Tú que me conoces y sabes a ciencia
cierta mis defectos y vicisitudes
con apenas unas débiles virtudes;
pero bien logradas con plena conciencia,
puedes comprenderme desde mi carencia
y entender el mundo de mis inquietudes,
por favor ¡Dios mío! por favor no dudes
en mirarme siempre con benevolencia.
He perdido todo lo que más amaba,
mis mejores sueños y mi identidad.
Tiéndeme la mano, no me desampares.
Se apagó la estrella, la que me alumbraba,
la que me llevaba por tantos lugares
y hoy me doy de topes en la oscuridad.
Heriberto Bravo Bravo