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Respuesta  Mensaje 1 de 89 en el tema 
De: Laura Frias  (Mensaje original) Enviado: 31/08/2017 00:46
La nieve cortó el camino

La nieve cortó el camino
tú no estabas
me senté con las piernas cruzadas
contemplando tu rostro
con los ojos cerrados.

No pasaban barcos ni volaban aviones
tú no estabas
yo permanecía apoyado en la pared
hablando y hablando
sin abrir la boca.

Tú no estabas
mis manos te acariciaban
yo me tapaba la cara con las manos.

Nazim Hikmet


Diciembre de 1959



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Respuesta  Mensaje 75 de 89 en el tema 
De: elopolis Enviado: 18/07/2018 12:48
Resultado de imagen de poesias cortas

Respuesta  Mensaje 76 de 89 en el tema 
De: elopolis Enviado: 19/07/2018 12:02
DE ZORRILLA


José Zorrilla (1817-1893) - Corriendo van por la vega...

Corriendo van por la vega
a las puertas de Granada
hasta cuarenta gomeles
y el capitán que los manda.
 Al entrar en la ciudad,
parando su yegua blanca,
le dijo éste a una mujer
que entre sus brazos lloraba: 
 
“Enjuga el llanto, cristiana
no me atormentes así,
que tengo yo, mi sultana,
un nuevo Edén para ti.

 
Tengo un palacio en Granada,
tengo jardines y flores,
tengo una fuente dorada
con más de cien surtidores,
y en la vega del Genil
tengo parda fortaleza,
que será reina entre mil
cuando encierre tu belleza.
Y sobre toda una orilla
extiendo mi señorío;
ni en Córdoba ni en Sevilla
hay un parque como el mío.
Allí la altiva palmera
y el encendido granado,
junto a la frondosa higuera,
cubren el valle y collado.
Allí el robusto nogal,
allí el nópalo amarillo,
allí el sombrío moral
crecen al pie del castillo.
Y olmos tengo en mi alameda
que hasta el cielo se levantan
y en redes de plata y seda
tengo pájaros que cantan.


Y tú mi sultana eres,
que desiertos mis salones
están, mi harén sin mujeres,
mis oídos sin canciones.
Yo te daré terciopelos
y perfumes orientales;
de Grecia te traeré velos
y de cachemira chales.
Y te daré blancas plumas
para que adornes tu frente,
más blanca que las espumas
de nuestros mares de Oriente.
Y perlas para el cabello,
y baños para el calor,
y collares para el cuello;
para los labios…¡amor!


“¿Qué me valen tus riquezas
-respondióle la cristiana-,
si me quitas a mi padre,
mis amigos y mis damas?
Vuélveme, vuélveme, moro
a mi padre y a mi patria,
que mis torres de León
valen más que tu Granada”

 

 Escuchóla en paz el moro,
y manoseando su barba,
dijo como quien medita,
en la mejilla una lágrima:

“Si tus castillos mejores
que nuestros jardines son,
y son más bellas tus flores,
por ser tuyas, en León,
y tú diste tus amores
a alguno de tus guerreros,
hurí del Edén*, no llores;
vete con tus caballeros” 

Y dándole su caballo
y la mitad de su guardia,
el capitán de los moros
volvió en silencio la espalda.


Respuesta  Mensaje 77 de 89 en el tema 
De: Laura Frias Enviado: 19/07/2018 15:11
¡Què belleza de poema y de paisaje!
Gracias Elopolis

Respuesta  Mensaje 78 de 89 en el tema 
De: elopolis Enviado: 20/07/2018 09:59
Gracias por leerlo, este tambien me gusta mucho
Sor Juana Inés de la Cruz

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Si con ansia sin igual 
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego con gravedad 
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco 
y luego le tiene miedo.

Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia. 

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y queja enhorabuena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga 
o el que paga por pecar?

¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo 
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.


