| Sobre la Inmortalidad en Masonería La Inmortalidad no es un tema científico , o sea , no está comprobado mediante el rigor del método científico, para la ciencia “Los Seres Humanos” solamente somos organismos complejos , que nacemos , crecemos, nos reproducimos y morimos, en este trayecto podemos tener alguna capacidades de inteligencia y experiencias diversas, y estas definiciones de Seres Humanos , pueden variar en cuanto a Religión , Filosofía , Política, o entorno social. Pero ¿qué es la Inmortalidad para La Masonería? A esta pregunta la respuesta masónica , nada tiene que ver con ciencias académicas, ni con filosofías académicas, ni con religiones, y menos con idea políticas. Si usted ha profundizado lo suficiente en el tema masónico, sabrá que el tema del alma humana en masonería es de lo más interesante . Es como si la idea de la Masonería , nos dijera que nacemos con una alma mortal o que puede morir, pero que con esfuerzos, estudios, trabajo sobre si mismo y sacrificios podemos inmortalizar nuestra alma. La inmortalidad es, para la mayoría de las personas , sólo una esperanza, sólo un remedio al terror de dejar de existir, que experimentan al pensar en su total aniquilamiento. La Masonería aspira a la inmortalidad del Alma Humana, pensaríamos , por tanto, que el ser humano , no es inmortal por naturaleza para la Masonería, sino simplemente es una posibilidad. Aspirar a sobrevivir a la muerte física , es una legitima aspiración humana , es un hecho por desear perdurar. El aportar ideas respecto de la inmortalidad desde el punto de vista masónico , dadas con , seguridades solemnes, autoritarias y en ocasiones con falaces pretendidas certezas que no poseen ninguna evidencia propia, y que aunque lanzadas con gran vigor, se reducen a artículos de fe apasionantes, a las que la masonería no es ajena, a afirmaciones no verificables, que exaltan, pero no se pueden aclarar. Lo que vengo a proponerles con la idea de la inmortalidad del alma desde el punto de vista masónico, no es una respuesta que debiera ser decisiva al problema de la inmortalidad, tal como se planten comúnmente sin consideración, sino una manera nueva o insólita de encarar este problema, un examen de su significado psicológico, que, tal vez, nos permita aprender algo sobre nosotros mismos. No diré, en nombre y bajo la garantía de la Masonería (o de quien quiera que sea), que la inmortalidad, tal como se entiende, se imagina o se sueña, existe o no existe, sino qué sentido, en relación con nuestra experiencia acostumbrada del tiempo de este tiempo en que se inscribe nuestro nacimiento y nuestra muerte, nuestras esperas y nuestras añoran-zas pudiéramos dar al término "inmortalidad" designando con este término un estado efectivamente vivido, considerado en sí mismo y por sí mismo, y no una afirmación intelectual destinada a cubrir y a tranquilizar una profunda angustia. Para ser iniciado masón , es necesario creer en Dios (Ser Supremo) y creer en la inmortalidad del alma , yo apuntaría en este caso, en creer que se pudiera llegar a inmortalizar el alma, a través del método masónico. Ahora, sobre la noción de continuidad personal, de esta conciencia de nosotros mismos más allá en el tiempo, una prolongación de nuestra vida aquí en la tierra, una vida que nos es familiar y está en relación directa con los temores que nos inspira la muerte. En otros términos, vamos a tratar de mirar juntos más de cerca este tema desde el punto de vista masónico, en qué consiste esta clase de ser de continuidad que nos atribuimos y que la muerte aparece como capaz de destruir; y a la pregunta sería ¿Podemos sobrevivir a la muerte mediante el Método Masónico?. Este es un tema en el que tenemos por costumbre profundizar en Masonería, y, lo que da a su examen, aunque en el fondo sea sencillo, un carácter un tanto delicado y sutil. Algunos estudiosos del esoterismo poseen buenas razones para pensar que existe en las personas un estado inicial básico y tal vez animalizado - en el cual no aparece tener ningún sentido de la continuidad personal, y, por consiguiente, no existe la angustia de que esta continuidad pueda romperse en ese punto del tiempo al que llamamos "muerte". Esta especie de inmortalidad que hemos perdido se encuentra muy lejos del sentido de la muerte, ofreciéndonos de antemano, el ejemplo de un estado que hemos vivido realmente y que, de cierta manera, se encuentra fuera del tiempo; pero nos es imposible recrearlo en nosotros mismos, resucitarlo , y lo que, de hecho, nos caracteriza como adultos, es nuestra conciencia y nuestra voluntad y