Alguien me enseñó...A ser una mujer consciente del privilegio de la
vida.
A ser feliz, siendo yo misma conforme a mi vocación y a mis sueños.
A tener el coraje de ser libre para elegir mis caminos, venciendo mis
temores y asumiendo las consecuencias de mis actos.
A tener alegría para construir mi felicidad. A tener éxitos, pero
también fracasos.
A querer el presente, elegir el futuro y trabajar para conseguirlo.
A recordar el pasado, pero no vivir en el ayer; a soñar en el futuro
sin despreciar el presente.
A perdonarme mis errores, mis culpas y mis caídas. A tener el
suficiente valor para pedir perdón y a perdonar a otro, olvidándome
de los rencores...A renacer cada día.
Ella ha sido siempre una consejera que ha sabido escuchar, comprender y
dar más sencilla, pero más alentadora, palabra de apoyo.
Una excelente directora de nuestra formación y vida espiritual.
La mejor cocinera, una amiga incondicional, que tienes sus manos para
apoyarnos y nos abre su corazón para reclinar en él lo más íntimos
secretos, alegrías y tristezas.
Ella siempre está presente cuando la necesitas, sin esperar nada a cambio.
Ese ser excepcional eres ¡Tú...Mamà!
No tiene que ser el día de la Madre para pensar y reflexionar en ella.
Es Excepcional y este día recordèmosla y por qué no llamarla ahora
mismo si aún vive?