FILOSOFÍA MASÓNICA Y FILOSOFÍA ACADÉMICA – Parte #2
Estamos hoy, tanto las logias
Masónicas como en las aulas Académicas y
la Humanidad entera, enfrentando el agotamiento de un modelo civilizatorio que
prioriza el tener y se olvida del ser. Las constantes crisis políticas y financieras a nivel internacional representan sólo la fractura
expuesta más evidente, pero es posible identificar innumerables sistemas de
preservación de la vida comprometidos y muchas opciones funcionales, acusando una
creciente ineficiencia y estrecho horizonte de supervivencia. En estas
condiciones, los esfuerzos para soportar la Espiritualidad y proporcionar al ser
humano un paradigma efectivamente dotado de universalidad, además de una base
segura para el desarrollo de las demás ramas del saber, tanto como la acción
educativa de la masonería, constituyen nobles esfuerzos intelectuales, que con
el fin de preservar la especie y el bienestar de la humanidad. Como se puede ver, ambos vislumbran la misma
solución: la reposición de un paradigma centrado en el ser que tiene como
consecuencia evidente imponer una corrección profunda al modelo civilizatorio
vigente, de ahí la resistencia constatada.
Las diferencias de método y de
estrategia pedagógica, sin embargo, implican resultados y potencialidades
significativamente diferentes. La masonería, al trabajar con símbolos y
alegorías, convive mejor que la Academia con el concepto de lo absoluto en abstracciones
y con la presencia de religiones que
ofrecen soluciones particulares de acomodación y armonización del espíritu
humano limitado y relativo, frente a la fuente creadora absoluta y eterna. Por
otro lado, el símbolo, al indicar la posibilidad de muchas versiones sobre él,
cada una de ellas válida para su entendimiento , su nivel de ser, o en su grado de precisión y refinamiento,
habilita mejor al hombre a convivir con la diversidad de opiniones y vincula
esa diversidad, no a una evaluación mordaz tipo correcto-incorrecto, pero a
distintos grados de discernimiento de los interlocutores. Por la misma razón,
la masonería convive mejor con el carácter misterioso de todo aquello que se
sitúa más allá del actual campo humano de percepción y admite, con más
naturalidad, el hecho de que el mundo y la existencia comportan maravillas
organizativas y cierta magia imponderable que tanto se encanta pues invita al desconcierto
al mantener siempre un velo de misterio. La Academia, al contrario, frente a
los rumbos asumidos por las cosas en la Modernidad, encuentra dificultad hasta
para admitir la pluralidad lógica que sus propios estudios demuestran, no
porque les falte fundamento, sino porque ella insinúa realidades situadas más
allá de la materia, y eso compromete la demarcación científica vigente basada
en la inmanencia. Se comprende la dificultad, pensando en el ajuste que será
exigido de las ciencias para incluir en sus objetos aspectos no materiales. En
cambio, la Academia opera con mucho más rigor lógico y metodológico, y la
Masonería, en función de las características de los símbolos, opera una
racionalidad impregnada de emociones y sentimientos que a veces ofuscan la
lógica y le confieren cierta coloración mística para muchos sin sentido. Es en
ese punto es que se sitúa la diferencia relevante que logramos identificar
entre las dos escuelas.
La Masonería, al comprender que el
ser relativo tiene origen en el ser absoluto, a quien designa de Gran
Arquitecto del Universo, reconoce que el ser relativo posee descendencia divina
y, a causa de ello, hace distinción entre ser humano y personalidad humana.
Entiende que la personalidad humana representa la conciencia forjada en la
experiencia de vida cumplida en el ámbito del tiempo y del espacio y que, en
consecuencia, refleja valores y creencias determinadas por las circunstancias
particulares que moldearon esa experiencia en el tiempo y en el espacio. Sin
embargo, entiende que allí en el fondo de esa conciencia se sitúa el ser de
linaje divino que, no estando sujeto a las limitaciones del tiempo y del
espacio, es capaz de conferir al hombre una mirada y un discernimiento
efectivamente universal, habilitándolo a realizar la segunda navegación de
Platón y contemplar las leyes del Universo.
