Interrumpimos este programa para formular la suprema pregunta de guerra o paz:
¿Cuál es el verdadero juego del Supremo Líder de Irán, el Ayatolá Ali Jamenei?
Un tema recurrente en la animada diáspora iraní global es que el Supremo
Líder es el perfecto recurso de EE.UU. e Israel, encarna Irán (aunque en muchos
casos menos que el presidente Mahmud Ahmadineyad) como “el enemigo”; al mismo
tiempo, la dictadura militar del "mullahariado" en Teherán también precisa del
“enemigo” –como el Gran Satán y los sionistas– para justificar su monopolio del
poder.
El máximo perdedor, en este caso, es la verdadera democracia iraní, como el
fundamento de la capacidad del país de resistir al Imperio. Especialmente ahora,
después de la inmensamente sospechosa elección presidencial de 2009 y la
represión del movimiento Verde, cuando incluso antiguos partidarios juran que la
República Islámica no se convirtió en una “república” y ciertamente no
“islámica”.
Al mismo tiempo, críticos informados iraníes –y occidentales– del Imperio
juran que el beligerante gobierno islaelí, con mayoría del Likud, es de hecho el
perfecto recurso iraní. Por eso el ininterrumpido belicismo del primer ministro
Benjamin "Bibi" Netanyahu y del exguarda de club nocturno convertido en ministro
de Exteriores, Avigdor Lieberman, solo ha tenido el efecto de que los iraníes de
todas las tendencias –siempre orgullosos nacionalistas– cierren filas tras el
régimen.
Después de todo, la mayoría absoluta de los iraníes piensa que son el
objetivo de una potencia extranjera fuertemente armada –EE.UU./Israel– seguida
en las sombras por las monarquías suníes del Golfo Pérsico del Consejo de
Cooperación del Golfo. El régimen es suficientemente astuto como para
instrumentalizar esa amenaza extranjera y al mismo tiempo seguir aplastando al
movimiento Verde.
Mantened lejos vuestras bombas
Falta menos de una semana para las elecciones parlamentarias de Irán, el 3 de
marzo. Son las primeras elecciones después del drama de 2009. En The
Ayatollahs' Democracy: an Iranian Challenge (Penguin Books), Hooman Majd
plantea con vehemencia cómo se robó la elección. Y es el problema clave actual:
millones de iraníes ya no creen en su democracia islámica.
Gholam Reza Moghaddam, clérigo y jefe de la comisión del Majlis (Parlamento)
que realiza una acción extremadamente delicada en medio de una crisis económica
–eliminar los subsidios gubernamentales para ítems básicos y energía– admitió
recientemente que desde todo punto de vista el gobierno de Ahmadineyad estaba
sobornando a la población “para alentarla a que vote en las elecciones al
Majlis”.
El general Yahya Rahim Safavi –alto asesor militar de Jamenei y,
crucialmente, ex jefe del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos (IRGC,
por sus siglas en inglés)– pidió a los iraníes que “tomen en serio las
elecciones y que posibiliten otro evento épico al votar en cantidades máximas”.
El Supremo Líder cree –o espera- que la participación en el “evento épico” sea
de cerca de un 60%.
Pueden llevarse un duro golpe. En Irán se dice que el atractivo a la elección
en las universidades está próximo a cero. No es ninguna maravilla: el líder del
movimiento Verde, Mir Hossein Musavi, ha permanecido en arresto domiciliario
durante todo un año. Según Kaleme, un sitio web cercano a Musavi y su esposa, la
doctora Zhara Rahnavard, hace algunos días les permitieron hablar, solo por
teléfono brevemente, con sus tres hijas.
La atención de Jamenei parece concentrarse más en la presión externa que en
la dinámica interior. Una vez más, el miércoles, se pronunció en público para
renovar su promesa de que las armas nuclerares son aintislámicas. Sus palabras
deberían -pero no se hará- estudiarse cuidadosamente en Occidente:
Creemos que el uso de armas nucleares es haram y prohibido, y que es
el deber de todos hacer esfuerzos para proteger a la humanidad de este gran
desastre. Creemos que aparte de armas nucleares, otros tipos de armas de
destrucción masiva, como las armas químicas y biológicas también plantean una
seria amenaza a la humanidad. La nación iraní que fue ella misma victima de
armas químicas siente más que cualquier otra nación el peligro causado por la
producción y el almacenamiento de semejantes armas y está dispuesta a hacer uso
de todas sus posibilidades para contrarrestar semejantes amenazas.
Para ver los puntos de vista “nucleares” del Supremo Líder, los belicistas
deberían consultar su sitio web [1]. Por cierto, no lo harán.
Lo que es seguro es que el líder parece dispuesto a luchar hasta el final. El
general (retirado) Mohsen Rezai, secretario general del Consejo del
Discernimiento, lo dijo precisamente: Las sanciones occidentales continuarán por
lo menos durante otros cinco años, y son mucho más duras que las impuestas
durante la guerra Irán-Iraq de 1980-1988.
