La historia de Abel y Felisa era bastante original. Y trágica.
A la mujer se le daba por hablar con muertos conocidos o desconocidos,
con los santos más variados y últimamente, con la virgen María.
También Escribía esas originales conversaciones y luego las editaba en forma de libritos estimulada por el párroco.
Daba lustre a la parroquia tener una feligresa en comunicación directa con Santa Rita, San Antonio y San Cayetano.
- Y cuando San Expedito le decía que debía irse por "los caminos", ella se iba y a lo mejor no volvía en seis meses,
contaba Abel haciendo un gesto de desagrado.Gloria estaba asombrada. Qué historia!
Tanteó con cautela panorama.- Y vos, qué pensás de todo eso?
- Y....yo por las dudas, no me divorcié y la acepté siempre que volvió. No sea que todo este disparate sea cierto.
Y aclaró, muy serio, en un murmullo:
- San Antonio le dice cuándo tiene que volver.
Gloria no supo qué contestar. Con San Expedito se iba y con San Antonio volvía.
- Y alguna vez la vio un médico? Un psiquiatra por ejemplo?
Abel la miró asustado.
- Por qué? Creés que sea cosa de psiquiatra? Pensás que está enferma? Y si todo es
verdad? Y si tiene un don especial?
Gloria se sintió atrapada. No supo qué contestar.
- No, no. Es decir...no sé. Preguntaba nomás.
Y el tema se agotó allí, por suerte para los dos.
Un pobre hombre creyente debatiéndose entre la duda y la lógica.
Hablaron de gustos personales. Libros, no. Abel se dormía leyendo. Teatro, no. Abel se aburría en el teatro.
Películas: las de la tele. Eso sí, era todo un entendido en música popular de calidad, sobre todo jazz .
Era un poco frustrante.
Parecía un buen tipo navegando en una nebulosa sin gustos personales muy definidos.
Abel tenía, junto con un socio, una empresa de reparaciones de todo tipo y les iba bastante bien.
Las tierras se habían perdido con los vaivenes económicos del país y las repartijas entre los hermanos a la muerte de los padres.
Con el remanente, Abel había logrado montar esta empresa que, prácticamente dirigía Carlos, su cuñado y socio.
- Y hablando de Carlos...Abel sacó el celular.
- Carlos, venite a tomar un café. Te quiero presentar una amiga muy querida. Estoy en....
Amiga muy querida...Gloria se sintió envuelta por una suave y cálida sensación. Muy querida. Se emocionó.
Esa mirada el día de la despedida, esa mirada que había sido sólo para ella....
Desde la frontera entre el recuerdo y la fantasía, Gloria volvió a ver a Abel mirándola, brillando al sol otoñal de Villa Pueyrredón.
- Te acordás cuando que te fuiste?
-Claro! Cómo no me voy acordar. Una amargura total!
- Te acordás que te quedaste mirándome?
Abel reflexionó.
- No... no me acuerdo. Estaba furioso con papá. No había querido que cargaran mi carrito al camión. "Refucilo" se quedó en el garage.
Es de lo único que me acuerdo. Qué amargura!
Y en ese momento de cruel revelación, mientras Gloria trataba de digerir las palabras de Abel, Carlos entró al restorán
El domingo Gloria fue invitada a navegar con Abel en el yate de Carlos. Era un programa que armaban con bastante frecuencia.
El Delta estaba glorioso con sus fresnos de color amarillo!
Gloria recordó: en un otoño se había ido Abel. En otro, treinta años después, volvía. O mejor, ella iba hacia él.
En el almuerzo, Abel había hecho demasiado honor al vino que Carlos había llevado y se había ido a uno de los camarotes a dormir
y ése fue un muy buen momento para hablar.
Carlos le contó que Abel se deprimía con frecuencia y por eso él trataba de estar al pie del cañón, por las dudas.
Había otra razón más profunda. Él le había presentado a su hermana cuando èsta ya presentaba comportamientos algo confusos.
Como muchachos jóvenes que eran, esto les había causado gracia. No habían logrado ver el peligro que implicaba.
Por ese entonces ella no oía voces estando despierta: sólo soñaba con personas desconocidas que le daban mensajes.
Los muchachos bromeaban y le pedían que les preguntara el número ganador de la quiniela y cosas así.
Y ella se enojaba y puchereaba, entonces Abel la abrazaba y le pedía perdón y la invitaba a pasear en bicicleta o a tomar un helado.
Felisa había expresado su voluntad de ser religiosa pero eso no sucedió porque Felisa y Abel se enamoraron.
- Y fue todo un desastre. Mi hermana tuvo dos niños muy seguiditos y después del segundo parto San Expedito le dijo
que se tenía que ir para dar al mundo su mensaje. Y ella se fue y lo dejó a Abel con los bebés y no había nadie que lo ayudara:
sus hermanas vivían en el interior, en Salta.Así que yo me mudé con él y juntos, como los de "Extraña Pareja", criamos a los chicos.
Yo nunca me casé. Es como si estuviera casado con Abel y tuviera dos hijos.
Se calló. Mientras hablaba no había mirado ni una vez a Gloria.
- Abel todavía cree que un día esta pesadilla va a terminar y que mi hermana volverá para quedarse.
- Y ahora dónde está?
- Sólo San Expedito lo sabe.
Carlos tenía las manos entrelazada. Gloria puso la suyo sobre ellas y sonrió.
- Mi Dios! se sobresaltó, te invitamos a navegar y mirá. Te solté todo un monólogo deprimente. Perdoname.
No era mi intención. Es que anoche estuvimos hablando con Abel y me contó lo buena que eras y que
cuando eran chicos estaba muuuy enamorado de vos.
Sonrió.
- "Linda y buena. Y yo estaba enamorado de ella" me dijo.
¡La botellita! ¡El beso de la botellita! Abel la había elegido a ella de entre todas!
La había elegido porque estaba enamorado de ella! Lo que un niño no había podido decir, lo había expresado ese beso en los labios.
Varias invitaciones más tarde y Gloria fue admitida definitivamenre como el tercer
lado del triángulo amistoso.
Con su presencia, Abel había salido un poco del estado brumoso que solía envolverlo
- Nada como el primer amor para entusiasmar a un hombre, bromeaba Carlos. ¡Y Gloria se ruborizaba!
Un día, de la mano de San Antonio, Felisa volvió. Para evitar malos entendidos, Gloria fue presentada como la novia de Carlos.
Cuando no estaba hablando con muertos, Felisa era muy agradable. No era raro que Abel la esperara siempre.
- Qué suerte que Carlos te conoció, Gloria, dijo Felisa guiñándole un ojo. Ya estaba pensando que entre mi hermano y mi marido había algo raro.
Y durante el tiempo que Felisa se quedó, Abel fue casi un hombre feliz.
Mientras Gloria se preparaba para ir al teatro pensaba en todo lo que había ocurrido
desde que planeó hacer un "volver a vivir".
No. No suele ser una buena idea remover el pasado.
La vida puede ser muy extraña a veces.
- Amor! Corbata azul o gris?- Bordó, contestó Gloria.
Y con una sonrisa le alcanzó la corbata bordó a Carlos.
Autora: Andrea Gaos Keller / 22 de Diciembre de 2020
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