Una metáfora bastante usada en la
Masonería es la de la piedra a ser trabajada por el albañil. Esta metáfora
sirve para indicar que cuando el albañil o masón entra en la Orden, es una
piedra bruta irregular, recién salido de la cantera, aun y esta persona
iniciada tenga estudios académicos o universitarios muy destacados, para la Masonería es una
Piedra en Bruto , al mismo nivel que una persona con escasa educación, pero lo
mismo recíprocamente pasa si un masón ingresa a una carrera universitaria ,
para la academia es un neófito, aún este tenga altos grados masónico. El
trabajo del aprendiz se realiza en la piedra bruta y objetiva transformarla en
piedra pulida de formato rectangular que pueda ser usada de forma útil en la
construcción del edificio social. Aunque esta piedra pulida es el producto
natural de la Logia Masónica, no representa el límite evolutivo. Esta piedra
puede, aún, en ciertas circunstancias, sufrir metamorfosis molecular y
transformarse en cristal, transparente y pasivo, que se limita a reflejar la
luz emanada del Creador, si como en el argot masónico se le dice cristalizar el
Ser, y sin duda habrá en Masonería otros niveles superiores a la Cristalización
del Ser, esto denota que la instrucción y formación en Masonería es
interminable, lo contrario a una carrera universitaria donde el estudiante se
titula y listo, obtiene su título y a ganar dinero, y aunque si puede seguir
estudiando obtener doctorados y maestrías y demás, pero en la Masonería siempre
se aprende algo más con relación a uno mismo; esa frase “Conócete a ti Mismo” es utilizada tanto en el mundo académico como
en la Masonería, pero , en el mundo académico es solamente una frase con algún
sentido vago, en Masonería el “Conócete a ti Mismo” es una frase fuerte que
implica incluso un profundo Dolor, dolor en el sentido que cuando te conoces
tal cual eres, ya no puedes ir a buscar defectos en los demás porque tú has constatado
que los tienes, por ello el “Conócete a ti Mismo” en Masonería debe ir subrayado,
claro implica dolor entre otras muchas cosas. Así, el ápice de la carrera
masónica se da cuando ese ser logra recordarse a sí mismo , observarse a sí mismo , sacar las
objetivas conclusiones de ti mismo, y de
la estructura ontológica que moldea la existencia del Universo y la
personalidad humana, comprendiendo su papel de entrenar y habilitar la mente
para operar de modo competente, -lo cumplido, se retrae, silencia y, así,
permite que el ser asuma el mando de la conciencia. De esta forma, finalmente,
el ser humano pleno emerge y se pronuncia. Así bien podemos entender que en
Masonería la frase sería: “Estúdiate a ti mismo” mientras que en el mundo Académico
la frase seria: “Estudia lo externo”. Claro lo ideal sería como se explica en
el Sufismo Islámico (que es algo así como la masonería del mundo islámico), estudia
lo externo y lo interno a la vez.
Se observa que, en esta perspectiva,
no es la personalidad humana, sino que es el ser el que tiene acceso a Niveles
Superiores de Consciencia y que puede operar la filosofía correspondiente, pues
ésta se sitúa más allá del alcance de la personalidad humana. Se observa,
también, que el ser provisto de tal filosofía, siendo esa proveedora de los
presupuestos orientadores de las ciencias académicas, conoce y domina la
totalidad y, teniendo en vista esa totalidad, puede ejercer con justicia y
propiedad su ciencia empírica. En ese caso, habrá alcanzado la condición de
dialéctico que Platón, en la República, exige como característica del verdadero
filósofo.
Se entiende, por lo tanto, que la
Academia, frente a su estrategia didáctica, tiene como objetivo y horizonte
aclarar el ser y hacerle apto para lanzar una mirada competente sobre el mundo,
mientras que la masonería se revela un poco o mejor dicho mucho más ambiciosa:
quiere hacer del ser humano una realidad concreta, quiere realizarlo en la
práctica, o hacerlo realmente consciente de si como un ser superior que, en potencia, forma parte del
proyecto de la especie: virtualmente, despertar el Superhombre de Nietzsche que
nos describe en así habló Zaratustra
Alcoseri