Nuestra Señora de los Dolores
JUEVES 15 DE SEPTIEMBRE/2011
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo: 4,12-16
Querido hermano: Que nadie te desprecie por tu juventud. Procura ser un modelo para los fieles en tu modo de hablar y en tu conducta, en el amor, en la fe y en la castidad.
Mientras llego, preocúpate de leer públicamente la palabra de Dios, de exhortar a los hermanos y de enseñarlos.
No descuides el don que posees. Recuerda que se te confirió cuando, a instancias del Espíritu, los presbíteros te impusieron las manos.
Pon interés en todas estas cosas y dedícate a ellas, de modo, que todos vean tu progreso.
Cuida de tu conducta y de tu enseñanza y sé perseverante, pues obrando así, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.
Palabra de Dios.
¡Te alabamos, Señor!.
Del salmo 110
Responso: “Los mandamientos del Señor son dignos de confianza”.
Justas y verdaderas son las obras del Señor; son dignos de confianza sus mandatos, pues nunca pierden su valor y exigen ser fielmente ejecutados. R/.
Él redimió a su pueblo y estableció su alianza para siempre. Dios es santo y terrible. R/.
El temor del Señor es el principio de la sabiduría y los que viven de acuerdo con El son sensatos. La gloria del Señor perdura eternamente. R/.
ACLAMACIÓN
R/. “Aleluya, aleluya”
Dichosa la Virgen María, que sin morir, mereció la palma del martirio junto a la cruz del Señor. R/.
PROCLAMACION Del santo Evangelio según san Juan: 19, 25-27
¡GLORIA A TI, SEÑOR!
En aquel tiempo, estaban junto a la cruz de Jesús, su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto queda, Jesús dijo a su madre:
"Mujer, ahí está tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí está tu madre". Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.
Palabra del Señor.
¡Gloria a ti, Señor Jesús!.
MEDITACION
El evangelio de Juan nos muestra cómo la iglesia desde sus orígenes asumió a María, la Madre del Jesús, como madre de todos los creyentes:
"Tú quisiste constituirla en Madre nuestra cuando estaba junto a la cruz de Jesús”
El vía crucis de María iluminò la existencia de tantos cristianos que vieron morir a sus hijos, hermanos y padres por las persecuciones injustas que el imperio romano impuso a los cristianos a lo largo de más de tres siglos.
La secuencia que hoy se lee para rememorar el vía crucis de María, nos pone en contacto con esa realidad humana de dolor y angustia que sólo la resurrección transforma en grito de júbilo y reconciliación.
Nosotros, como María, debemos aprender a acompañar en el camino de la cruz a todas aquellas personas que sufren por la enfermedad, la violencia y la injusticia y clamar con la secuencia «haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more».
María acompañó con su corazón de madre toda la aflicción de Jesús en el momento de su entrega al Padre.
El escrito a los Hebreos nos pone de manifiesto la grandeza divina de ese dolor humano, al explicarnos cómo Jesús asumió la angustia de ese momento definitivo en el Huerto de los Olivos.
Cuando el alma está penetrada del todo por el amor de Dios, entonces, todo es bueno, todo está lleno de dulzura y de gozo.
Pero, incluso entonces, nadie se escapa de la aflicción, y cuando mayor es el amor, mayor también la aflicción.
La Madre de Dios no tenía pecado alguno, ni por un simple pensamiento, nunca perdió la gracia. Sin embargo, ha sufrido grandes aflicciones. Cuando estaba al pie de la cruz, su pena era inmensa como el océano.
El dolor de su alma era incomparablemente enorme. Quedó con vida gracias al Señor que la sostenía, porque Èl quería que viera su Resurrección, y que después de la Ascensión se quedara en el mundo para consolar y alegrar a los apóstoles y al nuevo pueblo cristiano, con el dulce amor del corazón materno…por eso mismo, nos la legò a toda la humanidad, como nuestra Madre.
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMÉN!