La otra cara de la moneda
Todos los seres humanos tenemos dos caras. La que mostramos al mundo, es decir, la que pueden apreciar quienes nos rodean. Y el rostro verdadero, el que conocemos. Aquél que no cambia por las actitudes, los gestos o las palabras impostadas. Esa es la imagen que agrada a Dios, no el antifaz de hipocresía que nos colocamos cada mañana.
Al preguntarse sobre quiénes son los que estarán siempre en la presencia de Dios, el rey David escribe que irá a su santuario "El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, Ni hace mal a su prójimo, Ni admite reproche alguno contra su vecino" (Salmos 15:2, 3).
El texto nos presenta cuatro principios de vida cristiana práctica que le invito a asumir desde hoy. Primero, la rectitud en sus actuaciones. Segundo, el equilibrio y la justicia en cuanto hagamos. Tercero, no calumniar. Cuarto, no actuar con hipocresía ni maquinar el mal de nuestro prójimo. Si lo analiza, en esencia obliga que nos quitemos la mascara que oculta el verdadero yo y que adoptemos la transparencia en lo que pensamos y hacemos.
Por favor, no deje que pase este día sin que tome la mejor decisión de su vida: recibir a Jesucristo como su Señor y Salvador. Es la mejor decisión que pueda tomar…
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