Masones en busca de un Mundo Mejor
La Masonería Y La Utopía
Vemos como el mundo secular o profano a menudo ha fracasado en sus intentos de crear una sociedad mejor, ya sea este un intento político, religioso o de otra índole.
¿Cómo puede la masonería “universal” tener éxito allí donde el mundo profano no ha logrado realizar sus aspiraciones?
Cuando un laico llama a la puerta del Templo Masónico es porque siente dentro de sí una carencia, una insatisfacción, una incompletitud, es decir insuficiencias, lagunas en su vida, siente que el mundo profano no le da aquello que tanto necesita .
Y es cierto durante las apolmaciones , si, cuando hablamos con el candidato para conocerlo mejor, muchas veces nos damos cuenta de que él busca de una manera u otra conocer gente distinta a la que está acostumbrado a ver o vivir de otra manera sin saber muy bien cómo hacerlo, para llevar una existencia más verdadera, más profunda, para ser ese hombre nuevo, como decimos.
Esta compleja necesidad que lleva al laico a la puerta del Templo Masónico es difícil de definir, pero lo más frecuente es que encontremos una necesidad de humanismo y de desarrollo del pensamiento y del espíritu hacia ideas superiores, es decir, de alcanzar, aunque no se sea consciente de ello, una determinada forma de espiritualidad.
La tradición cristiana es una religión, como otras, pero la masonería es todo menos una religión.
Su espiritualidad se expresa de manera diferente aunque encontramos valores judeocristianos en la enseñanza masónica.
Ahora es, podemos decir que la espiritualidad masónica trajo al ser humano una posibilidad, otra perspectiva de ver más claramente la realidad.
Lo que significa que el ser humano se convierte en Masonería, en la medida de todas las cosas, que todo procede y que todo retorna a él.
La religión y antes de ella filósofos como Sócrates. Se dice y se reconoce que es en lo más profundo de sí mismo donde el hombre encuentra el recurso, la luz que lo conduce hacia su ideal.
Ideal del hombre realizado en su plenitud, realización que no acepta restricciones.
Sustituye el espíritu de sumisión por el espíritu de examen, el gusto por la investigación crítica, el espíritu en busca de la libertad.
Este humanismo nacido de nuestra introspección con la ayuda de las herramientas que nos proporcionan nuestros diferentes rituales y en particular el del Tercer grado tiene como objetivo reconocer en el hombre un poder para transmutarse, trascenderse para entrar en acuerdo con las grandes leyes naturales, liberarse de sus angustias existenciales y apuntar a la armonía.
Hoy, la razón, que se ha ido formando y afirmando a lo largo del tiempo, participa activamente en este esfuerzo por construir conscientemente un hombre y una sociedad mejores, aunque la luz no haya progresado tanto como quisiéramos.
La inteligencia y el ingenio siempre se ven combatidos por el fanatismo, la ignorancia, la ambición excesiva, la intolerancia y la injusticia.
Debemos luchar contra el lado oscuro que hay dentro de nosotros, del que sólo podemos tomar conciencia a través de un trabajo incansable sobre nosotros mismos.
Se dice:
" La verdad es la luz puesta al alcance de todo ser humano que puede abrir los ojos y mirar el gran camino del deber que conduce sin duda al logro máximo ".
Cualquiera que sea el grado en que trabajemos, se nos recuerda constantemente que tenemos un deber hacia todos los hombres, hacia Dios y hacia nosotros mismos.
El Aprendiz de Masón al entrar a la logia no necesariamente sabe muy bien lo que busca, pero poco a poco va entendiendo su lugar y su papel en y para una sociedad mejor.
Grandes esperanzas lo impulsan y un día se da cuenta de que lo que aspiraba para sí mismo y para la humanidad es difícil de lograrse, pero , jamás imposible de llevar a cabo .
Esta terrible situación en la que la armonía social y le estabilidad política parece cada vez más inaccesibles y en la que el caos en el que se debate la humanidad parece eterno... ¿lo desanimará, o lo hará desesperar? Son las dos opciones de un masón, o derrumbarse o triunfar.
¿Qué puede hacer entonces? ¿Cuál es su poder en una sociedad donde el materialismo triunfante deja al margen a aquellos a quienes el destino ha desfavorecido?
¿Qué hacer al regresar de una Tenida donde paz, amor y alegría fueron las palabras más hermosas y fuertes que recibió como mensaje antes de regresar al mundo profano y cuando afuera sólo escucha gritos de guerra, comentarios racistas y xenófobos y desgracias engendradas por la locura de hombres que sustituyeron la hermandad por el odio?
¿Tiene algún sentido su ideal de superarse, de convertirse en un ser en armonía con todos los seres humanos, plenamente realizado en su ideal espiritual y humanista por el que trabaja?
