El Simbolismo del Rustico
Sillón de las Reflexiones
Nuestro sistema
masónico es impresionante y demasiado, el hecho de que, a lo largo de nuestros
rituales y nuestras conferencias abiertas en foros de la internet masónica, las
referencias hechas a la Logia no se refieren al edificio en dónde a puertas
cerradas sesionamos los masones. Ese edificio en sí mismo pretende ser sólo un
símbolo, un velo de alegoría que oculta algo más. "Recordemos lo que dice
San Pablo en el Libro de la ley , la santa Biblia", que dice:
1 Corintios 3
16 ¿No sabéis que sois
templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
17 Si alguno destruyere
el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual
sois vosotros, santo es.
"La Logia real a la que nos referimos a
lo largo de nuestros rituales masónicos es nuestra propia personalidad individual,
y si interpretamos nuestra doctrina a la luz de este hecho, descubriremos que
revela un aspecto completamente nuevo del propósito de nuestra Masonería.
Al postulante a iniciado
masón se coloca en el rustico sillón de
las Reflexiones en la esquina Noreste
(Algunas logias lo ponen al Sur o cerca del Seg:. Vig:. ) del templo masónico a
modo de que reflexione unos momentos; todo en absoluto silencio; el postulante
es dejado , abandonado a merced de su propia consciencia ¡Qué la oscuridad en
que se encuentra, en medio del terror de enfrentarse a sí mismo, todo dentro de
una expectante calma silenciosa, solamente el silencio le acompaña! A un golpe
de mallete los expertos le levantan del sillón, el postulante ha reflexionado ,
y al postulante se le cuestiona si persiste en ser masón o no. Por si acepta en
persistir en ser masón, tendrá que sujetarse a realizar tres viajes iniciáticos,
y también si persiste en ser masón es que tiene la intención de aprender que,
en su nacimiento en este mundo, la base de su vida espiritual fue debidamente
establecida e implantada dentro de sí mismo; y se le encarga desarrollarlo;
para crear una superestructura sobre ella. Dos caminos están abiertos para él
en esta etapa, un camino de luz y un camino de oscuridad; un camino de bien y
un camino de maldad. La esquina Noreste del templo es el lugar divisorio
simbólico entre los dos mundos , el luminoso y el tenebroso. En lenguaje
simbólico masónico, el Norte siempre significa el lugar de la imperfección y el
subdesarrollo; en tiempos antiguos, los cuerpos de los suicidas, los réprobos y
los niños no bautizados siempre estaban enterrados en el lado norte o sin sol
de un cementerio. El asiento de los miembros menores de la Masonería se asigna
al norte, ya que, simbólicamente, representa la condición del hombre
espiritualmente no iluminado; el novicio en quien la luz espiritual latente
dentro de él no se ha levantado aún sobre el horizonte de la conciencia y
dispersó las nubes de los intereses materiales y los impulsos de la vida
inferior y meramente sensual. El postulante a
iniciado masón es colocado a solas en la esquina Noroeste del tempo,
sentado en un sillón viejo y maltrecho, recuerdo en muchas logias el sillón es
de madera , y este sillón se pone recostado al suelo y el postulante a masón se
le sienta apenas en un lado del sillón recostado, el postulante a ojos vendados corre el riesgo
de caer y los expertos que lo conducen deben tener cuidado que no caiga al
suelo , pues puede causarse daño, así que los expertos conductores del
postulante siempre están a lado de él , esto claramente tiene un simbolismo
masónico muy profundo; por alguna razón
el sillón de reflexiones no es tan popular o famoso como la Cámara de Reflexiones,
pero este sitial de reflexión masónica en el sillón , es igual o más importante
, pues esta es una situación de reflexión dentro del templo masónico mismo;
muchas logias omiten ahora este paso del sillón de las reflexiones. Ahora es
sabemos que el postulante tiene la intención de ver, pero él no sabe que
por un lado de él está el camino que conduce a la luz perpetua del oriente, en
el que se le anima a proceder, y que por el otro es el de oscuridad espiritual
e ignorancia en la que le es posible permanecer o recaer. Es una parábola de
los caminos duales de la vida que se abren para cada uno de nosotros; por un
lado, el camino del egoísmo, los deseos materiales y la indulgencia sensual, de
la ceguera intelectual y el estancamiento moral; por el otro, el camino del
progreso moral y espiritual, en la búsqueda de lo que uno puede decorar y
adornar la Logia dentro de él con los ornamentos y joyas de la gracia y con los
inestimables muebles del verdadero conocimiento, y que puede dedicar, en todas
sus acciones, al servicio de Dios y de sus semejantes. Y nótese que de esas joyas se dice que algunas son
movibles y transferibles, porque cuando se muestran en nuestras propias vidas y
naturalezas, su influencia se transfiere y se comunica a los demás y ayuda a
elevar y endulzar la vida de nuestros semejantes; mientras que otros son
inmóviles porque están permanentemente fijados y plantados en las raíces de
nuestro propio ser, y son de hecho la materia prima que nos ha sido confiada
para trabajar desde el caos y la rudeza en forma debida y verdadera. Es obvio
que durante la iniciación masónica nadie nos damos cuenta que nos sentamos o
mejor dicho nos sentaron a reflexionar
en un maltrecho sillón, como igual , en la vida diaria , el argot popular se
dice: no nos damos cuenta muchas veces en donde estamos sentados.
La Ceremonia de nuestro
primer grado, entonces, es una representación rápida y completa de la entrada
de todos los hombres en, primero, la vida física, y segundo, en la vida
espiritual; y cuando extendemos nuestras felicitaciones cuando nace un niño en
el mundo, también recibimos con aclamación al candidato a la Masonería que,
simbólicamente, busca el renacimiento espiritual; y aquí emulamos lo que está
escrito de la alegría que existe entre los ángeles del cielo sobre cada pecador
que se arrepiente y se vuelve hacia la luz. El primer grado también es
eminentemente el grado de preparación, de autodisciplina y purificación.
Corresponde con esa limpieza simbólica acordada en el Bautismo que recibió el
Maestro Jesús el Cristo, que, en las es, por así decirlo, el primer grado en la
vida iniciática, representado en Logias
de aprendices como el Agua Lustral. Para
todos nosotros, es necesaria una limpieza y purificación inicial.
Por alguna razón , que
desconozco , este bello y alegórico episodio iniciático del Sillón de las
Reflexiones , es poco , o nada abordado en la literatura masónica. Pero , ahora
es tiempo de retomarlo.
Alcoseri.