SECRETO MASONICO ›Benito Juárez masón del Rito Nacional Mexicano
Elegido nuevamente para la legislatura estatal en 1845, Juárez estuvo involucrado en El Rito Nacional Mexicano, el rito que sucedía al de los yorkinos, el cual había caído en desgracia después de la elección de 1828. Muchos yorkinos se volvieron miembros del Rito Nacional Mexicano, el rito que levantó los principios masónicos de separación de iglesia y Estado y la tolerancia religiosa para todos los tipos de fe. La primera logia en Oaxaca fue establecida en abril de 1828, de acuerdo con Iturribarría. Esto está registrado también en La historia de la masonería mexicana, de Mateo. El fundador y primer digno maestro fue el coronel don Antonio de León. Fue una logia del Rito Yorkino, llamada El esfuerzo de la virtud. Zalce habló de su visita a Oaxaca en l926, ayudando a restablecer la Gran Logia Oaxaqueña. Tuvo una conversación con el hermano Hernández, un viejo masón que había sido secretario de la Gran Logia durante muchos años. Hernández, una historia viviente de la masonería en Oaxaca, afirmó que Juárez fue iniciado en la logia de Oaxaca entre 1833 y 1834, en la Logia “El esfuerzo de la virtud”. Fue masón cuando se convirtió en gobernador. De acuerdo con su biografía, Juárez fue uno de aquellos nombrados para reescribir La Constitución Mexicana de 1824. Declaró que el Partido Liberal deseaba adoptar los "principios de libertad y progreso que hicieran de la república vecina, los Estados Unidos del Norte, feliz y próspera". La Constitución de 1824 limitaba el progreso declarando que la religión del Estado había de ser católica. La autoridad civil debiera determinar la voluntad nacional sin ningún control o abuso por parte de la religión. Santa Anna, depuesto en 1843, escapó a La Habana. Enviando un mensajero a Washington, ofreció vender tierra mexicana al norte del Río Bravo y El Colorado del Oeste ¡por treinta millones de dólares! Los Estados Unidos estuvieron de acuerdo con la condición de que la oferta fuera hecha por una autoridad reconocida en México. El agente de Santa Anna subrayó que ¡ningún gobierno en México podía permanecer en su puesto y hacer tal oferta! Por lo tanto los Estados Unidos sugirieron que se aplicara presión a través de fuerzas en el norte y un destacamento naval en Veracruz. La triste historia de la invasión y la victoria en sucesivas ciudades, la cual terminó en la Ciudad de México, es bien conocida. Santa Anna, un personaje muy convincente, persuadió a Gómez Farías que favoreciera el federalismo y deseaba servir en contra de las fuerzas invasoras de los Estados Unidos. Un tipo doble, le aseguró al presidente Polk que su regreso a México sería valioso para los Estados Unidos y así fue como se le permitió que pasara a través del bloqueo naval de Veracruz. El 6 de diciembre de 1846 fue electo presidente con Gómez Farías como vicepresidente. Los masones, quienes no tenían ninguna confianza en Santa Anna, estaban fascinados con Farías bajo cuyo gobierno tuvieron lugar algunas reformas; reformas inspiradas por José María Luis Mora ex miembro del Rito Escocés. Las reformas de Mora se habían convertido en el programa del Rito Nacional. La mayoría del congreso estaba constituida por masones. Autorizaron al gobierno a hipotecar la riqueza de la clerecía para apoyar el esfuerzo de guerra. De acuerdo con la tradición española las posesiones eclesiásticas adquiridas a través de las donaciones eran revocables en tiempo de necesidad nacional. Cuando el decreto fue anunciado la catedral se cerró. La clerecía se mostraba indiferente al peligro en el que México estaba. Se amenazó con la excomunión a aquéllos que favorecieran el secuestro de los fondos eclesiásticos. La iglesia no estaba dispuesta a entregar su riqueza, aun cuando México podía perder la mitad de su territorio ante la invasión del protestantismo. Los masones apoyaron el esfuerzo de guerra, dejando su "trabajo" en las logias. Cuando los Estados Unidos invadieron la capital en septiembre de 1847, el gobierno se movió a Querétaro. Zalce notó las cortesías fraternas intercambiadas entre los masones mexicanos y estadounidenses: "más de un prisionero de ambos lados fue librado de la muerte por el uso oportuno de algún gesto (masónico) conocido y así los horrores de la guerra fueron ligeramente mitigados".El tratado que puso fin a la guerra fue firmado el 2 de febrero de 1848. El territorio de México fue dividido en dos mediante un pago de 15,000,000 de dólares. Este injusto arreglo agregó insulto a la injuria, pues Texas