Aquella mitologica Buenos Aires . . .
Alguna vez, Buenos Aires fue digna de contar con la cuarta sucursal de Harrods y la primera del continente. Fueron tiempos jubilosos, casi de ensueño...
muy diferentes a la pesadilla de fin y principios de siglo que la Argentina padece y que nadie hubiera imaginado durante la inauguracion de la tienda,
a principios de siglo. He aquí su historia y, acaso, la nuestra propia.
Harrods símbolo de la belle époque
"Harrods es la mas alta expresion de elegancia y calidad, lo mejor que se importa. Departamento de pieles (...) Rica capa manteau en loutre de Colombie, 100 cm de largo, cuello (...) smoking, forro de seda $130. Camiseria para caballeros. Camiseta de vicuña, mangas largas $24,00, calzoncillo haciendo juego con la camiseta, pretina de seda poplin $25,00. Camisas de tafetas, sin cuello y sin puños dobles, $7,50. Calzado para caballeros. Botin en potro charolado, con caña de antiolpe o becerro, cordones o botones, (...) $24,00. Polainas de castor muy fino, con cuatro botones, en negro, marron (...) beige y gris (...) $5,00" . La Nacion, 18 de mayo de 1916
El 31 de marzo de 1914 Harrods Buenos Aires abrió sus puertas, según las crónicas "...asistieron Julio Roca, Lucio V. Mansilla, Joaquín de Anchorena, y las señoras Cantilo de Gallardo, Alvear de Lezica, Fernandez de Fernandez, Pero de Ziegner, Basavilbaso de Urdinarrain, Lastra de Bidau, Quirno de Lastra, Quintana de Pearson, Pearson Quintana de Paz Anchorena, Carles de Guerrico, Crisol de Molina Salas, De la Riestra de Lainez y Crisol de Cullen, quienes hicieron de improvisadas y simpáticas vendedoras...". Hubo más de 15.000 personas, y la recaudación fue donada al Patronato de la Infancia. En los años de oro -los 40 y 50-, y sobre todo en las liquidaciones, pasaban hasta 45 mil personas por día.
"Hace 100 años, en la fangosa calle pincipal de la entonces aldea de Knightsbridge, Henry Charles Harrod se convirtió en propietario de un negocio pequeñito, iluminado por lamparas de querosén y dedicado a la venta de tes, jabones y velas. Nacida en el corazón de la ciudad más grande de la tierra..." Así saludó, en marzo del 49 y en un aviso de a página, Harrods-Londres a Harrods-Buenos Aires. Y que menos, si ese coloso gris de estilo eduardiano, seis pisos, 55.000 metros cuadrados, 1500 empleados, enano vestido de verde en la puerta de Florida 877 (telefono R.T. 6410, Avenida), boisserie importada hasta la última astilla y arañas de alabasto, facturó ese año 50 millones de dolares. O tempora, o mores...
Harrods (o Harrods: uso ambas formas en sus logotipos), bajo el eslogan El rendez vous social, nació el 31 de marzo de 1914 con medalla de oro: la central de Londres solo tenía sucursales en Manchester, París y Berlín, y darle el imprimatur a Buenos Aires era ornarla con el título de la ciudad más importante de America del Sur, y también la más chic hasta Río Bravo. Otro de sus lemas no mentía (ni siquiera exageraba): "Lo que usted quiera, Harrods lo tiene, lo hace o se lo consigue". Desde un vestido de voile blanco con bordado de color y botones de Irlanda (75 pesos en 1925) hasta un piano alemán afinado por expertos de la casa". Desde un zapato en potro charolado con hebilla de fantasía (20 pesos) hasta un corte de pelo para "damas, caballeros y niños" en camarines privados con lavabos de mármol de Carrara, grifos de bronce modelo camarote de tren inglés y espejos biselados. En cada piso se desplegaba la seda y su frou-frou (sonido inequivoco), el cotele, el chiffon, el crepe mogador, el saten, el tafetan, el lamé (acaso el mismo que forraba "ese tapado de armiño que tu cuerpito abrigaba al salir del cabaret", según cierto tango tristón).
