Ahí están las estrellas, a menudo
poetizadas, vaticinadoras,
u observadas en éxtasis por horas
bajo el conjuro de su hechizo mudo.
Y a veces olvidadas. Las saludo
como a viejas amigas, seductoras
un tiempo atrás, ya no generadoras
del sueño entrando en mi portal desnudo.
Si interpretan futuros, no las creo,
si susurran amores, las bloqueo,
las ignoro, si intentan seducirme.
Tanta fe tantas veces tuve en ellas
que al fin se malogró, que aunque tan bellas,
son incapaces ya de persuadirme.