por Tonya Stoneman
Alton Brown siempre fue bueno cocinando, pero no fue hasta que se mostró insatisfecho en cuanto a los programas de cocina en televisión, que su pasatiempo se convirtió en una profesión. Después de trabajar durante diez años como productor de películas, Brown se matriculó en la Escuela Culinaria de Nueva Inglaterra con la intención de producir algún día un programa de cocina. Desde entonces, ha escrito varios libros de cocina, se ha convertido en anfitrión de Iron Chef America de Food Network, y hasta hace poco tiempo tuvo su propia serie Good Eats (Buenas comidas). También es ganador del premio James Beard 2011 al Mejor Anfitrión de TV —un honor equivalente a la versión del Oscar en el mundo culinario. En Contacto logró hablar con Brown en su casa en Atlanta, Georgia, donde, mientras contemplábamos su plantación de higos y tomábamos una taza de café negro, compartió sus puntos de vista sobre el vínculo indisoluble que existe entre Dios, la fe, y la comida.
EN CONTACTO: ¿DE QUE MANERA INFLUYE SU FE EN LA PREPARACIÓN DE SU COMIDA?
ALTON BROWN: Para mí, la cocina, la fe y mi relación con Dios están entrelazadas. Yo no podría hacer lo que hago con la comida, si no tuviera la relación que tengo con Dios.
Creo, primero que todo, que hizo a la comida; y la hizo deliciosa. Por tanto, mi enfoque general sobre ella, es éste: No hace daño. Para mí, la mayor honra que puedo dar a lo que Dios creó, es no dañar o en alguna forma dar mala fama a su creación.
Trato de honrar eso en un espíritu de oración. Oro, diciendo: “Señor, no permitas que estropee la comida. Permíteme prepararla y servirla en tu honor”. Ese es mi candelero, la luz que puedo hacer brillar, porque Él me ha dado un don para hacerlo.
No estoy diciendo que cualquiera que piense de la comida de manera diferente está equivocado, pero si yo pensara de otra manera, sería erróneo.
|