6- LIBÉRATE DE TU MENTE. 2da. PARTE.
Habíamos hablado, en el capítulo anterior, sobre la emanación de alegría elevándose desde lo más hondo de nosotros: la alegría de Ser ¿recuerdan?
Esto no se parece en nada a un estado de trance, en absoluto. Aquí no se pierde la conciencia. De hecho, ocurre más bien lo contrario. Si el precio de la paz fuera una disminución de la conciencia y el precio de la quietud fuera una falta de vitalidad y de alerta, no merecerían la pena. En este estado de conexión interna estás mucho más alerta, más despierto que en el estado de identificación mental. Estás plenamente presente. Y también se eleva la frecuencia vibratoria del campo energético que da vida al cuerpo físico.
A medida que profundizas en este reino de la no- mente, como a veces se le denomina en Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura. En ese estado sientes tu propia presencia con tal intensidad y alegría que, en comparación, todo pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven relativamente insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de desprendimiento y generosidad. Te lleva más allá de lo que pensabas que era "tu identidad". Esa presencia es esencialmente tú, y al mismo tiempo es inconcebiblemente mayor que tú. Lo que estoy tratando de transmitir aquí puede sonar paradójico e incluso contradictorio, pero no encuentro otro modo de expresarlo.
En lugar de "observar al pensador", también puedes crear una apertura en la corriente mental por el simple hecho de dirigir el foco de tu atención al AHORA. Basta con que te hagas intensamente consciente del momento presente. Esto es algo profundamente satisfactorio. De este modo retiras la conciencia de tu actividad mental y creas una brecha sin mente en la que estás muy alerta y consciente, pero no piensas. Ésta es la esencia de la MEDITACIÓN.
Puedes practicar esto en tu vida cotidiana tomando cualquier actividad rutinaria, que habitualmente sólo es un medio para un fin, y darle toda tu atención para que se convierta en un fin en sí misma.
Por ejemplo, cada vez que subas o bajes las escaleras en tu casa o en tu puesto de trabajo, presta mucha atención a cada escalón, a cada movimiento, incluso a tu respiración. Manténte totalmente presente. O cuando te laves las manos, presta atención a todas las percepciones sensoriales asociadas con esa actividad: el sonido y la sensación del agua, el movimiento de tus manos, el aroma del jabón, etc. O cuando entres en tu coche, después de cerrar la puerta, deténte durante unos segundos y observa el flujo de tu respiración. Toma conciencia de una silenciosa pero intensa sensación de presencia. Hay un criterio que te permite medir el éxito logrado en esta práctica: el grado de paz que sientas en tu interior.
De modo que el paso más vital en tu camino hacia la iluminación es éste: aprende a no identificarte con tu mente. Cada vez que creas una apertura en el flujo mental, la luz de tu conciencia se fortalece.
Puede que un día te sorprendas sonriendo a la voz que suena en tu cabeza como sonreirías a las travesuras de un niño. Esto significa que has dejado de tomarte el contenido de tu mente tan en serio, y que tu sentido de identidad ya no depende de él.
Autor: Eckhart Tolle (adaptación)
En la próxima entrega, ya nos introduciremos en la ILUMINACIÓN, o sea: ELEVARSE POR ENCIMA DEL PENSAMIENTO.
¡Te espero, no faltes!
Graciela
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