viuda de Hiram hasta cuando recobre los signos verdaderos, resucite Hiram, vuelva la luz, y se inicie la Orden de la Verdad. Como dice Flor Pinto (2002), “He aquí la misión y la razón de los trabajos de los hijos de la viuda. Sólo cuando brille el Sol de la verdad y no sean necesarios ni mitos ni leyendas”. El Solsticio de Invierno está presente en este mito. Como H:.M:., y en mi caso particular como científico, lejanos estamos de adorar el sol, no como fuerza sobre natural, no como deidad y no como residuo de pasadas religiones. Para nuestra Orden, y en lo personal estoy convencido de ello, el “astro solar” no es más que otro de nuestros numerosos símbolos didácticos. Nace en el Oriente, de la eterna sabiduría y difunde su luz y calor, indispensables para la continuación de la vida. En su continuo y permanente movimiento influye en el ritmo del día y la noche; modula el curso de las estaciones; induce el crecimiento de las plantas y la evolución del mundo animal; condiciona el auge y florecimiento de sociedades humanas; estimula el desarrollo cultural técnico y científico, la vestimenta, la comida, y las costumbres sociales y urbanas. En fin, la fuerza del astro solar está en todo lo que denominamos cultura. Como Masones, en el Astro Solar vemos un ejemplo de nuestros deseos de ser fuentes de luz y calor humanitario, de entregarnos a todos por igual en un permanente afán de integridad. Al igual que la marcha solar, existe en nuestro diario trabajo ascensos y descensos y por ello nos educamos con la Regla de las 24 pulgadas a un preordenado ritmo laboral, con constancia y responsabilidad. En su ejemplo, educamos hacia la tolerancia, aspirando ser expresión de belleza y bondad, y nuestra Orden e inagotable en sabiduría Madre Logia, nos estimula a plantearnos en el ámbito filosófico -permanentes y continuas preguntas en cuyas alegorías y símbolos sepamos encontrar respuestas-, mismas que sólo lograremos con estudio, talento y virtud. Para entender mejor el vínculo “Solsticio-Masonería”, disfruto el párrafo de Yáñez Vega (2002) cuando dice: “Así como el calor y la luz solar se ofrecen sin condición alguna a todos los hombres, así los Masones entregamos el trabajo sin esperar recompensa mayor. Trabajamos por el placer que hallamos en la labor realizada y en la creación regenerante, sin alarde ni ostentación. Ayudamos al necesitado y calmamos al sufriente, porque en el compartir nos elevamos por sobre nuestra condición humana. Combatimos la injusticia y despertamos la adormecida conciencia de los hombres, porque los elevados valores humanos son los únicos que tienen cabida en nuestros pensamientos y actos”. El Sol es un símbolo masónico de suma importancia. La Logia que, entre otros, simboliza también al Universo, con su piso terrenal y su techo celestial. El Venerable Maestro que ilumina simbólicamente con su Sabiduría todo el Taller, representa al Sol en su nacer. El V:.M:. dirige la Logia desde su sitial en el Oriente, fuente de la Luz, al igual que el Sol qué comienza su esplendor desde el Oriente; el Primer Vigilante simboliza al Sol en su ocaso al Occidente y el Segundo Vigilante simboliza al Sol al Mediodía. Siendo la Naturaleza el marco de acción del Masón y los fenómenos naturales, fuentes de estudio e inspiración, no podía estar la Orden ajena al fenómeno natural del recorrido elíptico del Astro Rey destacando la coincidencia de que sus puntos más distantes del Ecuador, coinciden con cambios naturales de las dos opuestas Estaciones, el Invierno y el Verano, símbolos también de la contradicción, la dualidad, representados estos opuestos conceptos de pares eternos, en el piso cuadriculado del Taller. Dice Goldstein (2007), el Solsticio de Invierno nos recuerda nuestra propia Iniciación, la Cámara de Reflexión, la Oscuridad. Para el Sol, justamente la detención en el Solsticio de Invierno es, simbólicamente, su propia Cámara de Reflexión, su Cámara de Oscuridad Invernal que, al igual que todos nosotros, que toda la Humanidad, desde esa oscuridad, al