Picaflor
Siempre deseé ser un picaflor. Cuando de muchacho oía que calificaban a alguien de picaflor, por su suerte y actitud displicente hacia el amor, siempre sentía una profunda envidia por el aludido. Aun cuando no sabía exactamente lo deliciosa que puede resultar la condición de picaflor, la palabra misma, su resonancia misteriosa, me provocaba reacciones que iban más allá del entendimiento para complacerme con su sonoridad. Lamentablemente nunca logré ser un picaflor. Más lamentable es que ya no existan los picaflores y la palabra pueda perderse, tras ellos. Ahora vivimos en un mundo donde habitan los promiscuos (palabra sin ribetes románticos, que asocio de inmediato a condón, sida y otros horrores) y evidentemente no es lo mismo ser promiscuo que un admirable picaflor.
Leonardo Padura Fuentes,escritor cubano, autor de Pasado perfecto.