Respuesta  Mensaje 79 de 89 en el tema 
De: diana72 Enviado: 20/07/2018 16:56

 Me Dijo Bajito: Amor Mío,      Rabindranath Tagore

Me dijo bajito: “Amor mío, mírame en los ojos.
“Le reñí, agria, y le dije: “Vete.” Pero no se fue.
Se vino a mí y me cogía las manos… Yo le dije: “Déjame.”
Pero no se fue.

Puso su mejilla en mi oído. Me aparté un poco,
me quedé mirándolo, y le dije: “¿No te da vergüenza?”
Y no se movió. Sus labios rozaron mi mejilla. Me estremecí,
y le dije: “¿Cómo te atreves, di?” Pero no le dio vergüenza.

Me prendió una flor en el pelo. Yo le dije: “¡Es en vano!”
Pero no cedía. Me quitó la guirnalda de mi cuello, y se fue.
Y lloro y lloro, y le pregunto a mi corazón:
“Por qué, por qué no vuelve?”


Respuesta  Mensaje 80 de 89 en el tema 
De: Laura Frias Enviado: 09/08/2018 02:27
Dos poemas de Konstantin Cavafis
 
Regresa

Vuelve a menudo y tómame,
amada sensación, regresa y tómame.
Cuando la memoria del cuerpo despierta,
su viejo deseo vuelve a rodar en la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan
mis manos sienten como si tocaran de nuevo.
Vuelve a menudo y tómame, en la noche,
cuando mis labios y mi piel recuerdan...

Versión de César Conti

 

 

Sol de la tarde

Sí, yo recuerdo muy bien esta habitación!
Esta pieza y la otra se han alquilado
a empresas comerciales:
toda la casa está ocupada
por comerciantes, agentes, compañías.
Ah, yo conozco muy bien esta habitación...!
El diván estaba allí, junto a la puerta,
y al pie de él un tapiz de Turquía.
Al lado, la repisa con dos floreros amarillos.
A la derecha, no, enfrente, un armario con espejo.
En el centro, una mesa y tres grandes sillas de paja.
Cerca de la mesa, el lecho
donde nos amamos tantas veces.
Pobres muebles,
aún deben existir en algún lado...
Cerca de la ventana, el lecho.
El sol de la tarde daba justo en el centro.
Un día, a las cuatro,
nos separamos por sólo una semana.
Ay!, esa semana dura todavía.

Versión de Pedro Bádenas de la Peña

 


Respuesta  Mensaje 81 de 89 en el tema 
De: Laura Frias Enviado: 13/08/2018 02:49
Una de las joyas de la poesía española: Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique. Sobresale de sus restantes poemas, pues ninguno de ellos se le iguala.
 
 
I

Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.

II

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s'es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
por passado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de passar
por tal manera.

III

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.

INVOCACIÓN

IV

Dexo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
non curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores.
Aquél sólo m'encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
de verdad,
que en este mundo viviendo,
el mundo non conoció
su deidad.

V

Este mundo es el camino
para el otro, qu'es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientra vivimos,
e llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
descansamos.

VI

Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, segund nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Aun aquel fijo de Dios
para sobirnos al cielo
descendió
a nescer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.

VII

Si fuesse en nuestro poder
hazer la cara hermosa
corporal,
como podemos hazer
el alma tan glorïosa
angelical,
¡qué diligencia tan viva
toviéramos toda hora
e tan presta,
en componer la cativa,
dexándonos la señora
descompuesta!

VIII

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos.
Dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
que acaeçen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallescen.

IX

Dezidme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color e la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas e ligereza
e la fuerça corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
de senectud.

X

Pues la sangre de los godos,
y el linaje e la nobleza
tan crescida,
¡por cuántas vías e modos
se pierde su grand alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
por cuán baxos e abatidos
que los tienen;
otros que, por non tener,
con oficios non debidos
se mantienen.