preguntarle: Qué es lo que más deseas?, contesta: Quiero ver la Luz, la Luz!. Conclusión La masonería, en su intento de entender la realidad profana, comprende y enseña el simbolismo encerrado en este flujo y reflujo del ir y venir del Sol. El Solsticio nos enseña que el Pulido de la Piedra Bruta, el esfuerzo personal de mejorar nuestra condición humana y crecer intelectualmente, no se produce solamente en un continuo ritmo ascendente; en cierto momento el trabajo cotidiano decae y el ánimo merma. En este momento, las palabras de Yáñez Vega (2002) me parecen enormes al afirmar “…es ahí cuando se halla la fuerza emergente del pensamiento Masónico, el espíritu hecho vigor en la Cadena Fraternal, que con su fuerza y aliento nos induce a recomenzar la marcha con renovada vitalidad. Puesto que por encima de nosotros, como permanente ejemplo, se halla la presencia del Sol omnipotente, que irradia calor, fuerza y luz constante, sin discriminación alguna en la entrega de estos valores. De este ejemplo se nutre la Masonería e induce a sus miembros a seguir una senda de justicia, de amor y de fraternidad, en una armónica conjunción operativa para que las enseñanzas de la Orden no sean infecundas semillas sin frutos. Unámonos espiritualmente al conjunto de la Naturaleza y en el simbolismo de esta celebración encontremos renovadas fuerzas para nuestro mejoramiento humano, espiritual e intelectual. Y cada mañana elevemos nuestra mirada al iluminado día sintiendo la felicidad por el hecho de que la vida continua en su eterno flujo y especialmente por la existencia de la otra realidad, sensible y espiritual, que los símbolos de la Masonería permiten descubrir”. Al celebrar los solsticios, nuestra Orden nos evoca la estrecha relación que existe entre el ser humano y la naturaleza. El Sol rige el comportamiento del hombre y su entorno y por eso que en esta fiesta Solsticial celebramos el inicio de una nueva etapa de nuestra vida. Con el Solsticio de Invierno la Naturaleza se prepara para renacer, y con el de Verano germina la semilla que el hombre sembró en aquella tierra fértil que durante el Invierno se dedicó a trabajar. Con el Solsticio, en el Masón debe aparecer poco a poco aquella piedra libre de aristas que durante todo el año se dedicó a desbastar... Termino con un pensamiento personal que me acompaña desde décadas: “Nada gratifica más al final del camino que haber empleado la vida construyendo verdades” - https://groups.google.com/forum/#!searchin/secreto-masonico/24$20junio%7Csort:relevance/secreto-masonico/jma8IQ5QzwM/UZ6aVwl2c2QJ
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EL ESPIRITU MISTICO Y EGOLATRA DE BARILOCHENSE AQUI ES DE CREERSE QUE ES EL UNICO QUE CONOCE LA VERDAD DEL CREADOR A TRAVEZ DE SUS SEÑALES. INSISTO, ESE ESPIRITU, ES EL MISMO ESPIRITU DE TITO MARTINEZ. CREEN POSEER LA CAJA DE PANDORA.
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PERO LA DIFERENCIA SEÑOR CARLOS R, ES QUE UTILIZO A TODAS LAS RELIGIONES COMO ELEMENTO PARA LLEGAR LA VERDAD, LLAMESE ISLAM, LLAMESE TESTIGOS DE JEHOVA, LLAMESE CATOLICISMO, LLAMESE MASONERIA, LLAMESE JESUITISMO, LLAMESE, CRISTIADELFIANISMO, LLAMESE SIONISMO, LLAMESE EGIPTOLOGIA, LLAMESE CULTURA SUMERIA, LLAMESE CULTURA AYMARA, ETC,ETC
MI FILOSOFIA ES ANTAGONICA AL ESPIRITU NAZI QUE PREVALECE EN ESTE FORO SEÑOR CARLOS R. |
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Jesús era la Luz Del Mundo. Horus era Luz Del Mundo.
Jesús dijo que era el camino, la verdad y la vida. De Horus dijeron que era el camino, la verdad y la vida.
Jesús nació en Belén, la "casa del pan". Horus nació en Annu, el "lugar del pan".
Jesús era el Buen Pastor. Horus era el Buen Pastor.
Siete pescadores abordan un bote con Jesús. Siete personas abordan un bote con Horus.
Jesús era el cordero. Horus era el cordero.
Jesús es identificado con una cruz. Horus es identificado con una cruz.
Jesús fue bautizado a los 30. Horus fue bautizado a los 30.
Jesús era el hijo de una virgen, María. Horus era el hijo de una virgen, Isis.
