POEMA DEL
REGRESO
Vengo del fondo oscuro de una
noche implacable,
y contemplo los astros con un gesto de asombro.
Al
llegar a tu puerta me confieso culpable,
y una paloma blanca se me posa en el
hombro.
Mi corazón humilde se detiene en
tu puerta
con la mano extendida como un viejo mendigo;
y tu perro me ladra
de alegría en la huerta,
porque, a pesar de todo, sigue siendo mi
amigo.
Al fin creció el rosal aquel que
no crecía
y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro:
Yo tambien he
cambiado mucho desde aquel día,
pues no tienen estrellas las noches del
destierro.
Quizás tu alma esta abierta tras
la puerta cerrada;
pero al abrir tu puerta, como se abre a un
mendigo,
mírame dulcemente, sin preguntarme nada,
y sabrás que no he
vuelto ... ¡porque estaba contigo!
JOSE ANGEL
BUESA