XI

Los estados e riqueza,
que nos dexen a deshora
¿quién lo duda?,
non les pidamos firmeza.
pues que son d'una señora;
que se muda,
que bienes son de Fortuna
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual non puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.

XII

Pero digo c'acompañen
e lleguen fasta la fuessa
con su dueño:
por esso non nos engañen,
pues se va la vida apriessa
como sueño,
e los deleites d'acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
e los tormentos d'allá,
que por ellos esperamos,
eternales.

XIII

Los plazeres e dulçores
desta vida trabajada
que tenemos,
non son sino corredores,
e la muerte, la çelada
en que caemos.
Non mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta
no hay lugar.

XIV

Esos reyes poderosos
que vemos por escripturas
ya passadas
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
assí, que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
e perlados,
assí los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.

XV

Dexemos a los troyanos,
que sus males non los vimos,
ni sus glorias;
dexemos a los romanos,
aunque oímos e leímos
sus hestorias;
non curemos de saber
lo d'aquel siglo passado
qué fue d'ello;
vengamos a lo d'ayer,
que también es olvidado
como aquello.

XVI

¿Qué se hizo el rey don Joan?
Los infantes d'Aragón
¿qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invinción
como truxeron?
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
e çimeras?

XVII

¿Qué se hizieron las damas,
sus tocados e vestidos,
sus olores?
¿Qué se hizieron las llamas
de los fuegos encendidos
d'amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel dançar,
aquellas ropas chapadas
que traían?

XVIII

Pues el otro, su heredero
don Anrique, ¡qué poderes
alcançaba!
¡Cuánd blando, cuánd halaguero
el mundo con sus plazeres
se le daba!
Mas verás cuánd enemigo,
cuánd contrario, cuánd cruel
se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuánd poco duró con él
lo que le dio!

XIX

Las dávidas desmedidas,
los edeficios reales
llenos d'oro,
las vaxillas tan fabridas
los enriques e reales
del tesoro,
los jaezes, los caballos
de sus gentes e atavíos
tan sobrados
¿dónde iremos a buscallos?;
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?

  

Respuesta  Mensaje 82 de 89 en el tema 
De: Laura Frias Enviado: 13/08/2018 02:50
Segunda parte
 
 
XX

Pues su hermano el innocente
qu'en su vida sucesor
se llamó
¡qué corte tan excellente
tuvo, e cuánto grand señor
le siguió!
Mas, como fuesse mortal,
metióle la Muerte luego
en su fragua.
¡Oh jüicio divinal!,
cuando más ardía el fuego,
echaste agua.

XXI

Pues aquel grand Condestable,
maestre que conoscimos
tan privado,
non cumple que dél se hable,
mas sólo como lo vimos
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas e sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?,
¿qué fueron sino pesares
al dexar?

XXII

E los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
como reyes,
c'a los grandes e medianos
truxieron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
qu'en tan alto fue subida
y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
fue amatada?

XXIII

Tantos duques excelentes,
tantos marqueses e condes
e varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
e traspones?
E las sus claras hazañas
que hizieron en las guerras
y en las pazes,
cuando tú, cruda, t'ensañas,
con tu fuerça, las atierras
e desfazes.

XXIV

Las huestes inumerables,
los pendones, estandartes
e banderas,
los castillos impugnables,
los muros e balüartes
e barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha?
Cuando tú vienes airada,
todo lo passas de claro
con tu flecha.

XXV

Aquel de buenos abrigo,
amado, por virtuoso,
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
e tan valiente;
sus hechos grandes e claros
non cumple que los alabe,
pues los vieron;
ni los quiero hazer caros,
pues qu'el mundo todo sabe
cuáles fueron.

XXVI

Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
e parientes!
¡Qué enemigo d'enemigos!
¡Qué maestro d'esforçados
e valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benino a los sujetos!
¡A los bravos e dañosos,
qué león!

