Perdóname, por favor, cuando hago un espectáculo provocado por la mucha duda en mí mismo.
Perdóname, por favor, por mi silencio y por molestarme demasiado por la bulla de otro.
Perdóname, por favor, cuando grito y me quejo, cuando hablo demasiado o cuando airado, maldigo.
Perdóname, por favor, por amar cosas, por chismear y lamentarme porque no somos iguales.
Perdóname, por favor, cuando no te perdono; Dios dice que eso está mal si deseamos vivir bien.
Perdóname, por favor, cuando alardeo; quiero que sepas que se trata de sentimientos de inferioridad.
Perdóname, por favor, por lastimarte: las palabras te roban el gozo y luego destrozan mi corazón.
Perdóname, por favor, cuando me preocupo y hago berrinches de ser humano; no te disgustes.
Perdóname, por favor, cuando actúo como si fuese mejor que tú, porque en realidad es tan solo una actuación y tú lo sabes.
Perdóname, por favor, cuando detesto lo que no soy; solo ora por mí que eso significará mucho.
Perdóname, por favor, cuando traigo mi pasado y te hago pagar por lo que otro hizo ayer.
Perdóname, por favor, mientras pido tu perdón; porque tú también lo necesitarás si no quieres que tu corazón se endurezca.
Pero sobre todas las cosas, necesito el toque perdonador de Dios y saber que soy su hijo... eso significa mucho.
Brian G. Jett, copyright 2006
Pero en ti hay perdón, Para que seas reverenciado. Salmo 130:4.
Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados. Hechos 13:38.
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