Juan de Garay el sábado 11 de junio de 1580, día de San Bartolomé. Martel recibió esta suerte en lo que iba a ser el actual partido de Vicente López,
junto con sus convecinos, el lunes 24 de octubre del mismo año. Tenia frente sobre la barranca del Río de la Plata y una legua de fondo, por lo que llegaba
hasta la actual Avenida Constituyentes, límite con San Martín. Luego se fueron sucediendo varios dueños, hasta llegar a 1831 en que lo fue Juan Bautista Segismundo.
En la década 1880-1890 hubo tres propietarios: Ramos, Pérez y Montero, y la larga extensión desde el río hasta Constituyente había sido parcelada.
El señor José Antonio Trabucco (1868-1939 ), procedente de Italia y radicado en Buenos Aires, se dedicaba al comercio internacional . Al filo de siglo XIX
decidió comprar un terreno fuera de la capital, para pasar sus vacaciones. Su familia estaba compuesta por sus hermanos Catalina Trabucco de Terrile
(1863-1915), Agustín Trabucco (1865-1929) y su esposa Ana Viglione (1873-1952 ). La compra de una propiedad se suele decidir por ciertas circunstancias:
tener vista al río, gozar de un importante accidente geográfico o del encanto de un bosque o bosquecillo. Aquí no se dio ninguno de esos atractivos.
Era una lomita con un pequeño laguito o charco grande, sobre lo que hoy es la Panamericana. En él -junto a las infaltables ranitas- unos simpáticos patos.
Doña Ana se prendó de esto, y tal fue la razón final de la elección.La compra fue alrededor de 1892. Lo primero que se decidió fue poblar de árboles el terreno pelado.
Esta tarea se le encomendó al señor Luiggi Mendaro, quién con su experiencia y paciencia llevó a cabo esa misión. Hoy disfrutamos de su resultado.
En 1900 comenzó a levantarse el edificio, con las características imperantes en ese tiempo. Tuvo además como apoyo ¨un rancho¨ para el quintero, capataz, y siete peones .
Aquí hubo ¨flores para cortar¨, quinta, frutales y viña.Gallinas, patos, ovejas, algunas vacas y hasta cerdos proporcionaron no solo vida animal al lugar
sino también sabrosos bienes de consumo, que una vez por semana se llevaban a la casa ubicada en Cangallo 1473, donde Trabucco hacía una ¨justa distribución¨
entre sus parientes. Entusiasmado con el nacimiento de su primera hija, Don Antonio le puso el nombre de Villa Delia, que dejó de usarse después de su muerte.
Lo adquirido, unas ocho hectáreas, dos sobre la actual calle Beiró y cuatro sobre Melo, llegaba hasta Estanislao del Campo. El trazado sobre un mapa actual,
muestra que sobre ese terreno se encuentra el Acceso Norte a la capital: la Ruta Panamericana (donde estaba el laguito). La casa estuvo destinada a veraneo.
La familia se instalaba el 1º de noviembre, hasta después de la fiesta de San José. El parque comenzó a llenarse de árboles, con gran variedad de ejemplares.
Tenía pileta, cancha de tenis, otra de bochas donde se jugaban partidos que dirigía Delia. Se disponía de varios caballos de tiro y para cabalgar.
Eran blancos, con ellos se trasladaban al río yendo por la calle Ibáñez (hoy Melo). Eso no fue el único atractivo pues hubo tres autos:
un Ford T, un Okland en 1930, y otro Ford en 1932.
Casada Delia con Juan Monés en 1923 (pasaron la luna de miel aquí ) y Zulema en 1926 con Ernesto Morales, la casa pasó a tener varios ambientes.
Un dormitorio para los ¨abuelos”, otro para los Monés, y un tercero para los Morales . En 1925 se agregó uno más, pues nació Nelida Ana, primera nieta.
El hijo menor -Alberto- murió soltero sin descendencia. Una casa ¨en el campo¨ no podía dejar de tener una habitación de huéspedes, la que ocupó la hermana de Ana,
Quela V. de Caramelli y otros parientes. Para llegar podía optarse por la Avenida Santa Fe (hoy Av. Maipú) que se conectaba con Cabildo.
Se llegaba hasta Ibáñez y desde allí hasta la mansión, sobre todo después que la arteria fue empedrada (una de las primeras del partido).
La otra opción era viajar por tren (a vapor), bajándose en la estación Florida. A la casa se llegaba también por las calles adoquinadas.
Numerosas y simpáticas reuniones se realizaban a menudo. Además de festejarse las fiestas propias de la familia fue punto de reunión para escritores
convocados por Ernesto Morales; músicos, citados por Delia, y todo aquel que hiciera culto de la amistad. En 1913 Don Antonio dispuso que en una esquina,
la cual da ahora sobre Melo y Beiró, se construyera una capilla. El templo más cercano era la parroquia Jesús en el Huerto de los Olivos.
