LOS CUERPOS SUPERIORES Y EL ALMA
El Libro PERSPECTIVAS DESDE EL MUNDO REAL
Este texto es el más esotérico que considero de Gurjieff, en él se deja de rodeos y nos define qué es la consciencia objetiva, la realidad que es más incleíble que el sueño o la ficción en un mundo de dormidos. O somos, o no somos. Por eso los que somos, somos tan pocos: "Si hablamos acerca del alma, debemos explicar que puede haber varias categorías de almas, pero que sólo una de ellas puede verdaderamente ser llamada por este nombre. Un alma, como ha sido dicho, se adquiere en el curso de la vida. Si un hombre ha empezado a acumular estas substancias pero muere antes de que se hayan cristalizado, entonces, simultáneamente con la muerte del cuerpo físico, estas substancias también se desintegran y se dispersan. El hombre, como todos los demás fenómenos, es el producto de tres fuerzas. Debemos decir que –como todo lo que vive- la tierra, el mundo planetario y el sol emiten emanaciones. Las emanaciones del sol, que son más largas en proporción al tamaño mayor de este último, alcanzan la tierra y hasta la atraviesan sin obstáculo, dado que son más finas. Las emanaciones de los planetas llegan a la tierra pero no llegan hasta el sol. Las emanaciones de la tierra son aún más cortas. De esta manera, dentro dentro de los confines de la atmósfera terrestre, hay tres clases de emanaciones: las del sol, las de la tierra y las de los planetas. Más allá de ella, no hay emanaciones de la tierra, sólo hay emanaciones del sol y de los planetas; y todavía más arriba sólo hay emanaciones del sol. Un hombre es el resultado de la interacción de las emanaciones planetarias y de la atmósfera terrestre, con materias de la tierra. A la muerte de un hombre ordinario, su cuerpo físico se desintegra en sus componentes; sus partes terrestres van a la tierra. “Polvo eres y al polvo volverás”. Las partes que llegaron con las emanaciones planetarias regresan al mundo planetario; las partes provenientes de la atmósfera terrestre regresan a ella. De este modo nada permanece como un todo. Si el segundo cuerpo logra cristalizarse en un hombre antes de su muerte, puede continuar viviendo después de la muerte del cuerpo físico. La materia de este cuerpo astral, en sus vibraciones, corresponde a la materia de las emanaciones del sol y es, teóricamente, indestructible dentro de los confines de la tierra y su atmósfera. Sin embargo, la duración de su vida puede ser diferente. Puede vivir por largo tiempo o su existencia puede terminar muy rápidamente. Esto es así porque, como el primero, el segundo cuerpo también tiene centros; también vive y también recibe impresiones. Y puesto que carece de suficiente experiencia y de material de impresiones, debe, como un recién nacido, recibir cierta educación. De otro modo es impotente y no puede existir independientemente, y muy pronto se desintegra como el cuerpo físico. Todo lo que existe está sujeto a la misma ley porque “como es arriba, así abajo”. Lo que puede existir en un cierto juego de condiciones no puede existir en otro. Si el cuerpo astral se enfrenta con materia de vibraciones más finas, se desintegra. Y así, a la pregunta: “¿Es el alma inmortal?”, en general solamente es posible contestar “sí y no”. Para contestar más definidamente, debemos saber a qué clase de alma y a qué clase de inmortalidad se refiere. Cómo he dicho, el segundo cuerpo del hombre es el alma con relación al cuerpo físico. Aunque en sí mismo está también dividido en tres principios, tomado como un todo representa la fuerza activa, el principio positivo en relación al principio pasivo y negativo, que es el cuerpo físico. El principio neutralizante entre ellos es un magnetismo especial, que no todos poseen, pero sin el cual es imposible para el segundo cuerpo ser el amo del primero. Un desarrollo ulterior es posible. Un hombre con dos cuerpos puede adquirir nuevas propiedades a través de la cristalización de nuevas substancias. Se forma entonces un tercer cuerpo dentro del segundo, que a veces es llamado cuerpo mental. El tercer cuerpo será entonces el principio activo; el segundo, el