El empeño de la Masonería es por crear a seres humanos más capaces y libres
El propósito fundamental de toda tradición espiritual ha sido siempre el mismo: la elevación y la transformación para bien del ser humano. En esencia, el hombre es una manifestación de la divinidad, un puente entre lo celestial y lo terrenal. Su naturaleza dual, interna y externa, es un reflejo de esta realidad.
Las creaciones más grandiosas del hombre, ya sean obras de arte, monumentos o sistemas filosóficos, no son más que expresiones imperfectas o casi perfectas del propio ser humano. La Masonería, en su búsqueda de la perfección, se propone completar lo que en el ser humano permanece incompleto. Busca transformar y mejorar al ser humano, llevándolo a su plena realización.
Pero surge la pregunta: ¿podrá la Masonería culminar esta obra? ¿Podrá completar la construcción del ser humano, llevándolo a su máxima expresión? La respuesta sólo puede ser encontrada en el corazón de cada uno, en la medida en que el masón o la masona se comprometa con este noble propósito.
El ser humano es una obra en construcción, moldeada por sus propias manos y las de la sociedad que lo rodea. Sin embargo, esta construcción no está completa, ya que la sociedad sólo puede proporcionarle un lenguaje y conocimientos que lo preparen para enfrentarse al mundo exterior. La Masonería, entonces, se propone completar esta obra, terminar de construir al Ser Humano.
Consideremos la sabiduría y el conocimiento que han sido transmitidos a través de las edades, a pesar de los tiempos oscuros y violentos. Consideremos el esfuerzo y la intención firme de aquellos que han mantenido viva esta llama de conocimiento. Ha existido siempre una idea, una idea acerca del hombre, acerca de cada uno de nosotros. Una idea que nos recuerda que somos como semillas que no pueden crecer sólo con la luz natural, sino que necesitan algo más para desarrollarse.
El encausamiento del ser humano hacia el Bien , que ha sido siempre una necesidad para la salud del mundo entero, es el crecimiento de esta semilla. Pero este crecimiento no puede ocurrir si nuestra mente está gobernada sólo por los sentidos materialistas . Se necesita algo más, algo que nos permita trascender la realidad material y conectar con nuestra verdadera naturaleza.
Y así, nos encontramos nuevamente frente al peligro del materialismo, que amenaza con sofocar el bienestar de la humanidad. Si dentro de nosotros hay una chispa divina, una categoría superior que nos distingue, no serán las ideas y costumbres de una categoría inferior las que nos permitan elevarnos. Antes bien, debemos reconocer la existencia de esta categoría superior y esforzarnos por imitarla.
Para lograr esto, debemos buscar la sabiduría en los textos antiguos, en los escritos esotéricos y en la literatura milenaria que nos habla de los medios y modos de alcanzar esta condición superior. La Masonería se ofrece como una guía en este camino, ayudándonos a descubrir nuestra verdadera naturaleza y a elevarnos hacia la categoría superior que nos corresponde.
Y ciertamente, las ideas que se encuentran en esta literatura esotérica pertenecen a un orden superior, diferente al nivel físico y material. La verdad no se puede reducir a simples conceptos o teorías, sino que debe ser experimentada de manera personal y directa. No se encuentra en los libros, sino en la profundidad de nuestro propio ser.
Existe un proceso íntimo y subjetivo de reflexión y contemplación, que implica semi-pensar y semi-imaginar. Es como mantener una conversación con nosotros mismos, pero también es algo más profundo, es escuchar y ver nuestro propio ser con nuevos ojos y nuevos significados. Es un proceso de auto-descubrimiento y auto-realización, que nos permite penetrar en la verdad más profunda y experimentarla de manera directa.
Es un estado que fluctúa entre la actividad y la pasividad, y al mismo tiempo, trasciende ambas, siendo puramente uno mismo. Sin embargo, rara vez logramos mantenernos firmes en nuestra introspección, ya que el flujo constante de pensamientos y la agitación mental nos impiden enfocarnos.
No podemos unir las piezas de nuestro conocimiento de manera individual, ni podemos ver la verdad por nosotros mismos. El torrente de asociaciones, las reacciones constantes a la vida, todo es demasiado abrumador. Pocos pueden afirmar que han construido algo significativo en su interior. No hemos recreado el mundo, no lo hemos reinterpretado; lo hemos dejado como una imagen confusa y meramente sensorial.
¡Consideremos el conocimiento que las construyó a la Masonería en aquellos tiempos obscuros, violentos, llenos de superstición!
Consideremos hoy el tremendo esfuerzo de muchos masones y francmasonas por mantener viva la Flama Luminosa de la Masonería, consideremos la firme intención de estos masones. Siempre ha existido algo que se mantuvo vivo y que pasó de generación a generación de masones, de una Logia Masónica a otra Logia Masónica , de un Maestro Masón a un Aprendiz de Masonería . Y esto es una idea clara acerca del masón , acerca de cada Masón . Una idea acerca de nosotros mismos como masones , ante el reto de mantener viva la flama.
Se la expresó asemejando al masón como a una semilla que no puede crecer únicamente por medio de lo que el mundo profano le ofrece , que no puede crecer tan sólo por medio de lo que se enseña en Universidades, Iglesias , Partidos Políticos etc .
