Satanás, el carcelero espiritual
Ahora, quizá se preguntará, ¿Qué son y cómo obran las cárceles o prisiones espirituales? Las cárceles o prisiones espirituales son reales. Procuran la destrucción de las personas. Forma parte de las estrategias del mundo de las tinieblas para acabar con la creación más preciada de Dios: usted y yo…
El rey David experimentó múltiples períodos de persecución, desánimo y temor. Una conjunción peligrosa que lleva a muchos a asumir una actitud de resignación frente a las circunstancias, a enfrentar un estancamiento o sencillamente, a volver atrás.
Él como un hombre cuyo corazón estaba puesto en la voluntad de Dios, sabía más que nadie la necesidad de depender de Él porque los ataques eran sucesivos en contra suya. Tras vivenciar múltiples situaciones que afectaban su vida en las dimensiones física y espiritual, escribió: "Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan" (Salmo 23:4, Nueva Traducción Viviente)
El hecho de que sirvamos a Dios no significa que no habrán tropiezos e incluso, ataques de nuestro Adversario espiritual, Satanás.
En cierta ocasión el Señor Jesús comisionó a sus discípulos a predicar las Buenas Nuevas de Salvación y liberar a los cautivos espirituales. "Cuando los setenta y dos discípulos regresaron, le informaron llenos de alegría: —¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre! —Sí —les dijo—. Vi a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren, les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño" (Lucas10:17, 18. Nueva Traducción Viviente).
Mientras los seguidores del Maestro caminaban entusiasmados por Palestina compartiendo el Evangelio, desde el mundo satánico se libraban ataques contra ellos. Jesús lo describió como "un rayo". Directo al punto, con el propósito de generar destrucción. A renglón seguido el Salvador les hizo notar que, si bien es cierto enfrentarían ese tipo de oposición—que les ponía en peligro--, no debían temer porque ellos—y nosotros hoy—tenemos autoridad sobre los demonios y, como lo anunció el Señor, "Nada les hará daño".
Téngalo siempre presente: ¡Jesucristo nos hace libre de las prisiones espirituales! Él es quien trae libertad a nuestra existencia. Basta que lo reciba en su corazón como su único y suficiente Salvador. Puedo asegurarle que todo será diferente…