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De: Zenobia (Mensaje original) |
Enviado: 28/10/2018 10:06 |
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 10:56 |
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Todavía hay gente que al viento le llama céfiro...
Todavía hay gente que al viento le llama céfiro, y hay quien a lo cursi lo llama poesía, y a la Poesía, locura. Todavía hay quien canta a la luna. ¡Yo canto a los hombres de la luna! A los arrabales de la luna, a los ríos de leche de la luna; pero todavía hay gente que se asusta, se asusta cuando una mujer se pone las botas para pisar mejor el barro, se asustan porque somos listos, porque Dios está con nosotros; ven que nos quemamos y no comprenden las llamas; porque componemos canciones previsoras y al avisar gritamos; porque en nuestros versos no hablamos de lo que siempre se habló en los versos: las olas, la boca, los pájaros. ¿Quien dice que en nuestros versos no hay pájaros? ¿Qué son estos gritos si no aves heridas? No amar lo caduco, lo seco, lo blando. ¡Los poetas amamos a la sangre! A la sangre encerrada en la botella del cuerpo, no a la sangre derramada por los campos, ni a la sangre derramada por los celos, por los jueces, por los guerreros; amamos a la sangre derramada en el cuerpo, a la sangre feliz que ríe por las venas, a la sangre que baila cuando damos un beso. Cantamos al amor. A lo fresco. A lo puro. ¡Estamos hartos de cuentos! ¡Y que aprendan los ñoños que el viento es el viento! Y que cuando se ama, se ama, y que sólo es pecado el mal comportamiento.
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 10:58 |
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Como la mar, los besos.
No importan los emblemas ni las vanas palabras que son un soplo sólo. Importa el eco de lo que oí y escucho. Tu voz, que muerta vive, como yo que al pasar aquí aún te hablo.
Eras más consistente, más duradera, no porque te besase, ni porque en ti asiera firme a la existencia. Sino porque como la mar después que arena invade temerosa se ahonda. En verdes o en espumas la mar, se aleja. Como ella fue y volvió tú nunca vuelves.
Quizá porque, rodada sobre playa sin fin, no pude hallarte. La huella de tu espuma, cuando el agua se va, queda en los bordes.
Sólo bordes encuentro. Sólo el filo de voz que en mí quedara. Como un alga tus besos. Mágicos en la luz, pues muertos tornan.
(Vicente Aleixandre)
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 10:59 |
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Cielo neblinoso
Se diría cubierta de vapor tu mirada; Tu mirar misterioso (¿es azul, gris o verde?) Alternativamente tierno, cruel, soñador, Refleja la indolencia y palidez del cielo.
Recuerdas los días blancos, y tibios y velados, Que a las cautivas almas hacen fundirse en lágrimas, Cuando, presa de un mal confuso que los tensa, Los excitados nervios se burlan del dormido.
A veces te asemejas a esos bellos paisajes Que iluminan los soles de estaciones brumosas... ¡Y cómo resplandeces, oh mojado paisaje Que atraviesan los rayos entre un cendal de niebla!
¡Oh mujer peligrosa, oh seductores climas! ¿Acabaré adorando vuestras nieves y escarchas, Y, al cabo, arrancaré del implacable invierno Placeres más agudos que el hielo y que la espada?
Charles Baudelaire
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:00 |
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CARTA II
Estás lejos y al sur allí no son las cuatro.
Recostado en tu silla apoyado en la mesa del café de tu cuarto tirado en una cama la tuya o la de alguien que quisiera borrar -estoy pensando en ti no en quienes buscan a tu lado lo mismo que yo quiero-. Estoy pensando en ti ya hace una hora tal vez media no sé.
Cuando la luz se acabe sabré que son las nueve estiraré la colcha me pondré el traje negro y me pasaré el peine.
Iré a cenar es claro.
Pero en algún momento me volveré a este cuarto me tiraré en la cama y entonces tu recuerdo qué digo mi deseo de verte que me mires tu presencia de hombre que me falta en la vida se pondrán como ahora te pones en la tarde que ya es la noche a ser la sola única cosa que me importa en el mundo.