El hombre debe ser salvado de la cárcel del mundo profano , de sus iglesias , universidades y sistemas políticos caducos , en que se ha insistido siempre como una necesidad para la salud del mundo entero, es el crecimiento de esta semilla que hay en cada ser humano. Pero no puede crecer mediante la influencia de una mente que se encuentre del todo gobernada por lo que le brinda el mundo profano .
Y así nos hallamos de nuevo ante el peligro del materialismo con relación al bienestar de la humanidad entera. Si hay una categoría superior en el hombre, no serán las ideas ni las costumbres de una categoría inferior las que le eleven. Tiene, ante todo, que aceptar la existencia de esta categoría superior, e imitarla. De tal modo puede ser que logre hallar, esparcidos entre los documentos históricos, trozos de cierta literatura que trata de los medios y modos de alcanzar dicha condición superior.
Hoy las Universidades , las Iglesias , la Política han deformado el Alma Humana, instituciones nefastas creadas para oscurecer la Luz del Ser Humano.
Y por cierto que las ideas encontradas en Logias Masónicas no serán del mismo orden que las que pertenecen al nivel inferior o físico. Nada es cierto hasta que se haya asimilado. La verdad sólo puede ser una experiencia propia. No se la encuentra en los libros.
La Mayéutica Socrática en parte, es algo así como conversar consigo mismo, conversar con el YO Superior , con nuestra Alma , en parte es el propio ser, en parte es verse y, en parte también, escucharse con los nuevos significados que penetran. Hoy el contacto de nosotros con nuestro Verdadero Ser es algo a medias activo y a medias pasivo; y también algo que es puramente uno mismo, ni activo ni pasivo. Rara vez podemos mantenernos invariables en pos de nuestro pensamiento autentico . Nos lo impide el tráfico de la mente. No conseguimos unir de un modo individual una cosa a otra, ni vemos por cuenta propia la verdad de cosa alguna.
El desborde de las asociaciones, el continuo reaccionar a la vida, todo resulta muy poderoso. Pocos son los que pueden decir que hayan construido gran cosa interiormente. No hemos re- creado el mundo, no lo hemos vuelto a representar; lo hemos dejado en la forma de una confusa imagen sensoria. Si nos observamos en el acto de leer, notaremos que son tres las personas que se ocupan en ello. El lector, el que interiormente escucha, y un juez. Cuando leemos, tenemos presentes estas tres personas. La que escucha no puede oír lo que dicen los de fuera. Escucha al lector y toma nota de lo que el Juez dice. Para poder re- crear el mundo; es decir, para crear el mundo en uno mismo, para darle un significado, una forma, una interpretación, orden y trascendencia, ha de aprender el oyente, la persona que escucha. Uno toma las propias ideas, sentimientos, el propio poder de la imaginación, y con ellos trabaja interiormente. Y se da cuenta de que, sea lo que fuere lo que otros saben, han dicho, escrito o hecho, en uno mismo no ha ocurrido nada de un valor efectivo.
No ha habido una asimilación personal de la verdad; no se la ha descubierto íntimamente; no ha habido una creación en sí. Si nuestra vida emotiva fuese un poco más despierta, la unificación del pensamiento y la emoción aumentaría esta parte más real y profunda de nosotros y sentiríamos la felicidad que proviene de la conjugación del significado y la vida.}
Nuestra conducta sería muy distinta. Veríamos las cosas con mayor infinidad de diferencias. Estas diferencias no podemos captarlas en tanto recibamos todo de una manera habitual. La vida no nos nutre porque la vemos habitualmente. La vemos por medio de unos cuantos hábitos del pensamiento. Nos limitamos a reconocer, y a muy poco más. Y es a esto a lo que damos el nombre de saber; a veces hasta le llamamos la verdad.
Los humanos suelen sustituir la verdad por varias razones y con diferentes consecuencias.
Los seres humanos sustituyen la verdad , por miedo a la Realidad.
Las personas pueden sustituir la verdad por creencias y dogmas que les han sido enseñados o que han adoptado sin cuestionar.
Los humanos pueden priorizar sus emociones y sentimientos sobre la verdad, lo que puede llevar a la negación o la distorsión de la realidad.
Las personas pueden sustituir la verdad por sus intereses personales, como el poder, el dinero o el estatus social.
Los humanos pueden sustituir la verdad por miedos y ansiedades que les impiden enfrentar la realidad.
Las personas pueden sustituir la verdad por conveniencias y comodidades que les permiten evitar conflictos o dificultades.
Los humanos pueden sustituir la verdad por ideologías y partidismos que les impiden considerar perspectivas alternativas.
Las personas pueden sustituir la verdad por su ego y vanidad, lo que les lleva a negar o distorsionar la realidad para proteger su imagen.
Los humanos pueden sustituir la verdad por la tradición y la costumbre, lo que les lleva a seguir prácticas y creencias sin cuestionar.
Las personas pueden sustituir la verdad por la información que les proporcionan los medios de comunicación y la propaganda.
Los humanos pueden sustituir la verdad por la ignorancia y la falta de educación, lo que les lleva a creer en ideas y creencias incorrectas.
Es importante destacar que sustituir la verdad por estas cosas puede tener consecuencias negativas, como la confusión, la desinformación y la toma de decisiones incorrectas, y finalmente estar presos en una falsedad que les hace más daño que la misma Verdad.
Alcoseri