Razas y clases sociales
1Corintios, 26 ¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza.
27 Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte.
28 Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es.
29 Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios.
30 De él os viene que estéis en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención,
31 a fin de que, como dice la Escritura: El que se gloríe, gloríese en el Señor.
La separación de razas y clases sociales implica tiranía, ya que el poder se usa para oprimir a aquellos que son inferiores a otros.
La más despiadada tiranía es la que se basa en el color de la piel. Cuántos negros fueron humillados y castigados sólo por ser de raza negra.
En cuanto a la nacionalidad de cada uno, también es despreciable el proceder de muchos, ya que sin importar cuales sean los valores del extranjero, éstos muchas veces son menospreciados.
En la parte religiosa, los monseñores, obispos, cardenales, Papa, etc, se los distingue en forma especial por esos títulos, haciendo que otros se sientan obligados a inclinarse ante ellos con temor y respeto. Lo mismo ocurre con los príncipes y reyes.
Todos somos iguales ante los ojos de Dios, bien lo dijo el apóstol Pablo en Hechos, 17:26, "Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres,para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación".
Entre los cristianos "no hay ni judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo" (Gálatas, 3:28).
La sangre de los humanos es la misma, sea de la raza que sea o pertenezca a la clase social que sea.
Qué bién nos enseña Santiago en el versículo 1: 9,10, "El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación".
No debemos hacer distinciones entre razas ni clases sociales, debemos humillarnos para ser enaltecidos, porque aquel que se enaltece al final será humillado. (Mateo, 23:12)
Los que amamos a Dios y a nuestro prójimo no hacemos ninguna de esas distinciones, y para aquellos que sufren vejaciones, deben poner su esperanza con paciencia y resignación en la segunda venida de Cristo, en donde pondrá fin a todas las injusticias en un nuevo mundo de justicia.
Hechos, 10:34 Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: "Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas,
35 sino que en cualquier nación el que le teme y practica la justicia le es grato.
LEONOR