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General: El poderoso Rey invisible
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De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 18/04/2013 00:40
El poderoso Rey invisible
Cuando apenas y tendría 13 años, luego de un suceso sobrenatural, es que me contactaron con una sociedad secreta paralela a las conocidas, o mejor diría por encima de las sociedades discretas convencionales, si esas sociedades discretas tradicionales que la mayoría conocen. Poco, a poco los cofrades de esta extraña sociedad fueron muriendo, quedando yo con todo el legado y algo más, la verdad y luego de casi 40 años no comprendo la razón del porque me hicieron parte de la trama, creo detectaron en mi alguna cualidad. Que yo hasta ahora desconozco. Pero ahora entremos en detalle, en estos últimos años me he hecho del control de toda una Nación, si por increíble que parezca así es que ha pasando. Un capricho proyectado por mis cofrades de antaño y que yo he concretado ahora. Era un deseo que tenía mi Sociedad Secreta desde hacía mucho tiempo y he querido concretarlo. No me imaginaba que el ser dueño de un país petrolero daba tanto gusto. La ocasión se dio, era buena y el asunto quedó arreglado más no en pocos años. El presidente enfermó y tenía que arreglarse el asunto en poco tiempo: su ministerio, compuesto de aliados suyos en su mayoría, era un peligro, cualquiera de ellos podría apoderase de la dictadura. Las arcas de la República estaban vacías, la deuda externa crecía, varias devaluaciones se sucintaron; crear altos impuestos hubiera sido la señal del derrumbamiento de todo el partido que se hallaba en el poder, tal vez de una revolución se veía asomarse en el horizonte. Había ya militares inconformes que tramaban apoderase de la nación luego de la muerte del dictador, se aliaban bandas de países extranjero que prometían cargos y empleos los que se les aliaran. Un agente de inteligencia que se hallaba en el lugar me avisó. El ministro de relaciones exteriores contacto con uno de mis agentes secretos: en cuatro días nos pusimos de acuerdo. Anticipé algunos millones de dólares a la República, y además asigné al presidente, a todos los ministros y a sus secretarios unos emolumentos dobles de aquellos que recibían del Estado. Me han dado en garantía -sin que el pueblo lo sepa las aduanas y los monopolios. Además, el presidente y los ministros han firmado un convenio secreto que me concede prácticamente el control sobre la vida de la República. Aunque yo parezca, cuando voy allí, un simple huésped de paso, soy, en realidad, el dueño casi absoluto del país. En estos días he tenido que dar una subvención, bastante crecida, para la renovación del material del ejército, y me he asegurado, en cambio, nuevos privilegios. El espectáculo, para mí, es bastante divertido. Las Cámaras continúan legislando, en apariencia libremente los ciudadanos continúan imaginándose que la República es autónoma e independiente y que de su voluntad depende el curso de las cosas. No saben que todo cuanto se imaginan poseer -vida, bienes, derechos civiles- depende en última instancia de un extranjero desconocido para ellos, es decir, de mí. Mañana puedo ordenar la clausura del Parlamento, una reforma de la Constitución, el aumento de las tarifas de aduanas, la expulsión de los inmigrados. Podría, si me complaciese, revelar los acuerdos secretos de la camarilla ahora dominante y derribar así al Gobierno, obligar al país que tengo bajo mi mano a declarar la guerra a una de las Repúblicas colindantes. Esta potencia oculta e ilimitada me ha hecho pasar algunas horas agradables. Sufrir todos los fastidios y la servidumbre de la comedia política es una fatiga bestial; pero ser el titiritero que detrás del telón puede divertir tirando de los hilos de los fantoches obedientes a su movimiento, es una voluptuosidad única. Mi desprecio de los derechos civiles encuentra un sabroso alimento y mil confirmaciones. Yo no soy más que el demiurgo rey incógnito de una República petrolera en desorden, pero la facilidad con que he conseguido dominarla y el evidente interés de todos los alumbrados iniciados en conservar el secreto, me hace pensar que otras tantas naciones, y tal vez más vastas e importantes que mi República, viven, sin darse cuenta, bajo una dependencia análoga de soberanos desconocidos. Siendo necesario más dinero para su adquisición, se tratará, en vez de un solo dueño, como en mi caso, de ser el presidente invisible de un Think Tank, de un asesor de negocios, de un grupo restringido de capitalistas o de banqueros. Pero tengo fundadas sospechas de que otros países son gobernados por pequeños comités de reyes invisibles, conocidos solamente por sus hombres de confianza, que continúan recitando con naturalidad el papel de jefes legítimos por el supuesto voto ciudadano
 
. Fraternalmente - Alcoseri. https://groups.google.com/group/secreto-masonico


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