XXVII

En ventura, Octavïano;
Julio César en vencer
e batallar;
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
e trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad
con alegría;
en su braço, Aureliano;
Marco Atilio en la verdad
que prometía.

XXVIII

Antoño Pío en clemencia;
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en la elocuencia;
Teodosio en humanidad
e buen talante.
Aurelio Alexandre fue
en desciplina e rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el grand amor
de su tierra.

XXIX

Non dexó grandes tesoros,
ni alcançó muchas riquezas
ni vaxillas;
mas fizo guerra a los moros
ganando sus fortalezas
e sus villas;
y en las lides que venció,
cuántos moros e cavallos
se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas e los vasallos
que le dieron.

XXX

Pues por su honra y estado,
en otros tiempos passados
¿cómo s'hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos e criados
se sostuvo.
Después que fechos famosos
fizo en esta misma guerra
que hazía,
fizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
que tenía.

XXXI

Estas sus viejas hestorias
que con su braço pintó
en joventud,
con otras nuevas victorias
agora las renovó
en senectud.
Por su gran habilidad,
por méritos e ancianía
bien gastada,
alcançó la dignidad
de la grand Caballería
dell Espada.

XXXII

E sus villas e sus tierras,
ocupadas de tiranos
las halló;
mas por çercos e por guerras
e por fuerça de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
fue servido,
dígalo el de Portogal,
y, en Castilla, quien siguió
su partido.

XXXIII

Después de puesta la vida
tantas vezes por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero;
después de tanta hazaña
a que non puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa d'Ocaña
vino la Muerte a llamar
a su puerta,

XXXIV

diziendo: "Buen caballero,
dexad el mundo engañoso
e su halago;
vuestro corazón d'azero
muestre su esfuerço famoso
en este trago;
e pues de vida e salud
fezistes tan poca cuenta
por la fama;
esfuércese la virtud
para sofrir esta afruenta
que vos llama."

XXXV

"Non se vos haga tan amarga
la batalla temerosa
qu'esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dexáis.
Aunqu'esta vida d'honor
tampoco no es eternal
ni verdadera;
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal,
peresçedera."

XXXVI

"El vivir qu'es perdurable
non se gana con estados
mundanales,
ni con vida delectable
donde moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
e con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos e aflicciones
contra moros."

XXXVII

"E pues vos, claro varón,
tanta sangre derramastes
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganastes
por las manos;
e con esta confiança
e con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperança,
qu'estotra vida tercera
ganaréis."

[Responde el Maestre:]

XXXVIII

"Non tengamos tiempo ya
en esta vida mesquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
e consiento en mi morir
con voluntad plazentera,
clara e pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
es locura."

[Del maestre a Jesús]

XXXIX

"Tú que, por nuestra maldad,
tomaste forma servil
e baxo nombre;
tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sofriste sin resistencia
en tu persona,
non por mis merescimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona".

FIN

XL

Assí, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos e hermanos
e criados,
dio el alma a quien gela dio
(el cual la ponga en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dexónos harto consuelo
su memoria.

Respuesta  Mensaje 83 de 89 en el tema 
De: Laura Frias Enviado: 27/08/2018 23:22
Permanece una imagen

Sería la una de la noche
o la una y media acaso

                             En un rincón de la taberna,
tras el tabique de madera.
Los dos tan sólo en el lugar vacío.
Una lámpara de petróleo vagamente lo iluminaba.
Dormía el sirviente a la puerta la fatiga de la vigilia.

Nadie podría vernos. Aunque ahora
la pasión era tan intensa
que la prudencia desbordaba.

Entreabrimos nuestros vestidos, ya muy escasos en el ardor
de un divino mes de julio.

Cuerpo gozado en la levedad
de las ropas entreabiertas.
Desnudez breve de la carne, cuya imagen ha atravesado
veintiséis años y ahora acude
y permanece en el poema.
 
