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Fragmento del Diario de Santa Faustina Kowalska,"La Divina Misericordia en mi alma", con comentario
482 Oh Dios mío, estoy consciente de mi misión en la santa Iglesia. Mi empeño continuo es impetrar la misericordia para el mundo. Me uno estrechamente a Jesús y me presento como víctima que implora por el mundo. Dios no me rehusará nada cuando le suplico con la voz de Su Hijo. Mi sacrificio es nada por sí mismo, pero cuando lo uno al sacrificio de Jesús, se hace omnipotente y tiene la fuerza para aplacar la ira divina. Dios nos ama en Su Hijo, la dolorosa Pasión del Hijo de Dios es un continuo aplacamiento de la ira de Dios.
Comentario:
Nunca tenemos que ir solos ante el Padre celestial, sino ir acompañados de su Divino Hijo Jesucristo, y así seremos escuchados favorablemente por Dios. Porque por nosotros mismos somos menos que nada, pero todo lo que hacemos, hasta las cosas más simples de todos los días, se convierten en grandes cosas si las unimos a los méritos de la Pasión del Señor. Esto lo debemos hacer especialmente cuando participamos de la Santa Misa, en el momento de la elevación debemos ofrecernos también nosotros a Dios, como hostia viva para reparación de los pecados del mundo y para obtener la misericordia de Dios en abundancia. Siempre pidamos las gracias unidos a Jesús, y entonces lo obtendremos todo del Padre bueno del Cielo.
Jesús, en Vos confío.
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