La Izquierda Española, en su fracaso, añora y necesita al general Franco
Contra Franco, la izquierda española pudo ganarse el favor de las masas y aparecer, incluso, como demócrata. Aquel fue un engaño magistral que ahora quieren repetir, a pesar de que saben que se han degradado tanto que ya es imposible repetir la jugada. Sin Franco, sus miserias, incapacidades, deficits y errores se han hecho visibles. El engaño ya no puede mantenerse por más tiempo. La realidad, cada día más visible, demuestra que España, bajo el mandato de la izquierda degradada que comanda Zapatero, es una fábrica eficiente de desempleo masivo, pobreza, desprestigio internacional y fracaso. Tal vez Dios debería tener más piedad de los desgraciados españoles.
Oponiendose al Franquismo, la izquierda española consiguió ser un espejismo esperanzador, pero, con Franco muerto, la izquierda española es una realidad lamentable que sólo puede exhibir su realidad y su obra: una España decadente, dividida, desmoralizada, sin confianza en su sistema político y en sus líderes y con sus calles llenas de empresas destruídas, parados desesperados y nuevos pobres. La Historia ha demostrado mil veces que la izquierda sabe destruir y que funciona como ariete demoledor, pero que es oncapaz de construir. Saben eliminar al Zar, pero lo sustituyen por Stalin, cien veces más inhumano y dañino. Se oponen al capitalismo, pero, cuando alcanzan el poder, generan más diferencias sociales, corrupción e injusticias que el peor capitalismo. En España, cuando se oponían a Franco hasta consiguieron disfrazarse de demócratas y ganarse la confianza de las masas, un capital que no han sabido conservar con el tiempo y que hoy, 35 años después de la muerte del general, han dilapidado casi por completo. Con su ideario social olvidado y enterrado, el socialismo ha quedado redfucido a una jaula de sátrapas prescindibles, obsesionados por el poder y los privilegios. Por eso salen a las calles esgrimiendo de nuevo el fantasma de Franco. Por eso empujan al juez Garzón para que abra las fosas y recupere el viejo odio que tantas veces ha enfrentado a los españoles. Añoran al viejo general y esgrimen su fantasma cada vez que pueden, intentando que siga proporcionándoles éxitos. La verdad es que ellos son los únicos que no han olvidado a Franco. Los demás, lo dejamos bien enterrado, bajo una losa de granito, cuando abrazamos con infantil ilusión la Constitución de 1978. La añoranza irracional por el franquismo empuja a muchos de ellos a repetir eso de que "Contra Franco vivíamos mejor", una frase que resume la inmensa necesidad que la izquierda española tiene de Franco y de lo que el caudillo representaba. En aquellos tiempos del ocaso del Franquismo la izquierda española disfrutó de una atractiva aureola de libertad y utopía que hoy ya no es creíble y resulta imposible de mantener. Una vez muerto el general, con el poder en sus manos, la realidad cruda se ha impuesto y la izquierda española solo puede exhibir su lamentable creación: una España destrozada que, gobernada por Zapatero, camina hacia el hundimiento de su prosperidad y su fracaso como pueblo. Los actuales dirigentes del PSOE han contraído una deuda inmensa con la parte sana de España que un día creyó en ellos, por haber dilapidado y frustrado aquella fe. La confianza y la esperanza la han roto gracias al fracaso de la política económica de Zapatero, a sus mentiras reiteradas, a su facilidad para pactar con partidos de ideología contraria, siempre para mantenerse en el poder, por su tendencia a comprar los votos que necesita en el Congreso con dinero público, por su fácil convivencia con la corrupción, per su obsesión incontrolada por el poder y por los privilegios que ese poder conlleva, por su escaso apego a la ideología y a los valores y por su sorprendente incapacidad para gobernar con inteligencia y justicia una nación moderna. El único gran "activo" que se le debe reconocer a la actual izquierda degradada es la facilidad que posee para la propaganda, la mentira y la manipulación profesional de la realidad. Con la ayuda de expertos bien pagados por el erario público y con la inestimable colaboración de la gran mayoría de los medios de comunicación españoles, especialmente de las grandes cadenas de televisión, la izquierda ha sabido hipnotizar a las masas, imponerles la mentira, disimular su fracaso y evitar, por ahora el castigo, que merecen por sus obras. La izquierda española, cada día más acosada por el avance de la verdad e incapaz ya de disimular su inmenso fracaso, se ha dado cuenta de que necesita desesperadamente a Franco para recuperar su sentido histórico y para retornar a una nueva "edad de oro" que ya es imposible. Sin Franco, la izquierda que encabeza Zapatero es un desastre deprimente y digno de desprecio, tanto por sus métodos como por su terrible balance histórico. La España que ellos gobiernan y que han construído (con la inestimable ayuda de una derecha casi tan decepcionante e incapaz de ilusionar como alternativa) es líder mundial en casi todo lo deleznable: fracaso escolar, desempleo, avance de la pobreza, prostitución, tráfico y consumo de drogas, blanqueo de dinero, alcoholismo, baja calidad de la enseñanza, amiguismo, enchufismo, nepotismo, abuso de poder, hipertrofia del Estado, endeudamiento, despilfarro, destrucción del tejido productivo, inseguridad ciedadana, pérdida de confianza de los ciudadanos en el poder político, deterioro del sistema político, desprestigio de la "casta" política y un largo etcétera que incluye corrupción, urbanismo salvaje, record de población encarcelada, violencia en los hogares y en las escuelas... A pesar de que su obra es una evidente pocilga y un grandioso monumento al fracaso; aunque Zapatero y los suyos hayan acomulado méritos para dimitir cien veces; a pesar de que las comunidad mundial les ha humillado al desacreditarlos y convertir a España en un protectorado bajo implacable tutela, han decidido "resistir" en el poder, aunque España se hunda cada día un poco más, demostrando así hasta donde puede llegar la degradación de una izquierda que ha renunciado a la verdad, a la limpieza y a la grandeza de lo público.
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