Que baje al corazón
Lectura: Salmo 119:9-16
En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti. —Salmo 119:11
Cuando yo era niña, mi profesora de piano insistía mucho con la memorización No bastaba con poder interpretar una pieza sin errores; tenía que ejecutar varias a la perfección y de memoria. Su razonamiento era este: no quería que cuando le pidieran a sus alumnos que tocaran, ellos dijeran: "Lo lamento ano tengo partitura".
De niña, también memorizaba pasajes bíblicos, incluido elSalmo 119:11. Como no entendía mucho, pensaba que el solo hecho de memorizar evitaría que pecara. Me esforzaba mucho para recordar los versículos bíblicos, e incluso me premiaron con el Libro de historias bíblicas de Moody.
Aunque es bueno desarrollar el hábito de la memorización bíblica, no es la acción en sí lo que evita que pequemos. Poco después de haberme esforzado para ganar, aprendí que tener las palabras de las Escrituras en mi cabeza no modificaba mucho mi conducta. Es más, saber la verdad y no aplicarla me generaba sentimientos de culpa.
Con el tiempo, me di cuenta de que las Escrituras debían apropiarse de todo mi ser. Necesitaba internalizarlas, guardarlas "en mi corazón" como un músico memoriza una partitura. Tenía que vivir la Biblia del mismo modo que podía citarla. Cuando la Palabra de Dios baja de la cabeza al corazón, el pecado pierde su poder sobre nosotros.
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Amado Padre celestial, en el nombre glorioso de Jesús de Nazareth te rogamos que sea tu dulce Espíritu Santo, abriendo nuestros oídos del entendimiento y que cuando escuchemos, leamos, tu Palabra, la comprendamos a cabalidad y que ésta no quede solo en nuestra mente, te rogamos que descienda a nuestro corazón, cobre vida y seamos hacedores de ella. Ayúdanos Padre amado, el tiempo apremia necesitamos dar un buen testimonio que acallen las palabras, necesitamos demostrar al mundo que Tu Palabra transforma, limpia, purifica, restaura, renueva y hace nuevas criaturas. Que podamos profetizarla sobre las circunstancias adversas, a nuestras familias, vecinos, amigos, a nuestra nación y a todo hombre en autoridad. Queremos ser hijos agradables a Ti y dar un fruto que te agrade, todo lo que deseamos hacer; es para que tu Santo nombre sea glorificado y exaltado. En el nombre de Cristo Jesús, Amén
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