MI PRIORIDAD ES ESTA ¿Y LA TUYA?
Quitó los altares paganos, destrozó las piedras sagradas y quebró las imágenes de la diosa Aserá. Además, destruyó la serpiente de bronce que Moisés había hecho, pues los israelitas todavía le quemaban incienso, y la llamaban Nejustán." 2 Reyes 18:4 (NVI)
Solía tener una frase, sacada de un artículo de una revista, pegada bajo mi escritorio. No puedo decirla exactamente, pero la esencia era que aunque nuestros hijos son un regalo de Dios, es fácil dejar que se conviertan en ídolos.
Recuerdo la impresión que tuvieron para mí esas palabras escritas en esa revista. ¿Mis hijos? ¿Ídolos? ¡Sonaba como una herejía! Pero mientras asimilaba las palabras, me di cuenta de que la persona que las escribió tenía razón. Casi cualquier cosa se puede convertir en un ídolo para nuestros corazones, volverse más importante que nuestra relación con Dios, y llevarse la prioridad en nuestras vidas en lugar de Dios.
Los ídolos pueden tomar muchas formas en nuestras vidas. Familiares y amigos pueden convertirse en nuestros ídolos. Los doctores y la medicina pueden ser nuestros ídolos. El trabajo y los pasatiempos pueden ser nuestros ídolos. Los entretenimientos: las películas, la tele, la música, los juegos, pueden convertirse en nuestros ídolos. La comida puede convertirse en un ídolo.
Un ídolo, por definición, es cualquier cosa en la que nosotros colocamos nuestra confianza, cualquier cosa que está primero que Dios. Aunque tal vez no le oremos a eso ni le quememos incienso, se vuelve más importante que cualquier otra cosa, incluso que Dios. Dios permite que tengamos buenas cosas en nuestra vida. Simplemente que no quiere que coloquemos las cosas fuera de lugar, como somos propensos a hacerlo. No es que la cosa por sí misma sea el problema, es nuestra actitud hacia esa cosa.
Dios me mostró que yo necesitaba destruir cualquier ídolo en mi vida. En mi caso tuve que pasar mucho tiempo reenfocando mis prioridades. Tuve que empezar viendo qué tan importante yo había hecho a mi esposo y a mis hijos. Sí, mi familia me necesitaba. Sí, yo necesitaba pasar tiempo con ellos. Sí, yo los amaba mucho. Pero ellos no podían tomar el lugar de mi relación con Dios. Tuve que ponerlos en el lugar apropiado y renovar mi forma de ver las cosas.
Esto solo puede hacerse cuando tenemos toda la intención de hacerlo y cuando trabajamos continuamente en nuestro corazón.
Dios nos da cosas buenas para disfrutarlas: familia, amigos, trabajo, comida, pasatiempos y entretenimiento. Pero también se ha dado a sí mismo, abriendo la puerta ampliamente para que vengamos delante de su presencia. Podemos mantener las cosas buenas en su lugar y a Dios en el trono de nuestras vidas.
Amado Dios, por favor llámame la atención cuando me distraigo. Ayúdame a mantener las cosas buenas de mi vida en el lugar al que pertenecen y tenerte a ti siempre primero. Ayúdame a destruir cualquier ídolo que yo haya puesto delante de ti. En el nombre de Jesús, Amén.
Graciela
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