Aquí hay un camino, un patrón que está marcado para nuestra vida, es reconocer que hemos sido enviados por su testimonio, porque la nación necesita de nuestra luz. Muchos de ustedes han compartido su testimonio en sus grupos. Si no lo has hecho, quiero compartir ciertos puntos para que los anotes y puedas irte armado hoy. Cuando estaba hablando acerca del poder del testimonio con algunas mujeres, les pregunté si podían contarlos. Y todas me empezaron a hablar de su segundo y tercer testimonio. Por ejemplo, había una mujer que había predicado en las cárceles durante años, ella salió muy tocada, y dijo: -He predicado en las cárceles, pero nunca había contado que había sido una niña de la calle, cómo Dios me sacó de ahí y se dio a conocer a mí-.
Hubo otras mujeres; una de ellas se impresionó tanto que se dio cuenta de que su padrastro había sido usado por Dios para conocer a Dios Padre, y quien la había ayudado a reconciliarse con su mamá. Su madre la había rechazado toda la vida. Ella la dejaba haciendo oficio y sacaba a los demás hermanos. Cuando nos lo contó, todas llorábamos. Llegó tal momento en que ella le dijo a su mamá: -Mami, ¿por qué me odia tanto?-. Ella le contestó: -Porque eres idéntica a tu papá-. El la había abandonado. Ella empezó a testificar y cuando lo hacía, lloraba mucho, era algo liberador. Dios estaba interesado en ella, no en las circunstancias que vivía.
Esta mujer supo ahí por qué era que su mamá la rechazaba, y lo tremendo fue que el padrastro la amó, la llevaba a clases de karate para pegarle a un punching bag y así se desahogara el enojo que tenía reprimido. El padrastro se daba cuenta que había algo dentro, y fue la persona que Dios usó para restaurarla, para traerla aquí a la iglesia, y ahora es una sierva del Señor, Él es fiel. Otra preciosa mujer que había nacido en el evangelio, cuando oyó esto, dijo: -¿Cuál es mi testimonio? Voy a tener que hacer uno-. Ella, gracias a Dios, ya se dio cuenta de lo que Dios ha hecho en su vida, y lo estuvo compartiendo. Aún si naces en el evangelio, hay un momento en que Dios es el que se da a conocer a tu vida, debe ser real en ti. Otras mujeres no dijeron nada. Como a la tercera o cuarta enseñanza, se dieron cuenta de lo que Dios ha hecho en sus vidas. Nosotros trabajamos mucho en grupos, oímos mucho acerca de Dios, y tenemos que trabajar en ese testimonio que Dios nos ha dado.
El Señor siempre me hablaba que testificara de eso, y yo me hacía la loca, porque tenía que tocar el punto que mi papá había sido alcohólico. ¿Cómo se dio a conocer en tu vida? Yo no estaba metida en una iglesia, y Él me hizo que pidiera por mi pareja a los nueve años. El segundo contacto, fue cuando recibí la noticia que mi hermano había sido asesinado por los guerrilleros. Nadie me dijo a mí que cuando estuviera enojada, me podía dirigir a Él. Yo le decía: -¿Por qué no te llevaste a “fulanito”?-. Y Él en su misericordia me respondió: -Hay un propósito y me vas a dar gracias-. A ese punto quiero que vayas, cuando Dios te guió a que fueras a visitar a alguien y fuiste y recibiste la bendición. ¿En qué condición estabas cuando Él te dijo: “Ve a la iglesia, ve al retiro”? ¿Cómo estabas? A mí me dio consuelo; en tu vida, ¿qué vino a dar?
Quiero que apuntes varias cosas que quiero que respondas en tu casa. Y si te inspiras y las quieres escribir, quiero que me lo traigas. Yo sé que ustedes han sido de bendición para los que están cerca, pero ahora quiero que salga de Guatemala. La vida de ustedes es una riqueza impresionante. Con lo que a ti te ha pasado, no cabe ningún argumento, lo único es que crean en Dios que es real.
Pastora Sonia de Luna
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