Parte 7
Reflexiones sobre la Santísima Trinidad de
Dios.
Una de las particularidades que une a la gran
mayoría de los cristianos es la de reconocer a Dios como un ser trinito, es
decir: creemos en un único Dios como el motivo de nuestra fe, pero que al mismo
tiempo sabemos que son tres personalidades realmente distintas las que lo
conforman, Padre Hijo y Espíritu Santo.
Este conocimiento que nos afirma lo anterior,
el hombre cristiano lo ha hecho suyo por la enseñanza que ha recibido de su fe
cristiana pero sin querer interesarse por conocer un poco más de lo que le ha
sido enseñado a través de la religión tradicional de sus padres. Van pasando
los años y seguimos viviendo en ese concepto, sin ponernos a reflexionar en él,
ya que sentimos que debemos respetar esa tradición religiosa familiar sin
querer conocer más de ello a través del estudio, reflexión y meditación en la
Palabra de Jesús plasmada en el Nuevo Testamento.
Así las cosas, el hombre y la mujer pasan
demasiado tiempo en esa situación de ignorancia, promovida muchas veces por
algunos líderes o representantes religiosos al limitar el conocimiento de Dios
únicamente a lo que ellos enseñan, y la verdad ese enseñar no promueve ir más
allá de lo tradicional, es decir: de lo que también les ha sido enseñado al
libre albedrío de los jerarcas religiosos, y por lo tanto, a su voluntad y
conveniencia humana. Esto se ha dado porque el hombre, sin darse cabal cuenta
de ello, a sido enseñado a llevar su fe o su religión de una manera cómoda que
le permita llevar su vida sin muchos obstáculos, dejando fluir libremente su
voluntad humana y no la voluntad de Dios.
Esta situación la vivimos la inmensa mayoría
de los seres humanos muchísimo tiempo, y eso hace que sea demasiado difícil el
darnos cuenta y aceptar, que vivimos en una situación de ignorancia y
comodidad, respecto a las cosas de Dios por la forma en que hemos sido
conducidos en nuestra fe, y esto nos ha llevado a desconocer más de la cuenta
con respecto a la santísima trinidad de Dios, e inclusive muchos aceptan otros
conceptos distintos que hacen tambalear su fe cristiana pero que podrían
cancelarlos muy fácilmente si empezaran por abrir su Biblia y después abrieran
su mente hacia lo espiritual para que su libre albedrío sea convertido en la
llave espiritual que les hará ser conducidos por el Espíritu Santo al
discernimiento espiritual y no al razonamiento humano, para conocer el tiempo,
el orden y propósito de Dios al habernos hecho a su imagen y semejanza.
Para adentrarnos en el conocimiento acerca de
la Trinidad de Dios, deberemos estar bien atentos para discernir con la
dirección del Espíritu Santo, la Palabra de Dios en su nivel espiritual, es
decir: deberemos de meditar y reflexionar seria y profundamente en la Palabra
de Jesús contenida en el Nuevo Testamento para que su esencia espiritual sea en
nosotros y discernir, que no a razonar, esa enseñanza, permitiendo que nuestra
mente se abra a lo espiritual utilizando la llave del libre albedrío para hacerlo,
dejando a un lado el razonamiento tradicional humano que nos obliga a pensar en
la forma en que estamos acostumbrados o nos han acostumbrado, y por lo
consiguiente a no encontrar lo que se encuentra velado a los ojos del hombre
porque éste está sumido en normas, formas y métodos de humana sabiduría.
Debemos de permitir que se ilumine nuestra
mirada interior para ser participados a través del Espíritu Santo del
discernimiento espiritual bíblico a través de leer, estudiar y meditar
profundamente la Palabra de Jesús para guardar y enseñar a cumplir sus mandatos
fielmente como la voluntad de Dios, cultivando adecuadamente la semilla de la
fe que Dios puso en todo ser humano para producir el Fruto del Espíritu al
hacer nuestra su Palabra cuando dice:
Ustedes serán mis verdaderos
discípulos si guardan siempre mi palabra, entonces conocerán la verdad, y la
verdad los hará libres.
Juan
cap. 8: vers. 31 y 32
Así, pues, si verdaderamente anhelamos
recibir los dones y el Fruto del Espíritu, guardemos verdaderamente su Palabra
siguiendo su enseñanza en su nivel espiritual y cambiemos nuestros pensamientos
tradicionalmente materialistas, pues solo así iremos recibiendo gradualmente, a
través del Espíritu de Verdad, el discernimiento necesario para entender las
verdades espirituales bíblicas que seguirán estando veladas al conocimiento
tradicional humano.