Mi hijo me preguntó hace poco cómo enfrentan los adultos las situaciones terribles e inesperadas.
Le respondí que con oración. Entonces surgió una conversación sobre la diferencia que hay entre las oraciones
antes de dormir, y las pronunciadas en el calor del momento, como cuando perdemos el control del
auto en la carretera, o llegamos tarde para tomar un vuelo.
¿Son igualmente efectivas ambas clases de oraciones?
Creo que la respuesta a esa pregunta tiene que ver, en parte, con nuestra memoria. Sí, Dios
escucha las oraciones de su pueblo —e incluso las de los creyentes que no lo conocen muy bien.
Pero al tener un depósito de fe formado por la disciplina de la memorización de las Sagradas Escrituras,
nos beneficiaremos más del acto de orar. Es posible que el tener la verdad bíblica en nuestras mentes
y nuestros corazones no cambie la respuesta de Dios a nuestras súplicas, pero el Espíritu Santo obra
poderosamente a través del mensaje para cambiarnos a nosotros.
"Algo ha quedado claro para los científicos: la memoria es absolutamente crucial para nuestra
conciencia", dice Janellen Huttenlocher, profesora de psicología de la Universidad de Chicago. "No hay
casi nada, desde percibir hasta pensar, que no nos haga recurrir a la memoria (Lemonick, Michael, D.,
"Smart Genes?," TIME, 13 de septiembre de 1999). Asumiendo que esto es cierto, es lógico pensar
que si la memoria de una persona está influenciada por la Biblia, su conciencia estará orientada por la
Palabra de Dios. La Biblia nos dice: "Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Ro 12.2).
¿Y cuánto más posible, entonces, es tal transformación cuando memorizamos las Sagradas Escrituras?
El conocimiento que tiene ahora mismo, solo le es accesible por sus experiencias anteriores. Aun antes
de que termine de leer esta frase, sus primeras palabras son ya parte del pasado. Y para cuando llegue al
final de este artículo, tendrá que recurrir a su memoria para decidir qué piensa del mismo. Igual sucede con
todo en su vida. Su memoria le proporciona un marco de referencia para que pueda interpretar al mundo e
interactuar con él. Le permite archivar información y eventos como pasados, presentes o futuros.
Pensemos en las oraciones que hacemos. Cuando le pedimos a Dios por el futuro, nos basamos en
recuerdos de lo que sabemos en cuanto a su carácter, y en nuestras experiencias pasadas con Él.
Esto nos permite estar en comunión con el Señor en el presente.
Cuantos más recuerdos tengamos —cuanto más tiempo hayamos pasado con Él, más sepamos de Él—,
más poderosas serán nuestras oraciones.