había ya cambiado anteriormente los limites reconocidos durante siglos. La desilusión se apoderó de los ánimos. "Fue algo espantoso para nuestra pobre nación exhausta y débil, fue una pesadilla; el destino manifiesto era nuestra caída, nuestro infortunio, la gran tragedia de la nación mexicana". La guerra México-Americana de 1846-1848 provocó una crisis, la cual resultó en veinte años de aflicción, guerra civil e intervención extranjera. Los mexicanos analizaron su humillante derrota. Se lamentó que cuando Farías ordenó que se expropiaran quince millones de pesos de las autoridades eclesiásticas, tropas leales al partido conservador se rebelaran. México perdió así la guerra y la mitad de su territorio. Los liberales vieron esto como una traición de la nación por el partido eclesiástico. "La iglesia plantó la semilla de esta derrota, irrevocablemente puso a los liberales en su contra y se eslabonó con la traición". Santa Ana regresó enviando a Farías al exilio. El tiempo de Juárez en la capital terminó abruptamente; retornó a Oaxaca para practicar el Derecho. Trabajó para que la ley se obedeciera, la ley que "siempre ha sido mi espada y mi escudo". Preocupado por los liberales oaxaqueños, Santa Ana pronto quitó a Juárez de su puesto de director del Instituto. Juárez se exilió con otros liberales en Nueva Orleans, donde había de vivir por un año y medio. De acuerdo con Richard Sinkin, "ellos (los liberales) podían nunca haberse conocido si la mala fortuna no los hubiera juntado en el clima corrompido de Nueva Orleans". Se formó en Nueva Orleans un gobierno revolucionario en el exilio para derrocar a Santa Anna. Ocampo era el líder, Juárez era el segundo de a bordo. Los exiliados estudiaban y analizaban México, formulando la reforma. No parecía haber alternativa más que la de destruir el poder de la iglesia, por lo menos en cualquier asunto que no perteneciera al ámbito espiritual. Dominado por Ocampo, el grupo decidió suprimir los 9 fueros, las comunidades religiosas y nacionalizar la riqueza de la clerecía. De acuerdo con Ocampo, era necesario deshacerse de los privilegios de la clerecía y de los militares, y ¡también de las mismas clases privilegiadas! Melchor Ocampo, dos veces gobernador de Michoacán, tuvo un impacto perdurable sobre Benito Juárez. Juárez hizo las paces con la clerecía cuando era gobernador; mientras que Ocampo causó un escándalo. Ocampo estaba enfurecido porque la clerecía imponía cuotas fijas y no obstante, dejaba de cumplir con sus deberes. No atendían los funerales de los pobres, quienes eran sepultados como animales. La autoridad de conciencia no era compatible con la autoridad de la iglesia. Don Antonio Gibaja y Patrón tenía otra teoría. Un abogado y probablemente un jesuita mexicano, creía que la masonería estaba involucrada en movimientos revolucionarios por todo el mundo. De acuerdo con él, el plan revolucionario estaba formado por una sociedad masónica, la junta afictiónica de Nueva Orleans, (anfictiónica tiene una connotación religiosa, asociada con la antigua Grecia) con el propósito de dar libertad a los mexicanos. Díaz, autor de La masonería en México, creía que las Leyes de Reforma habían sido incubadas en las logias norteamericanas y que los masones mexicanos las ejecutaban. Ocampo se convirtió en gobernador de Michoacán en 1846. Debido a su posición radical sobre la libertad religiosa y a la educación secular, se puso bajo intensos ataques recibiendo amenazas de muerte. Sus escritos contenían las ideas para las leyes de reforma, la constitución de 1857, la separación iglesia-Estado y la libertad de religión. Estaba convencido de que el gobierno civil no tenía ningún papel que jugar en la salvación de las almas. En un diálogo escrito con un cura Ocampo escribió: que debiera hacer cuando veo que se danza y se grita en la iglesia; cuando veo a un protestante que junta a su familia para leer la Biblia; cuando veo a un rabino entrar al lugar santísimo; cuando veo a un musulmán devoto conducir sus absoluciones...