Idea Vilariño
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:01 |
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TARDE
Cuerpos tendidos, cuerpos infinitos, concretos, olvidados del frío que los irá inundando, colmando poco a poco.
Cuerpos dorados, brazos, anudada tibieza olvidando la sombra ahora estremecida, detenida, expectante, pronta para emerger que escuda la piel ciega.
Olvidados también los huesos blancos que afirman que no es un sueño cada vida, más fieles a la forma que la piel, que la sangre, volubles, momentáneas.
Cuerpos tendidos, cuerpos sometidos, felices, concretos, infinitos...
Surgen niños alegres, húmedos y olorosos, jóvenes victoriosos, de pie, como su instinto, mujeres en el punto más alto de dulzura, se tienden, se alzan, hablan, habla su boca, esa un día disgregada, se incorporan, se miran, con miradas de eternos.
Idea Vilariño
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:02 |
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Siempre hay alguien
Quitaros esa máscara, la tristeza no es más que una careta, puede durar tanto como tardes en quitártela tú mismo, prueba. Estás provocándote llanto artificial, hermano; he dicho hermano y debí decir amante. Nos cogemos las manos y no decimos que se siente nada. Poco a poco se va mezclando nuestra sangre en los encuentros. Un buen día acabaremos por ser la misma cosa. Libres somos. Frecuentamos el dolor porque queremos, como pudiéramos frecuentar el parque. Hablamos de mutuas soledades, hablamos de aventuras que tuvimos, de que todo está lejos, de que es difícil. Y nunca hablamos de esto maravilloso que nos va convirtiendo en ranas. Quién dijo que la melancolía es elegante? Quitaros esa máscara de tristeza, siempre hay motivo para cantar, para alabar al santísimo misterio, no seamos cobardes, corramos a decírselo a quien sea, siempre hay alguien que amamos y nos ama.
Gloria Fuertes
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:03 |
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Perspectiva
Hay días que parecen bodegones cubistas: todo tiene joroba o se parte en mitades desiguales, todo está lleno de ángulos, todo cae revuelto como torre de naipes derrumbándose, o revuelto se escapa como mazo de globos dispersándose, todo es en blanco y negro, en ocre y gris, todo es plano, replano, todo se despedaza-
Y sin embargo, en su conjunto algo liga los elementos, los interrelaciona, el desconcierto cobra un sentido nuevo y el efecto final acaba siendo armónico-
aunque sólo se ve, apagada la luz, desde la cama.
Jesús Munárriz
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:04 |
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Los Amantes de Julio Cortázar
¿Quién los ve andar por la ciudad si todos están ciegos ? Ellos se toman de la mano: algo habla entre sus dedos, lenguas dulces lamen la húmeda palma, corren por las falanges, y arriba está la noche llena de ojos.
Son los amantes, su isla flota a la deriva hacia muertes de césped, hacia puertos que se abren entre sábanas. Todo se desordena a través de ellos, todo encuentra su cifra escamoteada; pero ellos ni siquiera saben que mientras ruedan en su amarga arena hay una pausa en la obra de la nada, el tigre es un jardín que juega.
Amanece en los carros de basura, empiezan a salir los ciegos, el ministerio abre sus puertas. Los amantes rendidos se miran y se tocan una vez más antes de oler el día.
Ya están vestidos, ya se van por la calle. Y es sólo entonces cuando están muertos, cuando están vestidos, que la ciudad los recupera hipócrita y les impone los deberes cotidianos.
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:05 |
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Cómo Pesa el Amor
Noche cerrada ciega en el tiempo verde como luna apenas clara entre las luciérnagas.
Sigo la huella de mis pasos, el doloroso retorno a la sonrisa, me invento en la cumbre adivinada entre árboles retorcidos.
Sé que algún día se alzarán de nuevo las yemas recién nacidas de mi rojo corazón, entonces, quizás, oirás mi voz enceguecedora como el canto de las sirenas; te darás cuenta de la soledad; juntarás mi arcilla, el lodo que te ofrecí, entonces tal vez sabrás cómo pesa el amor endurecido.
Dios dijo Dios dijo: Ama a tu prójimo como a ti mismo. En mi país el que ama a su prójimo se juega la vida.
