Las Ocampo
Villa Ocampo nace en 1891, sobre un terreno que excedía largamente al actual. Francisca Ocampo de Ocampo lo cede para que su sobrino Manuel construya una típica villa italiana, donde la familia pasaría sus veranos, de noviembre a marzo.
En su testamento aclara que, a la muerte de Manuel y su esposa, la propiedad fuera heredada por la hija mayor del matrimonio. Gracias a ese legado, la Villa Ocampo se convertiría en un lugar casi mítico. Invitadas por Victoria, pasarán por allí personalidades del mundo entero.
Los Ocampo son una de las grandes familias aristocráticas de la Argentina. Dueños de interminables extensiones de campo en Córdoba y Pergamino, hoy encontramos pueblos donde antes existían los cascos de sus estancias. La ciudad de Villa María, en Córdoba, por ejemplo, se fundó en terrenos de su propiedad. Por eso la historia de la patria se volvía, para Victoria y Silvina Ocampo, una historia de familia. Uno de sus bisabuelos apoyó económicamente la Revolución de Mayo, otro era gran amigo de Sarmiento y un tío abuelo, Enrique Ocampo, mató de un tiro a Felicitas Guerrero por despecho amoroso.
Feminismo, sur y final
María Esther Vázquez afirma que el lugar común indica que Victoria era una mujer de mal carácter que mandoneaba a todo el mundo, que mandoneaba a sus pares, que lo mandoneaba a Borges.
Según Sara Facio, eran dos caracteres completamente opuestos. Borges era retraído, callado, y Victoria todo lo contrario. Decía lo que pensaba e incluso era capaz de insultar de manera muy guaranga. Pese a un cierto contrapunto muy fuerte, ella lo admiraba y pensaba que era el mejor escritor argentino de su generación, mientras que él hablaba de ella con enorme respeto.
En 1936, Victoria Ocampo, María Rosa Oliver y Susana Larguía fundan la Unión Mujeres Argentinas. Además de pelear por el voto femenino y defender los derechos civiles y políticos de sus congéneres, pedirán amparo a la maternidad, protección al menor, desarrollo cultural y espiritual de la mujer y disminución de la prostitución. Victoria, la "conservadora", la "acaudalada", la "mandona", siempre creyó que las mujeres y los hombres debían tener la misma educación y acceder a las mismas oportunidades.
Desde este punto de vista, se podría decir que las Ocampo han sido de las mujeres más influyentes en la Latinoamérica del siglo XX. Especialmente si se considera que lo fueron por sus propios méritos y no por haberse casado con hombres poderosos.
En 1939 llega a Buenos Aires Roger Caillois, el difusor de la obra de Borges en Francia. Asistido por Victoria, comenzó a traducir y publicar a escritores latinoamericanos. Con él tendría un fulgurante romance que derivaría en amistad. Se instala cuatro años en Buenos Aires, a expensas de Victoria.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, Victoria asiste al Juicio de Nuremberg. Es la única mujer latinoamericana invitada. En Nueva York, presencia los comienzos de las Naciones Unidas, como habrá de presenciar luego en París los principios de la Unesco. Testigo admirable, con prosa directa y vital, relata lo que a sus ojos iba haciéndose ya historia. Su correspondencia es titánica; se conservan en la Universidad de Harvard cartas con nombres descollantes como Graham Greene. Frecuenta toda clase de personas. Se entrevista con la reina Isabel de Inglaterra; hablan de Nuremberg, de Gran Bretaña, del comportamiento de los ingleses durante la guerra, de la traducción de los libros, de las afinidades que hay o no hay entre los pueblos.
Para 1953 la revista Sur había tenido un claro perfil antinazi, antifascista y antifranquista, y celebrado el triunfo aliado en la Segunda Guerra Mundial. Paralelamente, festejó la caída del gobierno de Juan Domingo Perón a manos del golpe militar de la Revolución Libertadora en 1955. El 8 de mayo, mientras descansa en Mar del Plata, la policía allana su casa y se lleva a Victoria como presa política a la cárcel de El Buen Pastor. Es acusada de posesión de armas y complot. Ernesto Schoo afirma que "Victoria no tuvo jamás, como decía ella, ni siquiera un revólver, en ninguna de sus casas. Se trataba de alguna manera de fastidiarla y molestar a esta mujer que era opositora a Perón". Permaneció veintiséis días presa.
María Esther Vázquez recuerda que "Victoria tuvo muchos detractores, no sólo durante el peronismo. En los años 60 y 70, «Borges» era una mala palabra en la Facultad de Letras. Y «Victoria», peor. Victoria estuvo presa, y no obstante la llamaban fascista y comunista, según el momento. Igual que a Borges".
Sara Facio confiesa que "en mi juventud siempre había oído hablar de Victoria como que era extranjerizante, que era una mujer déspota y poco dada a lo nacional, hasta que leí un libro de ella y descubrí que todo era falso de toda falsedad. Victoria profesaba gran amor por nuestro país".
Un año después de la caída del peronismo, en 1956, se la distigue con la presidencia del Fondo Nacional de las Artes.
En 1963, vuelve a París. Y es en esa ciudad, a la que había aprendido a amar desde pequeña, donde experimenta los primeros dolores del cáncer. En 1968, Indira Gandhi llega a Buenos Aires. Visita Villa Ocampo y en la Embajada de la India le entrega a Victoria el doctorado honoris causa de la Universidad Visva Barathi.
En 1973, Victoria renuncia al Fondo Nacional de las Artes. Decide donar Villa Ocampo y Villa Victoria (la casa de Mar del Plata) a la Unesco, "para ser utilizada con un sentido vivo y creador, en la producción, investigación, experimentación y desarrollo de actividades culturales". La inmensa fortuna se había ido agotando y se comenta que la donación se debió a que no lograba pagar los impuestos de la propiedad.
En 1977, Victoria fue incorporada a la Academia Argentina de Letras. Era la primera mujer en llegar a uno de esos sillones. No lo agradeció. En su discurso dijo: "Los felicito, miembros de la Academia Argentina de Letras. Los felicito a ustedes porque motu proprio han vencido un prejuicio y eso exige siempre un esfuerzo".
Victoria muere el 27 de enero de 1979 a las nueve de la mañana en Villa Ocampo. Borges escribe: "En un país y en una época en que las mujeres eran genéricas, tuvo el valor de ser un individuo. Dedicó su fortuna, que era considerable, a la educación de su país y de su continente. Personalmente le debo mucho a Victoria, pero le debo mucho más como argentino".
Desde la TV
Como explica la autora en la introducción de su nuevo libro, que publicó Sudamericana y ya está en librerías, Secretos de familia fue una serie documental de diez capítulos que se vio a finales del año último por televisión. Cada programa unitario se refirió a una familia emblemática de la Argentina, con historias sorprendentes. De las Ocampo a los Botana, pasando por los Santucho, los Alsogaray y los Oesterheld, historias con apellido que atravesaron los siglos XIX y XX, y dejaron una huella.