" Existen mujeres como islas, misteriosas, silenciosas, solitarias y orgullosas. Fuertes como la roca y el agua, todas para imaginar y amar, desconfiando, pero amables y hospitalarias. No se parecen a otras más que a sí mismas. Siempre sorprenden, fascinan, están hechas de antiguos silencios y nostalgias, de brisa marina y horizontes sin fin, envueltas en mar y dignidad. Viven con el alma sobre ráfagas de viento, eternamente buscando una integridad que está dentro de ellas. Son melancólicas y solares, generosas y posesivas, apasionadas e introspectivas. No es fácil poder amarlas, pero es imposible ignorarlas. Viven en su dimensión especial, casi inaccesibles, están hechas de silencios impalpables y secretos inviolables, de poemas brotando como agua fresca para beber de la sed de vida y belleza.
Las mujeres como islas son misteriosas y mágicas, sagradas y divinas, están hechas de sueños abrazándolas y de silencios tocando a su alma para ser recibidos ".
(Agustín Degás)