Harrods. Una manzana (Florida, Córdoba, San Martín, Paraguay) donde el té con masas fue un rito, donde la Belle Epoque dejó huellas indelebles, donde un grupo de patoteros porteños de familias high se atrevió a entrar hasta el salón principal en un coche de caballos, y donde-jineteando un caballo de madera- le cortaban el pelo a un infante nacido Manuel Mujica Lainez. Que, muchos años después, ya escritor notable y ya Manucho, se compró ese caballo de su infancia y lo albergó en su casa...
Otras tiendas gigantes había en Buenos Aires, sí: Gath & Chaves, La Piedad, McHardy Brown, San Miguel, Las Filipinas. Pero solo Harrods se atrevía a tener 100 departamentos, un elefante de la India (vivo) en la exposición dedicada a Inglaterra, un omnibus de dos pisos -otro homenaje a Londres-, y una replica del Patio de los Leones de Granada con fuentes y todo, y vidrieras (las más grandes de América) donde tanto se simulaba una calle romana o un bistró frances, como un rincón egipcio. Eso, sin contar, por ejemplo, "la más principesca cena que recuerde Buenos Aires", como escribió un cronista de La Prensa: fue en el 45, se llamó "De la Victoria", celebrando el fin de la segunda gran guerra, y las mesas estaban dispuestas en V: alusión al gesto que hacía sir Winston Churchill con sus dedos anular e índice en aquellos días tan negros como gloriosos.
Las inmensas vidrieras eran algo más que una mera y vulgar exposición de mercaderías arregladas con más o menos buen gusto o ingenio, en ellas, a la par del refinamiento de aquellas se plasmaba el arte y con él, lo bello de la vida.
|
|
|
|
Pero (todo cambia, todo cambia), la desintegración de la economía, las brutales inflaciones, la decadencia de la clase media, el estrés, el apuro, las boutiques y cuanta causa puedan aportar los sociólogos pulverizaron, poco a poco, el plantel -que llegó a 2 mil empleados en al década de los años 50-, la confiteria, los opulentos salones de lustrar, la calesita, etcetera. Y lo peor: murió el estilo Harrods. Algo que no sucedió en Londres ni siquiera en el 85, cuando la familia egipcia Al Fayed (el padre de Dodi, fallecido junto a la princesa Diana) compró la tienda en 344 millones de dolares: la reina Isabel siguió haciendo allí sus compras de Navidad, y todo en paz. Allá por el 77 hubo un manotazo de resurrección: la redecoraron, la relanzaron con avalancha publicitaria, le inventaron exposiciones y conferencias, le reabrieron el fastuoso restaurante, le pulieron los espejos (replica de la Galería de los Espejos del palacio de Versalles), pero no hubo caso, la agonia no cesó."
Harrods fue la primera y unica replica sudamericana de la casa creada por el londinense Henry Charles Harrod, en el 8 de Middle Queen Building. La fachada sobre Florida (que ostenta el status de Patrimonio de la ciudad) fue inaugurada en marzo de 1914, como un reflejo tardío por los festejos del Centenario. Seis años mas tarde, el edificio se extendió hacia toda la manzana. En 1922 Harrods se fusiono con la otra gran tienda porteña, fundada en 1883 por el ingles Adolfo Gath y el santiagueño Lorenzo Chaves, que estaba en Florida y Cangallo. En mayo de 1970 ambas tiendas fueron adquiridas por Almacenes Argentinos, subsidiaria de la financiera Anglo del Río de la Plata, de capitales italianos. Fue el fin de Gath & Chaves, que cerró definitivamente sus puertas. El flujo comercial de Harrods se deterioró desde los años de la hiperinflacion y no volvió a recuperarse. Paulatinamente, fueron cerrando cada uno de los siete pisos que se levantan sobre la manzana de Florida, San Martin, Cordoba y Paraguay. De los 47.000 m2 de salón de ventas, con escaleras de marmol, pisos de cedro y ascensores de hierro forjado con capacidad para 20 clientes; solo quedó en funcionamiento parte de la polvorienta planta baja.