¿Qué cree que debiéramos hacer con esta desafortunada parte de la humanidad a la cual Dios no le ha concedido el beneficio del catolicismo?. ¿Deberíamos prohibirle que rinda culto a su concepción de la majestad divina hasta que conozca el método determinado por Dios y enseñado por la iglesia? Debiéramos sujetar todas estas naciones, más de 400 millones de personas, y convertirlos en ateos; no debieran aproximarse a su creador hasta que aprendan el modo correcto..." Comparó a los reformadores con los primeros apóstoles, quienes a veces tenían dudas, a veces eran débiles. Los nuevos principios eran conducidos por el amor y la razón. Sus apóstoles eran tan perseguidos como los de Cristo. Jesús solamente combatía contra los vicios del altar; los reformadores combatían también contra los vicios del trono. Ocampo se apegó a la doctrina masónica como se pretendía originalmente, no admitiendo la naturaleza pecaminosa del hombre o la expiación de Cristo. Todas las religiones eran igualmente buenas, en tanto que no causaran daño a su vecino. Respetuoso de la religión, habló de la Divina Providencia, de Jesucristo y su iglesia. No obstante, en el fondo él era un panteísta como Rousseau, un masón francés al cual él admiraba. Mientras que los exiliados en Nueva Orleans y Brownsville formulaban planes para la revolución, se proclamó un plan revolucionario en el pueblo de Ayutla el 1 de marzo de 1854. Un año después muchos líderes del norte de México apoyaron este plan, oponiéndose a Santa Anna, apoyando un gobierno republicano. Sinkin vió al Plan de Ayutla como un "catalizador de diez años de holocausto que involucraron tanto una guerra civil como la intervención extranjera". Nuevas de la revolución llegarón a Nueva Orleans. Ocampo financió el retorno de Juárez para que fuese la voz del grupo exiliado. Juárez ahora profesaba la filosofía de la reforma. Estaba listo para involucrarse en una batalla para liberar a México del dominio clerical. En Cuernavaca Juan Álvarez fue elegido presidente de la república. Juárez fue nombrado ministro de justicia y de instrucción pública. Durante este tiempo, Juárez estaba ya contemplando la reforma de ciertas leyes. El encuentro en Cuernavaca fue una reagrupación de las logias. "La masonería se autodeclaró unida al partido progresista y en el seno de las logias empezó a preparar proyectos de reforma esperando que, cuando el gobierno se instalara, hubiera una ocasión propia y un método adecuado para presentar estas reformas". Todos los ministros de Álvarez eran masones, lo cual no era el caso cuando Comonfort tomó posesión el 11 de diciembre de 1855, "una circunstancia que no fue prevista por los miembros del Rito Nacional".En su nueva posición Juárez consideraba reformar el sistema judicial. Esto se convirtió en el ímpetu para la Ley Juárez del 23 de noviembre de 1855. El único progreso posible era la remoción de los fueros. La clerecía y el ejército serían juzgados en cortes civiles, permitiendo que el fuero permaneciese solo en casos criminales. De acuerdo con Juárez esto era "la chispa que produciría la flama de la Reforma que en tiempos posteriores consumiría la estructura decadente del abuso y el prejuicio". Roeder dijo que la Ley Juárez fue la piedra angular de la constitución futura, la cual le dió prestigio nacional a Juárez.66 El 25 de junio de 1856, se pasó la segunda ley de reforma. Se le llamó Ley Lerdo por su autor, el ministro del tesoro, Miguel Lerdo de Tejada, quien también era un miembro del Rito Nacional Mexicano. El propósito no era confiscar la propiedad de la iglesia, sino ponerla en el mercado esperando que se beneficiaran pequeños terratenientes. En vez de ello se la tragaron los ricos. Si el Papa hubiese sido más flexible, la iglesia hubiera aceptado la Ley Lerdo, que meramente requería la venta de su propiedad con un cinco por ciento de impuestos para el Estado. "Con sus cofres repletos de hipotecas fácilmente negociables, se hubiera evitado la guerra civil y el progreso del país y la prosperidad de la iglesia hubieran podido estrechar las manos". Pero la ley fue un grito de batalla. Se declaró la guerra entre iglesia y Estado. Los diputados se juntaron en la ciudad de México en febrero de 1856 para escribir la Constitución de 1857. En julio, el arzobispo de México compareció ante el congreso solicitando que no se convirtiera en ley el artículo 15, el artículo que garantizaría la libertad de religión. Como solo podía haber una sola religión verdadera y un solo Dios verdadero, no era posible que los mexicanos abrazaran cualquier fe. Los representantes eclesiásticos le imploraban a los delegados: "solo hay una fe, sin lugar a duda la religión católica es la depositaria exclusiva de este precioso tesoro. Es el gran árbol que cobija a la gente que quiere disfrutar la verdadera libertad. Millones de creyentes y siglos, dan testimonio de la veracidad del catolicismo Masoneria Secreto Masónico
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Fraternalmente Vicente Alcoseri
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