Constantino Kavafis

Respuesta  Mensaje 84 de 89 en el tema 
De: diana72 Enviado: 28/08/2018 18:33

El cuerpo y su misterio

Jamás he logrado amar un cuerpo desnudo.
Un cuerpo despojado de todo 
me sume en la tristeza y en la orfandad.

Acariciar un cuerpo sin misterio es visitar una casa vacía. 
Amo sus espacios como una urdimbre de luces y de sombras, de colinas y arroyos, 
de laderas, y dulces hendiduras. 
Así se rompe la monotonía de la lisa superficie.

Por eso me encantan esos trapos ¡Tan bellos! 
que intentan ocultar lo más obvio de un cuerpo femenino, 
y que son el prefacio al amor que despliega 
el camino de la sangre.

Me gusta ir descubriendo los senderos, los atajos, 
las esquinas, los recodos, las colinas; 
sorprender maravillado la orografía de la piel 
y sus murmullos; la humedad y la sequía, 
y quedarse enamorado ante las flores más ocultas,
en un encantamiento que significa desvelar 
una gota del misterio de un cuerpo femenino 
hecho piel y conciencia. 
Rolando Salas Cabrera.
Invierno del 2018

Un poema que escribí hace unos años. Harto ya de oír hablar del alma. Del espíritu. Quería volver al cuerpo, esta osamenta que nos trae y que nos lleva.


Respuesta  Mensaje 85 de 89 en el tema 
De: Laura Frias Enviado: 28/08/2018 20:32

Rolando Salas está de acuerdo con un personaje del libro "La isla de los pinguinos" de Anatole France. Por si no lo han leído, resumo esta parte: Un santo presunto parte navegando en plan de evangelización. Desembarca en una isla habitada por personas muy elegantes y solemnes, un tanto más pequeñas que lo normal: El santo es muy corto de vista. Bautiza a esos seres. La corte celestial se escandaliza y busca solución. Se sugiere la transformación de los pinguinos de la isla en seres humanos. El demonio, disfrazado de monje, convence al santo de la importancia de vestir a los nuevos bautizados:

"......Meditadlo, padre

mío; aún estáis a tiempo. Vestir a los pingüinos es

asunto de mucha trascendencia. Actualmente,

cuando un pingüino desea a una pingüina, conoce lo

que desea y limita sus ansias al conocimiento preciso

del objeto ansiado. En este momento, sobre la playa,

dos o tres parejas de pingüinos complacen sus

amorosas ansias a la luz del sol. ¡Observad con qué

sencillez lo hacen! A nadie preocupa esto, y ellos

mismos no le conceden mucha importancia. Pero

cuando los pingüinos vayan cubiertos, el macho no

se dará cuenta exacta de lo que le atrae hacia la

hembra, sus deseos indeterminados se ramificarán

en una multitud de ensueños y de ilusiones, el amor

originará mil dolorosas locuras. Y, entretanto, las

pingüinas entornarán los ojos, se morderán los

labios y darán a entender que guardan baja sus velos

un tesoro. ¡Qué desdicha!

"El mal será tolerable mientras los pueblos no

dejen de ser pobres y rudos; pero apenas pasen mil

años, los velos que ofrecéis a las hijas de Alca se

habrán convertido en armas terribles. Si lo permitís,

puedo anticiparos una idea de lo que sucederá.

Traigo en este cofre algunos atavíos. Llamemos a

una de las pingüinas menos solicitadas y

adornémosla lo mejor que podamos.

"Precisamente viene una hacia nosotros. No es

más hermosa ni más fea que la generalidad: es joven,

pero nadie la mira. Se pasea indolentemente entre las

rocas con un dedo en la nariz y se rasca la espalda

con la otra mano. Fácil es advertir que su garganta es

huesuda y sus pechos marchitos, que su vientre

abulta demasiado y sus piernas son cortas. Sus

rodillas amoratadas flaquean a cada paso que da. Sus

pies, anchos y rugosos, se agarran a las peñas con

cuatro dedos ganchudos, mientras los pulgares se

alzan como las cabezas de dos serpientes en acecho.