En 1977, los grupos Perez Companc y Tornquist compraron el paquete accionario de Almacenes Argentinos. En esos años comenzó la meteorica carrera de Atilio Gilbertoni, quien tenía a su cargo la dirección comercial y quien en pocos años, pasó de empleado a dueño del 51% de las acciones de Harrods. En 1983, Mohamed Al Fayed pagó 350 millones de dolares por la matriz y quiso recuperar la licencia sudamericana de Harrods: se dice que llegó a ofrecer a Gilbertoni hasta 10 millones de dolares, sin éxito. Entonces, el egipcio llevó el tema ante los tribunales de Londres, pero Gilbertoni contrató a Bischoff, Frere & Ciolmele, uno de los principales estudios jurídicos de Gran Bretaña, y ganó la causa en territorio ajeno. En mayo de 1998, la Camara de los Lores falló definitivamente a favor de Gilbertoni. Pero en los fundamentos del fallo había un preanuncio: describía la situación financiera del argentino como difícil. Las deudas acumularían millones de dolares.
Entre 1993 y los primeros meses de 1999, no menos de cinco inversores se interesaron en comprar la tienda: la chilena Falabella, la española El Corte Inglés, la francesa Printemps y dos cadenas hoteleras. Los promotores fueron dos altos funcionarios, Orlando Ferreres (ex viceministro de Economía, en 1993) y Manuel Solanet (ex secretario de Hacienda durante 1998). Gilbertoni les pidió que consiguieran inversores: Entre operadores inmobiliarios y hoteleros, bancos de inversión y empresarios de comercio, Gilbertoni recibió ofertas de hasta 50 millones de dolares. Pero todos los intentos naufragaron porque Gilbertoni no quería resignar su control accionario sobre la tienda.
HARRODS se fue apagando, desvaneciendo, como tantos otros sueños...
Oscuridad y silencio en las vidrieras que otrora conocieran lo mejores productos del mundo. Los últimos años: Poca oferta y escasa demanda. Las celebres vidrieras perdieron su glamorosa seducción.
"La situacion parece desesperada. El unico piso habilitado -la planta baja- tiene muy poca mercaderia: ropa para señoras y caballeros (a precios normales) y colonias y jabones con la marca de la casa. Los ingresos dependen de las pocas ventas y de lo que se recauda en el estacionamiento del subsuelo. En el fichero de ingreso de personal solo se leen 15 nombres. En total, la tienda emplea hoy a 50 personas. Las vidrieras de Cordoba y San Martin hablan por si mismas: telones negros y mucho polvo tapan los vidrios. Visto desde afuera, el edificio se asemeja a un gigante abandonado"
(Fragmento de un informe de la revista Gente, fechado el 13 de agosto de 1999)
Fallo Favorable
Más allá del inmueble -que fue declarado monumento historico de la ciudad-, el principal activo que conserva CBC Interconfinanz es la titularidad de la marca Harrods.El grupo suizo ganó hace tres años un juicio en Gran Bretaña para utilizar el nombre en America del Sur.
A mediados de junio de 1999, el juez en lo civil Luis Gaibroyz dio lugar a los reclamos de los acreedores: ex empleados, el ente residual de Obras Sanitarias, la auditoría Arthur Andersen y el Banco de Santa Fe. El magistrado designó a las inmobiliarias Vinelli y Llauro para que concreten el remate. Harrods, la última gran tienda de Buenos Aires que todavía conserva su formato original sería finalmente vendida en una subasta a mano alzada, con un precio base de 8,8 millones de dolares un precio irrisorio en comparación con las ofertas de decenas de millones que su dueño había llegado a escuchar en los seis años que Harrods estuvo en venta. Dentro de seis semanas, los agentes bajarían el martillo al nuevo dueño
|
| |