¿Quién es su prójimo?
La parábola del Buen Samaritano es muy conocida.
Sin embargo, hay más en el mensaje de lo que solemos pensar.
Por Erin Gieschen
La historia del Buen Samaritano en Lucas 10 es tan representativa, que su personaje principal
se encuentra registrado en los diccionarios. Sin embargo, en la parábola hay más de lo que
+ nuestra interpretación común sugiere. Debemos recordar que la historia en sí era una
respuesta a la pregunta: “¿Quién es mi prójimo?” Si bien la parábola tiene que ver con la
ayuda a los maltratados, los indefensos y los olvidados, Jesús quiso enseñarnos más:
cómo reconocer los múltiples rostros de nuestro “prójimo”. Él estaba ilustrando lo que era
su amor, y diciendo que todos debían amar de la misma forma a los demás —no solo a aquellos
que amamos por naturaleza, o que pensamos que merecen nuestra ayuda. He aquí algunos
ejemplos de quien puede ser su prójimo:
Alguien que no me respete o no me entienda. Ya se trate de una persona o de un grupo
al que podemos etiquetar como “enemigo”, la parábola de Jesús enseña que usted está llamado
a amar a quienes le aborrecen. Los escritores de los Evangelios nos recuerdan constantemente
que los judíos odiaban a los samaritanos, a quienes veían como inferiores en cuanto a origen racial,
creencias religiosas, y política. Por otro lado, el resentimiento de los samaritanos contra los
judíos era profundo: se sentían completamente malinterpretados y perseguidos. Pero el héroe de
esta historia eligió el amor. Entre las personas a las que Dios nos llama a extender la mano están
las que nos han juzgado mal, y también a las que nosotros pudimos haber juzgado antes.
Nos guste o no, esas personas son nuestros “prójimos”.