Mágicamente la censura se volvió intolerable
Para mantener contentos a sus clientes-empresas, Google negocia y llega a acuerdos muy diversos con los gobiernos con los que le toca lidiar.
Por: Simone Santini, profesor de informática en la Universidad Autónoma de Madrid
Amediados de los años ‘70, un informe del Gobierno francés, por primera vez, incluía a IBM, una empresa privada, en una lista de países influyentes, recibía la legitimación política de un Estado y un papel análogo en la escena económica mundial.
Desde entonces las cosas se han vuelto un poco más complicadas para las empresas, sobre todo desde el punto de vista de la conciliación de sus intereses comerciales y de imagen. En los años ‘70, los clientes de IBM eran sobre todo grandes empresas y había, entre vendedor y comprador, una convergencia ideológica. Por ejemplo, IBM no tenía que preocuparse demasiado por sus relaciones con el Gobierno chileno porque, probablemente, sus clientes compartían su postura frente a Pinochet.
Las cosas son muy diferentes para una empresa moderna, especialmente si el negocio es en internet. Los internautas, la materia prima que Google proporciona como producto a sus clientes (las empresas que le compran espacio publicitario), son gente de todo tipo. Esta doble necesidad de trabajar con todo tipo de gobiernos y de justificarse frente a todo tipo de usuarios, hace que el discurso público de las grandes empresas haya alcanzado hoy un grado de sofisticación (y también de ambigüedad) desconocida hasta hace unos años. Una corporación hoy es un Estado transversal, no democrático cuya esencia es la comunicación: su existencia depende de su capacidad de vender una imagen a sus usuarios/producto y una, muy distinta, a los estados.
Un ejemplo emblemático
La relación de Google con los gobiernos es regulada según la importancia de sus mercados. Así, por ejemplo, Google acepta no tener relaciones con el Gobierno cubano para complacer al estadounidense: las consecuencias de una posible hostilidad de Washington son mucho más serias que la pérdida del pequeño mercado cubano. La cuestión es más complicada en el caso de estados como Irán, que se enfrentan a Occidente, pero representan a la vez un mercado importante. Las relaciones entre las grandes empresas y estos gobiernos son ambivalentes. Nokia y Ericsson proporcionaron a Irán la tecnología necesaria para controlar el tráfico en su red. Mientras, Google o Yahoo! se han mantenido al margen gracias a una aceptación pasiva, más que una colaboración activa. En estos casos, las empresas comparten la retórica liberal de sus gobiernos, y evitan cualquier acción que pueda interpretarse como apoyo directo al Gobierno iraní. Al mismo tiempo, las empresas evitan comportamientos abiertamente hostiles, que podrían perjudicar su negocio allí. Por otro lado, estas empresas son mucho más activas en el caso de gobiernos represivos que gozan del apoyo de Occidente, como Arabia Saudí.
Las relaciones políticas más complicadas son, sin duda, con China. Sencillamente un mercado demasiado grande y atractivo para pasarlo por alto. Dada la estructura política de China, cualquier relación de negocio supone la aprobación o, por lo menos, la no hostilidad de su Gobierno. Durante años, Google y otras empresas de internet han accedido a las demandas de la censura. Al menos en una ocasión, Yahoo! proporcionó información que condujo al arresto, y posterior condena a cinco años de cárcel, de Shi Tao. Su delito, informar en un blog de un decreto del Gobierno que prohibía comentar publicamente el 15º aniversario de la revuelta de la plaza de Tian’anmen.
Frente a estas connivencias con los gobiernos, la respuesta de las empresas es siempre la misma: aceptamos la censura porque, así, por lo menos podemos proporcionar a los ciudadanos algo de información, mientras que, sin nosotros, no tendrían nada. Sin embargo, en diciembre, tras sufrir un ataque directo a sus servidores, Google se animó a denunciar la censura y amenazó con salir de China. Entonces se pusieron en riesgo los datos que Google misma acumula sobre sus usuarios, es decir, la base misma de su negocio. Mágicamente la censura se vuelve intolerable.
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CORTES EN LA RED
Desde que compró YouTube, en 2006, las protestas de las asociaciones en defensa de los DD HH se han extendido más allá de las fronteras de China. En noviembre 2007, Wael Abbas vio cerrar su vídeocuenta de YouTube tras mostrar irregularidades en las elecciones egipcias y la brutalidad de la policía en contra de los manifestantes antigubernamentales. Más reciente, es el caso del blog todosconaminetou.blogspot.com, creado en apoyo de la causa de la activista saharaui Aminetu Haidar y alojado en los servidores de Google. La página estuvo bloqueada a lo largo del día en el que se anunció la finalización de su huelga de hambre.
Diagonal