Francisco Alvarez Hidalgo
A quienes no tuvieron, y soñaron,
a cuantos alcanzaron, y perdieron,
a los apáticos que no apreciaron
la paz, el gozo, el bien que recibieron,
a los misántropos que sofocaron
las antorchas que se les encendieron,
a todos, al despierto y al dormido:
Volved al sueño que se os ha perdido.
No me dejéis crecer, quiero una vida de niñez permanente, con visiones que trasciendan al tiempo, a las razones, en una navidad indefinida.
Sea verdad el mito, nadie impida la realidad del sueño, que hay ladrones dispuestos a usurpar las ilusiones, dejando el alma estéril o vencida.
Quiero siempre escuchar las campanillas del trineo nocturno, las mejillas contra el frío cristal de la ventana.
Nunca Papá Noel falta a la cita; aunque nunca le he visto, su visita se evidencia al albor de la mañana.
NAVIDAD INVERNAL
No quedan ya zagalas ni pastores, ni en la noche, a la luz de las estrellas, bajo las burdas mantas, ellos y ellas contrarrestan el frío con sudores.
Distribuye el invierno los rigores de su escarchada alforja; de sus huellas no se alzan danzas, himnos ni doncellas diseminando pétalos de flores.
El silencio es la nieve de la nieve, un estrato intangible. ¿Quién se atreve a profanar su monacal sosiego?
El tiempo es blanco, los relojes quietos, tenue la luz, colmados los abetos … Qué suerte, Dios, no haber nacido ciego.
LUZ Y BULLICIO
Luz y bullicio y voces de ciudad, paz y balidos de campiña oscura, qué atmosfera aquí idílica, tan pura, y allí qué tintes de frivolidad.
Címbalos y arpas en la claridad de alas blancas batidas en la altura; sobre la tierra adusta hoy se inaugura nuevo reino de espiritualidad.
No se anuncia primero al potentado, sino al hombre del hato y del arado, que más sabe de amor quien nada tiene.
Y es el más indigente, el más pequeño quien entiende el mensaje navideño por cuanto es, no por cuanto le conviene.
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