neutralizante; y el primero, es decir, el cuerpo físico, el principio pasivo. Pero esto aún no es un alma en el sentido real de la palabra. A la muerte del cuerpo físico, el astral podría también morir, y el cuerpo mental puede quedarse solo. Pero aunque en cierto sentido éste es inmortal, también puede morir tarde o temprano. Sólo el cuarto cuerpo completa todo el desarrollo posible para el hombre en las condiciones terrestres de su existencia. Es inmortal dentro de los límites del sistema solar. La voluntad real pertenece a este cuerpo. Es el verdadero “Yo”, el alma del hombre, el amo. Es el principio activo en relación con los otros cuerpos tomados en conjunto. Los cuatro cuerpos, que encajan uno dentro del otro, pueden ser separados. Después de la muerte del cuerpo físico, los cuerpos superiores pueden llegar a ser divididos. La reencarnación es un fenómeno muy raro. Es posible ya sea después de un muy largo período de tiempo, o en el caso de que exista un hombre cuyo cuerpo físico sea idéntico al del hombre que poseía estos cuerpos superiores. Es más, el cuerpo astral solamente se puede reencarnar si se encuentra accidentalmente con tal cuerpo físico; sin embargo, esto sólo puede suceder inconscientemente. Pero el cuerpo mental es capaz de elegir"
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Pero un alma no puede nacer de la nada. Todo es material y así también lo es el alma, sólo que se compone de materia muy fina. Por consiguiente, para adquirir un alma, es necesario ante todo tener la materia correspondiente. Sin embargo, no tenemos suficientes materiales ni aun para nuestras funciones diarias. En consecuencia, para tener la materia o el capital necesario, debemos empezar a economizar para que quede algo para el día siguiente. Por ejemplo, si estoy acostumbrado a comer una patata al día, puedo comer sólo la mitad y guardar la otra mitad, o puedo ayunar completamente. Y la reserva de substancias que tiene que ser acumulada debe ser grande; de otro modo lo que hay pronto será disipado. Si tenemos unos cristales de sal y los ponemos en un vaso de agua, rápidamente se disolverán. Se puede añadir más, una y otra vez, y continuarán disolviéndose. Pero llega un momento en que la solución se satura. Entonces la sal ya no se disuelve y los cristales permanecen enteros en el fondo. Lo mismo pasa con el organismo humano. Aun si los materiales que se requieren para la formación de un alma siguen produciéndose constantemente en el organismo, son dispersados y disueltos en él. Debe haber un excedente de tales materiales en el organismo; sólo entonces la cristalización es posible. El material cristalizado después de tal excedente toma la forma del cuerpo físico del hombre, es una copia de éste y puede ser separado del cuerpo físico. Cada cuerpo tiene una vida diferente y cada uno está sujeto a diferentes órdenes de leyes. El nuevo o segundo cuerpo es llamado el cuerpo astral. En relación con el cuerpo físico es lo que se llama el alma. La ciencia está llegando ya a la posibilidad de establecer experimentalmente la existencia del segundo cuerpo. Si hablamos acerca del alma, debemos explicar que puede haber varias categorías de almas, pero que sólo una de ellas puede verdaderamente ser llamada por este nombre. Un alma, como ha sido dicho, se adquiere en el curso de la vida. Si un hombre ha empezado a acumular estas substancias pero muere antes de que se hayan cristalizado, entonces, simultáneamente con la muerte del cuerpo físico, estas substancias también se desintegran y se dispersan. El hombre, como todos los demás fenómenos, es el producto de tres fuerzas. Debemos decir que —como todo lo que vive— la tierra, el mundo planetario y el sol emiten emanaciones. En el espacio entre el sol y la tierra hay, por así decir, tres mezclas de emanaciones. Las emanaciones del sol, que son más largas en proporción al tamaño mayor de este último, alcanzan la tierra y hasta la atraviesan sin obstáculo, dado que son las más tinas. Las emanaciones de los planetas llegan a la tierra pero no llegan hasta el sol. Las emanaciones de la tierra son aún más