El nacimiento de Jesús fue marcado por una estrella. El nacimiento de Horus fue marcado por una estrella.
Jesús era el niño maestro en el templo. Horus era el niño maestro en el templo.
Jesús tenía 12 discípulos. Horus tenía 12 seguidores.
Jesús era el Lucero Del Alba. Horus era el Lucero Del Alba.
Jesús era el Cristo. Horus era el Krst.
Jesús fue tentado sobre una montaña por Satanás. Horus fue tentado sobre una montaña por Set.
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TODO ES EGIPTOLOGIA, MASONERIA, ETC,ETC. ESTE MUNDO ESTA CIEGO Y LO PEOR ES QUE NO QUIEREN VER LA LUZ. |
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QUE PARADOJA. EN UN MUNDO DE EGOLATRAS RACIONALIZAR Y ENTENDER A UNA MUJER Y UN NIÑO, ES UNA QUIMERA.
POBRE MUNDO.
ESO ES EL EVANGELIO. UNA MUJER Y UN NIÑO.
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EN ESTE MUNDO DE HIPOCRITAS (YO ME INCLUYO) NO PODEMOS ENTENDER A UNA MUJER Y UN NIÑO.
EVA-NGELIO
ANGEL DE EVA
UNA MUJER Y UN NIÑO
TODO ES INTELECTUALISMO, FILOSOFIA, ETC,ETC, PERO QUE MUNDO DE MIERDA. NO PODEMOS A ENTENDER A UNA MUJER Y UN NIÑO. |
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De izquierda a derecha: Galileo Galilei, Marie Curie, J. Robert Oppenheimer, Isaac Newton, Louis Pasteur, Stephen Hawking, Albert Einstein, Carl Sagan, Thomas Edison, Aristoteles, Neil deGrasse Tyson, Richard Dawkins y Charles Darwin.
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La minoría más importante de Egipto
Quiénes son los coptos
Los cristianos coptos de Egipto conforman un grupo religioso de antiquísimo origen y constituyen la principal minoría del país.
Son unos ocho millones -el 10 por ciento de la población- y la mayor comunidad de Medio Oriente. Sin embargo, los demógrafos y analistas internacionales estiman que, si continúan siendo víctimas de estos sangrientos ataques y tensiones, están destinados a disminuir rápidamente Las masacres de hoy son solo las últimas en el tiempo en una larga trama de sangre por parte de grupos terroristas yihadistas. Los coptos se concentran en el Alto Egipto y en las periferias de las populosas ciudades de El Cairo y Alejandría, las dos más importantes del país.
Tras el derrocamiento militar en 2013 del presidente islamista Mohamed Mursi, los sectores más radicales que simpatizaban con él lanzaron una ola de violencia contra los cristianos coptos, especialmente contra sus iglesias y sedes. En febrero pasado, la filial del ISIS en Egipto amenazó directamente a los coptos en un video y les aseguró que “lo peor” está por venir.
Los coptos están presentes en todo el país y todas las categorías sociales, aunque se consideran marginados y fuera de algunos sectores como la justicia, la universidad o las fuerzas del orden.
Tras el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica y la Iglesia Copta iniciaron un camino ecuménico de diálogo que llegó en 1973 al primer encuentro -después de 15 siglos- entre el papa Paulo VI y el patriarca de los coptos, Shenuda III Juntos decidieron iniciar un diálogo teológico, cuyo fruto principal fue la declaración común del 12 de febrero de 1988.
La mayor parte de los coptos adhiere a la Iglesia Ortodoxa Copta. El resto está repartido entre la Iglesia Católica Copta y varias confesiones cristianas protestantes.
Es en ese marco en el que debe inscribirse el viaje que el Papa Francisco emprenderá al país entre el 28 y el 29 de abril próximos.
Historiográficamente, la historia del pueblo copto se remonta a tiempos del antiguo Egipto. Los miembros de la iglesia copta consideran que muchos de sus ascendientes fueron constructores de las pirámides. Sus antepasados más cercanos se convirtieron al cristianismo en el año 42 d. C y, a través de los años, conservaron su religión a pesar de las conquista musulmana de Egipto 600 años más tarde, con la cual, el país se perfiló con una mayoría islámica. Desde entonces, los coptos han sido objeto de discriminación.
Los primeros monjes coptos vivieron en Egipto en el siglo IV y la suya fue una de las iglesias que más sufrieron la avanzada islámica en el norte de Africa
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