Aportar su piedra al proyecto para que la humanidad vea mejorar su destino tanto a nivel intelectual como moral y espiritual, ¿es este ideal sólo una ilusión, una quimera, una utopía negativa?
El trabajo en Logias Masónicas no puede quedarse en consideraciones pesimistas y estériles, llevamos dentro de nosotros una llama, un fuego que tiene el sublime nombre de esperanza.
Si hay algo que todos los Masones tienen en común es el amor a la vida, la creencia de que el Ser Humano es perfectible, de lo contrario ¿por qué habría entrado en la masonería, qué sentido tendría su búsqueda?
Sí, la utopía es necesaria; lleva todas nuestras esperanzas.
Ella nos ayuda en nuestras luchas contra la injusticia, el fanatismo y la ambición excesiva.
Debemos tener sueños y ambiciones lo suficientemente grandes como para no perderlos nunca de vista.
En esto el masón es un utópico positivo, es decir que sabe, “La utopía es la verdad de mañana” es una frase de Víctor Hugo que se refiere a la idea de que las utopías pueden ser realidades en el futuro.
Los giros y vueltas que sufre la humanidad son el motivo de nuestra lucha, de nuestro trabajo en la gran obra masónica .
Si la utopía es necesaria en la masonería, no es suficiente para realizar nuestro ideal.
Sin trabajo nada se puede conseguir y este trabajo es ante todo trabajo sobre uno mismo.
Una introspección que será la clave de nuestro despertar a un humanismo espiritual, es decir, un humanismo de escucha del otro sin buscar juzgar, sino por el contrario reconciliar y apaciguar, un humanismo de fraternidad.
Y un humanismo que, con su ejemplo en el mundo profano, sea fuente de reflexión para las personas cercanas a nosotros .
Pero falta un elemento importante para que nuestra utopía, nuestro ideal, se haga realidad: el tiempo, el gran maestro del que dependemos a nivel personal, pero que paradójicamente es la suerte y la fuerza de la masonería.
Aprender a conocernos mejor para trabajar en el tiempo presente, pero también para transmitir para que nuestro ideal sea retomado con fuerza y vigor por quienes, animados por el mismo espíritu, continuarán la obra para lograr el mejoramiento intelectual, moral y espiritual de la humanidad para las generaciones venideras.
El mundo secular ha visto cómo la mayoría de sus intentos de crear un mundo mejor fracasaban y, lo que es peor, provocaban regresión en la sociedad. Una de las razones de estos fracasos es que estaban trabajando en tiempo profano con objetivos que excedían ese tiempo limitado.
La masonería sabe que no tiene sentido trabajar con prisas y precipitaciones, sin tiempo para la reflexión y la introspección para dar a nuestra búsqueda, a nuestra acción, la fuerza y la sabiduría necesarias para acercarnos a un mundo mejor y más bello.
Ahora, si bien la utopía es necesaria e incluso indispensable para que nuestros proyectos estén siempre presentes en nuestra mente y en nuestras acciones, no es suficiente…
Trabajar sobre uno mismo y con quienes nos rodean es esencial para continuar fuera el trabajo iniciado en este Templo.
Nuestro ideal hacia la humanidad no se mide en la escala de una vida humana, sino en la de nuestra Masonería que durante siglos ha continuado su obra en el lugar.
En esta cadena que nos une más allá del tiempo con nuestros hermanos masones del pasado y futuras generaciones de masones , nuestro deber es continuar el trabajo y transmitir para que nuestro ideal utópico se realice completamente.
Una utopía Masónica podría ser una sociedad idealizada donde los principios y valores de la Masonería se han implementado a nivel global, creando una sociedad justa, igualitaria y pacífica.
Una Utopía masónica seria en donde todos los seres humanos son iguales y tienen los mismos derechos y oportunidades, donde la justicia es impartida de manera imparcial y equitativa, sin distinciones de raza, religión, género o condición social; donde la paz es el estado natural de la sociedad, y se promueve la resolución pacífica de conflictos. Donde la educación es universal y accesible, y se enfoca en el desarrollo integral del ser humano, en donde el trabajo es digno y se recompensa de manera justa, sin explotación ni desigualdad.
La tolerancia es un valor fundamental, y se promueve la aceptación y el respeto hacia las diferencias.
La solidaridad es un valor fundamental, y se promueve la cooperación y el apoyo mutuo.
La integridad es un valor fundamental, y se promueve la honestidad y la transparencia.
La responsabilidad es un valor fundamental, y se promueve la responsabilidad individual y colectiva.
Esta es una visión idealizada de una utopía Masónica, y es necesariamente una representación exacta de cómo sería una sociedad Masónica real, espero que te haya dado una idea de cómo podrían ser los principios y valores de una sociedad que se basa en la Masonería.
Alcoseri