Se hicieron las gestiones ante el obispado de La Plata. La insistente requisitoria de Ana Viglione de Trabucco, con un grupo de señoras, se vio coronada
cuando (con la presencia del obispo, monseñor Juan Nepomuceno Terrero) quedó habilitado el templo, atendido por el padre José Antonio Coffa.
La capilla en 1916 pasó a ser vicaría y posteriormente, estando a su cargo el presbítero Eduardo Vanini, el 31 de diciembre de 1931 fue erigida en parroquia.
Muerto Trabucco en 1939 a los 71 años, su viuda -que vivía allí- decidió que el casco de la quinta pasara a poder municipal, para que se habilitara como parque público.
Tenia dos hijas casadas y una sola nieta, quien en 1948 contrajo nupcias con Rodolfo Armando Favergiotti. La fiesta, previo reordenamiento de la casa, se hizo allí.
Tal vez fue el último gran acontecimiento, porque Doña Ana murió en 1952 a los 79 años y sobre el lugar se tendió -poco a poco- un telón de vacío y silencio.
La cesión estaba condicionada, pues tenia derecho al uso de la casa hasta su muerte su hijo Alberto, quien seguro encontró allí motivos para su gran obra de pintor.
Su pincel tuvo jerarquía internacional. Por eso la propiedad no pudo usarse, sino después de su fallecimiento. En la década del 50, la Quinta fue cercenada por la¨Panamericana¨.
En 1959, Alberto Trabucco y Nelida Monés donaron los terrenos adyacentes a la parroquia para permitir la construcción de los edificios de las escuelas
¨Nuestra Señora de la Guardia ¨ y ¨Ceferino Namuncura¨. Quedaron algunos lotes, se abrió una calle: Rosetti, y el parcelamiento llegó a lo actual,
quedando unos 15.000 metros cuadrados como viviente testimonio. Para los ¨chicos¨, hubo una época en que se constituyó en un apasionante atractivo.
Algunos se ¨pasaban” del patio parroquial. Otros se ¨colaban¨ por los distintos lados. Así resultó campo propicio para que jugaran al fútbol, para que los boy-scouts
armaran sus campamentos, para que se disfrutara de alguna ronda femenina y hasta para escuchar conciertos al aire libre.
En 1973, por disposición de su usuario, quedó absolutamente cerrada y vedada para tan afanosa inquietud. A poco de fallecer Alberto Trabucco -el famoso artista-,
su administrador Marconi la puso a disposición de la Municipalidad, que el 14 de noviembre de 1990 tomó posesión efectiva.
A partir de ese momento, se ha constituido en un importante centro de actividad cultural pues, proyectados jerarquizados programas, concitaron la concurrencia
de miles de espectadores.Lo simpatiquísimo y peculiar es que los numerosos asistentes a los grandes conciertos al aire libre del verano, concurren con sus sillas plegables
y se ubican conforme a sus deseos. Y si no se dispone de sillas, con tirar una manta sobre el césped es suficiente. Pero eso no es todo.
Sin alterar el diseño, sobre su fondo lindero se construyeron dos aulas, con sanitarios y otras dependencias necesarias para el funcionamiento de los muchos ¨talleres¨ existentes.
Por si eso fuera poco, a partir de la gestión del actual Director, iniciada el 1º de agosto de 1999, la casona tradicional ha sido totalmente destinada a importantes
exposiciones de grandes artistas nacionales e internacionales, con servicio especializado de visitas guiadas para público en general o establecimientos educativos,
y se recuperó plenamente el microcine, dotándolo con un gran televisor color de 38 pulgadas, que permitió por en funcionamiento dos cineclubes, uno para adultos
y otro para niños, y donde se exhiben asimismo videos de arte sobre la vida y obra de los artistas expuestos.Todo lo cual se complementa en la misma casona
con importantes espectáculos de música y teatro de cámara, a lo cual se ha añadido en los últimos tiempos el viejo arte de los títeres, que hace las delicias de niños y adultos.
Existe un proyecto muy avanzado para remodelar las instalaciones del fondo, llevando a cuatro el número de aulas, dos de las cuales estarían separadas por una pared
rebatible que permitiría convertirla en auditorio, para conciertos, conferencias y espectáculos. Allí se instalarían también las oficinas de la Subdirección de Artes Plásticas de la Municipalidad,
con un depósito especialmente diseñado para albergar hasta 1000 obras. La ordenanza nº 2132, que acepta la donación, es de fecha 5 de junio de 1953.
La nº 6846, del 4 de julio de 1989, determinó las medidas del terreno, su nomenclatura catastral y el destino de parque semi-público.
Es de hacer notar que esta última ordenanza estimó que el valor de la donación era, por aquel entonces, de 650.000 dólares, aunque hoy es probable que valga mucho más.
De todos modos, para los miles y miles de entusiasmados asistentes que gozan de este bello y excelente espacio público en forma absolutamente gratuita,
su verdadero valor no puede medirse nunca apenas en dinero. Quizá, por eso mismo, su actual Director es un poeta:
Rodolfo Alonso, quien viene ejerciendo esa función desde el 1º de agosto de 1999.