podríamos decir: nuestra conciencia-voluntad de ser o seguir siendo "algo". Nuestra voluntad de perseverar en nuestros actuales atributos, o bien en nuestro esfuerzo para modificarlos, y luego de la muerte física ser incluso más sanos, siempre jóvenes, fuertes e inteligentes, . Los rasgos de los que tenemos conciencia de ser, de nuestro "yo", cambian con el tiempo; pero a cada momento ese "yo" que se siente desapegado de un mundo en el cual se sitúa incesantemente se capta como una voluntad de continuidad, que puede ser la de una definición actual o de un esfuerzo para conformar gradualmente sus pensamientos y su conducta a una nueva definición de sí mismo, que pretende asumir en el futuro. Así, en el cuadro de las categorías temporales, el "yo" se percibe como una continua cadena de presencia, de deseo y de esfuerzo; como un hilo desenvolviéndose desde el lejano pasado del que se prolonga hasta el presente, en dirección del porvenir; volviendo a encontrar en su presente, la perpetuación, intencional de su pasado, e identificándose con su propia memoria en ese pasado. Alegóricamente en masonería, esta idea de la inmortalidad del alma esta presente en el mito de la Acacia, donde se dice significa esto de conocer la Acacia, de cómo se alcanza la Inmortalidad del Alma. Y se señala en Masonería, que la inmortalidad es el pensamiento elevándose a la idealidad, sublimándose en ella y permaneciendo sin fin en la sucesión de las generaciones de masones. En otros términos, a pesar de sus opciones sucesivamente contradictorias, el "yo" no cesa de ser una continuidad de intención, irrealizada. Como he dicho, que (el ser del "yo" es una sed de ser) y que, por el hecho de no realizarse, estable de en sí mismo una intención de continuidad. Por lo tanto, es evidente que en la enseñanza Masónica , el "yo" aparezca como una voluntad de permanencia y de continuidad. A eso podremos deducir que, por oposición, el individuo francmasón liberado , que ya no se experimenta como un “yo”, ¿no presenta ya ninguna continuidad de hecho? Al contrario, de hecho, presenta una suprema continuidad sutil, aunque haya cesado en él toda voluntad de continuidad; pero esa continuidad de hecho, que es otro nombre para su originalidad, su unicidad y su coherencia individual, no necesita ser pensada por él, pues no tiene de ella ni consciencia directa ni inquietud alguna; ni existe razón alguna para quererla mantener deliberadamente; no la busca: él la vive espontánea e inconscientemente. No se la impone mediante un constante esfuerzo, basándose en una definición, ni modelos "externos" que hubiera escogido, sino que es su condición, su expresión natural. No podría ni querría impedirse el ser esta continuidad, esta coherencia real y radical que es como la nota propia de su ser unificado, el perfume espontáneo de su vida, que es menester no confundir con la continuidad conceptual, ficticia imitativa que el "yo" se esfuerza en darse a sí mismo su terror de no ser "algo" o no ser “alguien”. LA INMORTALIDAD DEL ALMA El apego material de la vida mundana es lo que nos hace tener una visión errónea de la muerte y, por lo tanto, de la vida. Por lo tanto, debemos aquí en la tierra, mientras vivimos en esta fase, buscar la mejora espiritual necesaria para el engrandecimiento de nuestra Alma, ya que podría llegar a ser Inmortal. Por lo general, los esotéricos dicen que solo hubo la muerte del cuerpo. Es decir, la transición de la vida corporal a la espiritual. Aunque este es un concepto común a muchas creencias, generalmente sigue diferentes patrones de definición según cada filosofía. Varias religiones creen que después de la muerte, el ser vivo se quedaría con su Dios creador. Desde un punto de vista científico, la idea de una vida futura no puede ni confirmarse. Aunque gran parte de la comunidad científica sostiene que esto no es un asunto que la ciencia deba resolver, y así irresponsablemente se eluden del tema. Particularmente no creo en la hipótesis materialista o científica académica de que hay una extinción absoluta y permanente de la vida cuando ocurre la muerte física. Esta teoría monista es que la Conciencia existe únicamente como resultado de correlaciones de materia. Creo que el Alma no tiene origen físico, sólo utiliza el cuerpo como instrumento para expresarse. Al creer en esta verdad, estoy convencido de que ciertamente existe una existencia de Conciencia después de la muerte e incluso antes de nacer , o después de la muerte. En la interioridad es donde reside la Inmortalidad del Alma.
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