Avanza; todos los músculos coadyuvan a este

trabajo, y el conjunto nos ofrece la imagen de una

máquina de andar más bien que de una máquina de

amor, aun cuando sea visiblemente lo uno y lo otro

y encierre varios mecanismos interiores. Ahora

veréis, apóstol venerable, lo que yo hago.”

En cuatro zancadas, el monje Magis llegóse a la

mujer pingüina, la tomó bajo un brazo y fue a

depositarla a los pies del santo varón.

Mientras la pingüina lloraba y suplicaba que no

le hiciesen daño alguno, el monje sacó de su cofre

un par de sandalias y le ordenó que se calzase.

-Oprimidos entre los cordones de lana -hizo

observar el anciano, sus pies resultan más pequeños.

Las suelas, de bastante grosor, aumentan la longitud

de las piernas y dan elegancia a la figura.

Mientras se calzaba, la pingüina dirigió al cofre

abierto una mirada curiosa, y al verlo rebosante de

galas y adornos dejó de llorar para sonreír.

El monje le trenzó los cabellos, se los recogió

después sobre la nuca y los coronó con un sombrero

de flores. Le puso en las muñecas brazaletes de oro

y envolvió su vientre y su busto en una faja de lino

blanco, de manera que su pecho presentaba una

arrogancia nueva y sus muslos adquirían un

contorno incitante.

-Podéis oprimir aún más -dijo la pingüina.

Cuando, con muy cuidadoso esmero, hubo

amoldado, realzándolas, las partes blandas del busto,

revistió todo el cuerpo con una túnica color de rosa

que acusaba suavemente los perfiles

-¿Cae bien? -preguntó la pingüina. Y con el talle

cimbreante, la cabeza inclinada y la barbilla apoyada

en el hombro, contempló ansiosamente los pliegues

de la falda.

Preguntóle Magis si le parecía demasiado largo el

traje, y respondió con mucha seguridad que no,

porque se lo recogería.

Asió con la mano izquierda la parte posterior del

vestido, lo oprimió oblicuamente sobre el muslo,

procuró descubrir algo los talones y se alejó con

paso menudo, balanceando las caderas.

No volvió la cara; pero, al pasar junto a un

arroyuelo, por el rabillo del ojo contempló su

imagen reflejada.

Un pingüino que la encontró por casualidad se

detuvo sorprendido, y luego cambió de dirección,

afanoso de seguirla. Mientras avanzaba por la playa,

los pingüinos que volvían de pescar la

contemplaron, se sintieron atraídos y la siguieron

también.

Los que descansaban sobre la arena se pusieron

en pie y se agregaron a los otros.

Sin interrupción, a su paso, alzábanse por los

senderos de las montañas, salían entre las grietas de

las rocas, surgían del fondo de las aguas más y más

pingüinos, que engrosaron el cortejo. Y todos,

hombres maduros, de robustas espaldas y de pelo en

pecho, débiles adolescentes, viejos caducos, se

apresuraban jadeantes para contemplarla, mientras

ella seguía tranquilamente como si nada viera.

-Padre mío -exclamó Magis-, mirad cómo andan

todos con la nariz al viento enfilada hacia el centro

esférico de la pingüina, porque lo ven cubierto de

rosa. La esfera inspira las meditaciones de los

geómetras por el número de sus propiedades.

Cuando procede de la naturaleza física y viva,

adquiere cualidades nuevas. Y para que el interés de

esta figura quedara plenamente revelado a los

pingüinos, sería necesario que dejasen de verla

claramente con los ojos y les obligáramos a

representársela en la imaginación. Yo mismo me

siento ya irresistiblemente atraído hacia la pingüina.

Acaso porque ese traje realza las curvas esenciales,

las simplifica magníficamente, las reviste de un

carácter sintético general y no acusa más que la idea

pura, el principio divino debiéramos decir; pero me

parece que al estrecharla entre mis brazos abrazaría

el firmamento de las voluptuosidades humanas.

