Nada te forma mejor que los compromisos que optes por hacer. Tus compromisos te pueden desarrollar o te pueden destruir, pero de cualquier manera, te definen. Dime a lo que estás comprometido, y te diré lo que serás al final de los próximos diez años. Nos convertimos a lo que estamos comprometidos.
En este punto de compromiso, es que muchos de nosotros perdemos el propósito de Dios para nuestras vidas. Algunos tendrán miedo de comprometerse a algo y por eso solo estarán a la deriva en los próximos años. Otros, harán compromisos a medias para competir con los valores, y por eso se enfrentarán a la frustración y la mediocridad en los próximos diez años. Otros se comprometerán plenamente con las metas mundanas, como conseguir mucho dinero o ser famoso, y terminan desilusionados y amargados.
Cada elección que hagas tiene consecuencias eternas, así que es mejor que elijas sabiamente. Pedro advierte, “Puesto que todo va a ser destruido de esa manera, ¡con cuánta santidad y devoción deben vivir ustedes!” (2 Pedro 3:11 DHH)
El crecimiento espiritual no es automático. Se necesita un compromiso intencional. Tienes que desear crecer, decidir crecer, hacer un esfuerzo para crecer y persistir en el crecimiento. Discipulado, —el proceso de llegar a ser como Cristo— comienza con el compromiso de seguir a Jesús sin importar a donde te lleve.
Deja que Jesús le dé forma a tu vida. Imagínate lo que puede ser tu vida al final de este decada que comenzamos, si haces un compromiso total y pleno a Él ahora.
Gloria A. Florez-Ceballos