cortas. De esta manera, dentro de los confines de la atmósfera terrestre, hay tres clases de emanaciones: las del sol, las de la tierra, y las de los planetas. Más allá de ella, no hay emanaciones de la tierra, sólo hay emanaciones del sol y de los planetas; y todavía más arriba sólo hay emanaciones del sol. Un hombre es el resultado de la interacción de las emanaciones planetarias y de la atmósfera terrestre, con materias de la tierra. A la muerte de un hombre ordinario, su cuerpo físico se desintegra en sus componentes; sus partes terrestres van a la tierra. "Polvo eres y al polvo volverás." Las partes que llegaron con las emanaciones planetarias regresan al mundo planetario; las partes provenientes de la atmósfera terrestre regresan a ella. De este modo, nada permanece como un todo. Si el segundo cuerpo logra cristalizarse en un hombre antes de su muerte, puede continuar viviendo después de la muerte del cuerpo físico. La materia de este cuerpo astral, en sus vibraciones, corresponde a la materia de las emanaciones del sol y es, teóricamente, indestructible dentro de los confines de la tierra y su atmósfera. Sin embargo, la duración de su vida puede ser diferente. Puede vivir por largo tiempo o su existencia puede terminar muy rápidamente. Esto es así porque, como el primero, el segundo cuerpo también tiene centros; también vive y también recibe impresiones. Y puesto que carece de suficiente experiencia y de material de impresiones, debe, como un recién nacido, recibir cierta educación. De otro modo es impotente y no puede existir independientemente, y muy pronto se desintegra como el cuerpo físico. Todo lo que existe está sujeto a la misma ley porque "como arriba, así abajo". Lo que puede existir en un cierto juego de condiciones no puede existir en otro. Si el cuerpo astral se enfrenta con materia de vibraciones más finas, se desintegra. Y así, a la pregunta: "¿Es el alma inmortal?", en general solamente es posible contestar "sí y no". Para contestar más definidamente, debemos saber a qué clase de alma y a qué clase de inmortalidad se refiere. Como he dicho, el segundo cuerpo del hombre es el alma con relación al cuerpo físico. Aunque en sí mismo está también dividido en tres principios, tomado como un todo representa la fuerza activa, el principio positivo en relación al principio pasivo y negativo, que es el cuerpo físico. El principio neutralizante entre ellos es un magnetismo especial, que no todos poseen, pero sin el cual es imposible para el segundo cuerpo ser el amo del primero. Un desarrollo ulterior es posible. Un hombre con dos cuerpos puede adquirir nuevas propiedades a través de la cristalización de nuevas substancias. Se forma entonces un tercer cuerpo dentro del segundo, que a veces es llamado el cuerpo mental. El tercer cuerpo será entonces el principio activo; el segundo, el neutralizante; y el primero, es decir, el cuerpo físico, el principio pasivo. Pero esto aún no es un alma en el sentido real de la palabra. A la muerte del cuerpo físico, el astral podría también morir, y el cuerpo mental puede quedarse solo. Pero aunque en cierto sentido éste es inmortal, también puede morir tarde o temprano. Sólo el cuarto cuerpo completa todo el desarrollo posible para el hombre en las condiciones terrestres de su existencia. Es inmortal dentro de los límites del sistema solar. La voluntad real pertenece a este cuerpo. Es el verdadero "Yo", el alma del hombre, el amo. Es el principio activo en relación con los otros cuerpos tomados en conjunto. Los cuatro cuerpos, que encajan uno dentro del otro, pueden ser separados. Después de la muerte del cuerpo físico, los cuerpos superiores pueden llegar a ser divididos. La reencarnación es un fenómeno muy raro. Es posible ya sea después de un muy largo período de tiempo, o en el caso de que exista un hombre cuyo cuerpo físico sea idéntico al del hombre que poseía estos cuerpos superiores. Es más, el cuerpo astral solamente se puede reencarnar si se encuentra accidentalmente con tal cuerpo físico; sin embargo, esto sólo puede suceder inconscientemente. Pero el cuerpo mental es capaz de elegir