Seguramente el pudor comunica á las mujeres un

atractivo invencible. Mi turbación es tal que me sería

imposible ocultarla.

Dijo, recogióse los hábitos y corrió hacia la

muchedumbre de pingüinos, empujólos, derribólos,

pisoteólos, aplastólos, hasta conseguir acercarse a la

hija de Alca; la detuvo y oprimió entre ambas manos

la esfera rosa que un pueblo entero acribillaba con

sus miradas y sus deseos, y que pronto desapareció,

apresada por los brazos del monje, en el fondo de

una gruta marina."

 


Respuesta  Mensaje 86 de 89 en el tema 
De: Laura Frias Enviado: 06/09/2018 00:40

Guitarra

Nicolás Guillén                                                            

A Francisco Guillén

Tendida en la madrugada,
la firme guitarra espera:
voz de profunda madera
desesperada.

Su clamorosa cintura,
en la que el pueblo suspira,
preñada de son, estira
la carne dura.

Arde la guitarra sola,
mientras la luna se acaba;
arde libre de su esclava
bata de cola.

Dejó al borracho en su coche,
dejó el cabaret sombrío,
donde se muere de frío,
noche tras noche,

y alzó la cabeza fina,
universal y cubana,
sin opio, ni mariguana,
ni cocaína.

¡Venga la guitarra vieja,
nueva otra vez al castigo
con que la espera el amigo,
que no la deja!

Alta siempre, no caída,
traiga su risa y su llanto,
clave las uñas de amianto
sobre la vida.

Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.

El son del querer maduro,
tu son entero;
el del abierto futuro,
tu son entero;
el del pie por sobre el muro,
tu son entero...

Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.
 

 


Respuesta  Mensaje 87 de 89 en el tema 
De: diana72 Enviado: 15/09/2018 17:12
Reflexión.

Fui suyo, es un decir.
Para sentirme un niño entre sus brazos.
Para permitirme una lágrima
liberando el espasmo de una pena.

Sin embargo, soy hombre y miento.
Me confundo. Presumo de dureza,
y es la herrumbre de mil fracasos
que se esconden
detrás de mi sonrisa envejecida.

Así fue el error,
la trampa tendida en nuestros
sueños.
Y no tuve tus brazos ni tus besos.
No tuve, ni siquiera
la caricia de una simple mirada.

Y todo es esto: una ausencia infinita
que me arrastra.
La nostalgia de un sueño que se escapa.

Rolando Cabrera.


Respuesta  Mensaje 88 de 89 en el tema 
De: Laura Frias Enviado: 15/09/2018 23:44
Rosa tù, melancòlica
 
Nicolàs Guillèn
 
 
El alma vuela y vuela
buscándote a lo lejos,
Rosa tú, melancólica
rosa de mi recuerdo.
Cuando la madrugada
va el campo humedeciendo,
y el día es como un niño
que despierta en el cielo,
Rosa tú, melancólica,
ojos de sombra llenos,
desde mi estrecha sábana
toco tu firme cuerpo.
Cuando ya el alto sol
ardió con su alto fuego,
cuando la tarde cae
del ocaso deshecho,
yo en mi lejana mesa
tu oscuro pan contemplo.
Y en la noche cargada
de ardoroso silencio,
Rosa tú, melancólica
rosa de mi recuerdo,
dorada, viva y húmeda,
bajando vas del techo,
tomas mi mano fría
y te me quedas viendo.
Cierro entonces los ojos,
pero siempre te veo
clavada allí, clavando
tu mirada en mi pecho,
larga mirada fija,
como un puñal de sueño.
 

Respuesta  Mensaje 89 de 89 en el tema 
De: diana72 Enviado: 21/09/2018 19:11

   Poema Ausencia                    de Jorge Luis Borges          

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.



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