Gioconda Belli
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:05 |
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Miradme aquí...
Miradme aquí, clavada en una silla, escribiendo una carta a las palomas. Miradme aquí, s que ahora podéis mirarme. Clarividencias me rodean y sapos hurgan en los rincones, los amigos huyen porque yo no hago ruido y saben que en mi piel hay un fantasma. Me alimento de cosas que no como, echo al correo cartas que no escribo y dispongo de siglos venideros. Es sobrenatural que ame las rosas. Es peligroso el mar si no sé nada, peligroso el amor si no sé nada. Me preguntan los hombres con sus ojos, las madres me preguntan con sus hijos, los árboles me insisten con sus hojas y el grito es torrencial y el trueno es hilo de voz y me coso las carnes con mi hilo de voz: ¡Si no sé nada!
Gloria Fuertes
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:06 |
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ALMA DESNUDA
Soy un alma desnuda en estos versos, Alma desnuda que angustiada y sola Va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola, Que puede ser un lirio, una violeta, Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta Y ruge cuando está sobre los mares, Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares, Dioses que no se bajan a cegarla; Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla Con sólo un corazón que se partiera Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera Dice al invierno que demora: vuelve, Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve En tristezas, clamando por las rosas(*) con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas A campo abierto, sin fijar distancia, Y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia De un suspiro, de un verso en que se ruega, Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega Y negando lo bueno el bien propicia Porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia Palpar las almas, despreciar la huella, Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella, Como los vientos vaga, corre y gira; Alma que sangra y sin cesar delira Por ser el buque en marcha de la estrella.
Alfonsina Storni
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:07 |
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Alba de mi silencio
En ti me he silenciado… El corazón del mundo está en tus ojos, que se vuelan mirándome.
No quiero levantarme de tu frente fecunda en donde acuesto el sueño de seguirme en tu alma.
Casi me siento niña de amor que llega hasta los pájaros. Me voy muriendo en mis años de angustia para quedar en ti como corola recién en brote al sol…
No hay una sola brisa que no sepa mi sombra ni camino que no alargue mi canción hasta el cielo.
¡Canción silenciada de plenitud! En ti me he silenciado...
(La hora más sencilla para amarte es ésta en que voy por la vida dolida del alba).
Julia de Burgos
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:07 |
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MELODIA
Melodía de la sombra penetra la dureza de la piel acompañante y ya me pide un anhelar pasivo que la incline al borde níveo donde el aire empieza.
Dulce secreto la gaviota o ya se afine la sombra que extendía la pereza de la piel, negando que al irse se descuelgue de la sonrisa en que muere su destreza.
No es melodía ni fuga en la marina onda rota que recuerda el sueño salpicado de pluma y pleamar en piel que el aire olvida.
Corvo vidrio en la mano destrenzado. Frío dardo cayendo más afina el humo hacia la flauta y olvido deseado.
Jose Lezama lima
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:08 |
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Poema Mariposas
En tu aposento tienes, en urna frágil, clavadas mariposas, que, si brillante rayo de sol las toca, parecen nácares o pedazos de cielo, cielos de tarde, o brillos opalinos de alas suaves; y allí están las azules hijas del aire, fijas ya para siempre las alas ágiles, las alas, peregrinas de ignotos valles, que como los deseos de tu alma amante a la aurora parecen resucitarse, cuando de tus ventanas las hojas abres y da el sol en tus ojos y en los cristales.
Jose Asuncion Silva
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 11:09 |
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La Última flor del otoño
Yo soy la última flor del otoño. Fui mecida en la cuna del verano, fui puesta en guardia contra el viento del norte,
rojas llamas florecieron en mis albas mejillas. Yo soy la última flor del otoño. Soy la simiente más joven de la primavera difunta,
es tan fácil ser la última en morir: he visto el lago tan mágico y azul, he oído latir el corazón del verano difunto, mi cáliz sólo contiene la semilla de la muerte.
Yo soy la última flor del otoño. He visto sus profundidades estelares,
he contemplado la luz de cálidos hogares lejanos, es tan fácil seguir la misma senda, cerraré las puertas de la muerte.
Yo soy la última flor del otoño.
Edith Södergran
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