El género más salvaje del capitalismo, el financierista neoliberalismo global, sufre poderosos embates centrífugos en sus dos principales polos: Estados Unidos (EU), en quiebra técnica que no se atreve a pronunciar su nombre, y la Unión Europea (UE), presa de descomunales deudas en la zona que despectivamente los oligopolios multimediáticos anglosajones (y sus repetidoras locales) califican de PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España, por sus siglas en inglés), como si las desfondadas finanzas británicas (muy similares a su socia y sosias de EU) estuviesen en mejores condiciones.
Se trata del desplome del modelo anglosajón financierista y su fantasía globalizadora desregulada que tantos estragos causó en la periferia sometida por la fuerza militar, pero también del requlibrio implacablemente natural del quebrado orden financierista unipolar en paralelo con el ingreso abrupto al incipiente nuevo orden multipolar que se había adelantado mucho antes en la economía con la irrupción de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y de otros "mercados emergentes" muy exitosos.
Se colapsa el desregulado neoliberalismo financierista controlado por el sionismo jázaro y su pernicioso tríptico Hollywood/oligopolios multimediáticos (al estilo Rothschild-Murdoch y sus mendaces circuitos Sky)/los bancos centrales del G-7 (en particular, la Reserva Federal, despedazada por la dupla Greenspan-Bernanke)-FMI-Banco Mundial y la banca trasnacional de Wall Street y la City totalmente rebasados por la realidad y la nueva correlación multipolar de fuerzas.
El mayor problema radica en la mentalidad sui generis de los hacedores de la política en Wall Street y en Washington (en ese orden), que padecen el "síndrome de negación" característico de la primera fase del "síndrome de estrés postraumático" sumado al síndrome Sansón (“no me caigo solo, sino que arrastro a los demás conmigo) que refleja el perverso egoísmo del individualismo israelí-anglosajón consustancialmente depredador.
EU, casi 3.3 por ciento de la población mundial –triunfador de dos guerras mundiales y una guerra fría, pero que ya no gana nuevas guerras a principios del siglo XXI desde Afganistán hasta Irak–, nunca ha sido sometido por nadie y todavía no sabe coexistir con el resto del género humano ni siquiera en términos de primum inter pares ("el primero entre iguales").
Pese a su conspicua decadencia vertiginosamente acelerada, EU insiste en imponer su unilateralismo caduco, primordialmente en materia financiera, sin importarle un comino los daños colaterales que inflige a sus vecinos ("el México neoliberal" que lo acepta en forma masoquista) y a sus "amigos" (la UE), no se diga al resto de la humanidad.
Dos días antes de la degradación de un solo nivel (de AAA a AA+, con tendencia a mayor negatividad futura) de la deuda soberana de EU por la polémica calificadora Standard & Poor’s (SP), su equivalente de China, la calificadora Dagong Global Credit Rating (mucho más seria que el oligopolio tríptico anglosajón que en realidad se solapa a sí mismo: SP, Moody’s y Fitch; curiosamente las dos últimas mantuvieron increíble y antigravitatoriamente su calificación "triple A+") había rebajado ya a un tercer nivel y la redujo todavía de A "más" a simplemente A con tendencia negativa (Xinhua, 3/8/11), inmediatamente después del alza del techo de deuda por EU, que dilapida más de lo que ingresa fiscalmente, lo cual merma la capacidad de pago de su enorme deuda (a mi humilde juicio, impagable), cuyo mayor acreedor es China, con 1.15 millones de millones de dólares (trillones en anglosajón) hasta abril.
Peor: del total de los 3.2 millones de millones de dólares (trillones) de reservas de divisas de China, dos tercios se encuentran en instrumentos dolarizados.
La calificadora Dagong se angustia ante "la expectativa de una larga (sic) recesión de la economía de EU", así como por la ausencia de protección de los acreedores de ese país.
No faltan verdaderos cleptómanos del Partido Republicano, quienes abogan olímpicamente por cesar de pagar la deuda a sus acreedores externos.
¿Habrá un equivalente al corralito argentino en EU? No hay que eliminar tal posibilidad.
EU debe reducir su déficit fiscal un mínimo de 4 millones de millones de dólares (trillones en anglosajón) en los próximos cinco años para "sostener su escala de obligaciones", cuando el "arreglo" entre Obama y el Congreso sólo lo limita a 2.4 millones de millones de dólares, lo cual " refleja su falta de voluntad (sic) y su incapacidad (sic) para reducir su déficit y su deuda", dice Dagong.
Zhou Xiaochuan, gobernador del Banco del Pueblo de China (su banco central) –mucho más solvente y serio que la dupla depredadora Greenspan-Bernanke del financierismo sionismo jázaro– urgió a EU a "actuar con mayor responsabilidad con su deuda" (Money News, 3/8/11), lo cual es mucho exigir.
Si se juzgan los actos de EU, más que su vacua locuacidad, ¿a poco ignora Zhou que la deuda de EU es impagable y, además, no desea retribuir?
La prensa oficial china arremetió contra la "descabellada farsa (¡supersic!)" actuada en Washington en el teatro de la querella montada entre el Ejecutivo y el Legislativo, y describe el grave problema de la deuda de EU como "una bomba de tiempo" que hace de China "particularmente vulnerable (sic)".
¿Será capaz EU de decir uno de estos días a China que no le pagará su adeudo, no se diga al resto de miserables acreedores, como el "México neoliberal"?
Le asiste la razón a Vlady Putin, premier ruso y zar geoenergético global, al haber calificado a "EU de parásito (¡supersic!) de la economía global" (Reuters, 1/8/11), al vivir por encima de sus limitaciones, cuando "el dominio del dólar es una amenaza (sic) a los mercados financieros". Consideró que EU relega sus problemas al resto del mundo e hizo notar que Rusia posee una respetable cantidad de Bonos de Tesoro de EU, por lo que sugirió que "deben existir otras divisas de reserva".
No es tan sencillo y toma bastante tiempo, situación que aprovechan los parásitos depredadores, es decir, los monetaristas neoliberales centralbanquistas del G-7 y la plutocracia oligárquico-oligopólica de Wall Street y la City.
Víctor Garashchenko, ex gobernador del banco central de Rusia –quien conoce todas las artimañas de sus colegas parasitarios del G-7 por haberlas padecido–, juzga adecuadamente que el problema es "la unipolaridad del dólar", del que no es fácil "divorciarse", y que "mantiene a flote la globalización" (nota: financierista) que sigue perjudicando al resto del mundo, lo cual augura "un colapso (sic) inevitable" (ICH, 5/8/11).
Como anticipé en mi reciente libro El híbrido mundo multipolar (Orfila editores, 2011), el derrumbe del dolarcentrismo –que constituye la obligatoria y discrecional reserva mundial de divisas (hoy 60 por ciento de los intercambios mundiales), la mayor dictadura financierista global de todos los tiempos– y, en segundo término, la "balcanización del euro" –casi 25 por ciento–, causarán severos estragos por dos motivos: 1) no existe todavía un sucedáneo creíble, y 2) prosigue "la guerra de las divisas", en lugar de un acuerdo racional entre el insolvente G-7 y los resplandecientes BRICS para reordenar las finanzas globales. Tal es la verdadera tragedia global.