Rezai también dijo que durante 16 años, cuando Akbar Hashemi Rafsanjani y
luego Mohamad Jatami fueron presidentes, Irán trató de llegar a algún tipo de
acuerdo con EE.UU., pero “debido a que la brecha” [que los separaba] era
demasiado profunda, no fue posible un compromiso… Les permitimos inspeccionar
Natanz, redujimos la cantidad de centrifugadoras, suspendimos Isfahan
[instalación de conversión de uranio] y nuestro presidente [Jatami] inició el
‘diálogo entre civilizaciones’. Pero [el presidente George W.] Bush declaró que
Irán, Iraq y Corea del Norte constituyen el ‘eje del mal’ e inició una
confrontación con nosotros” [2].
El exportavoz del equipo de negociación nuclear iraní, el embajador Hossein
Musavian, puso al día ese estado de ánimo antagónico –a la visita a Irán del
equipo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de octubre de 2011,
dirigido por el vicedirector general Herman Nackaerts– el mismo Nackaerts que
volvió a Irán esta semana.
Según Musavian, “durante la visita, Fereydoon Abbasi-Davani, jefe de la
Organización de Energía Atómica de Irán, ofreció un cheque en blanco al OIEA,
garantizando plena transparencia, apertura a inspecciones y cooperación con el
OIEA. También informó a Nackaerts de la receptividad de Irán a poner el programa
nuclear del país bajo ‘plena supervisión del OIEA’, incluida la implementación
del Protocolo Adicional [del Tratado de No Proliferación Nuclear] durante cinco
años, siempre que se levantaran las sanciones contra Irán”.
Adivinad cuál fue la reacción de Washington: olviden el diálogo, queremos
sanciones. Eso preparó la escena para los siguientes pasos de Washington: el
complot de Rápido-y-Furioso tratando de hacer caer en la trampa a Teherán por el
intento de asesinato del embajador saudí en EE.UU.; la presión para desviar el
informe del OIEA de noviembre de 2011 sobre Irán agregando un sesgo sobre un
“posible” ángulo militar del programa nuclear; el embargo del petróleo; el
patrocinio de una resolución de las Naciones Unidas contra Irán por terrorismo;
y la lista suma y sigue.
Mostradme el camino del Imam
En todo lo que tiene que ver con el exterior y el interior en Irán la
decisión final es de Jamenei, no de Ahmadineyad. Si el Supremo Líder parece
controlar firmemente el expediente nuclear, en asuntos interiores puede resolver
las cosas. Puede reconfortarse con el hecho de que fuera de las grandes ciudades
sigue siendo popular, ya que los préstamos del gobierno en áreas rurales siguen
siendo generosos, por lo menos mientras las nuevas sanciones occidentales no
tengan efecto.
Pero los clérigos de alto nivel en Qom piden ahora abiertamente mecanismos
legales para supervisar y criticarlo; su reacción –que no es un secreto en
Teherán– fue ordenar que se coloquen micrófonos ocultos en todas sus oficinas y
hogares.
Jamenei ha rechazado vehementemente todo tipo de supervisión del Consejo de
Expertos, el organismo que nombra al Supremo Líder, controla su desempeño, y que
incluso puede derrocarlo.
Según Seyyed Abbas Nabavi, jefe de la Organización para Civilización y
Desarrollo Islámico, Jamenei dijo a los expertos: “No acepto que la asamblea
pueda decir que el Supremo Líder sigue estando cualificado, pero luego cuestione
por qué uno u otro funcionario fue orientado en cierta dirección o por qué
permití que un determinado funcionario [haga ciertas cosas]” [3].
Después de los estallidos de indignación de 2009 –en los cuales la gente en
las calles pidió por primera vez la caída del líder– la revuelta continúa
firmemente, e iraníes altamente educados ridiculizan a Jamenei por terco, celoso
y vindicativo, con un rencor monstruoso contra millones que nunca aceptaron su
apoyo a Ahmadineyad en 2009 (siempre los llama “sedicionistas”).
Por ejemplo, incluso la hija de un ayatolá bien conocido se ha pronunciado en
público diciendo que Jamenei “lleva rencor en su corazón” contra Rafsanjani y
los excandidatos presidenciales Mir Hossein Musavi y Mehdi Karubi “Por el amor y
apoyo a ellos del Imam [Jomeini] y también porque en comparación con estos tres,
en particular Hashemi [Rafsanjani] y Musavi, que es obviamente un individuo de
segunda”. Ahora se culpa ampliamente a Jamenei de cualquier cosa, desde la caída
de la capacidad de producción de Irán al aumento de la inflación y la corrupción
generalizada.
Eso provoca la pregunta: ¿qué hay respecto al apoyo del IRGC al Supremo
Líder?
La diáspora iraní considera en gran parte que se trata de pura propaganda.
Sin el embargo, el hecho es que el IRGC es ahora un conglomerado monstruoso con
una miríada de intereses militares-industriales, económicos y financieros. Los
máximos administradores –y la variedad de empresas que controlan– están
obligados por principios a enfrentarse a Occidente, el mismo Occidente de cuyas
sanciones se benefician magníficamente. Por lo tanto, para ellos el statu
quo es atractivo y placentero a pesar de la posibilidad diaria de que un
error de cálculo, o una operación de bandera falsa, conduzca a la guerra.
Al mismo tiempo, el IRGC puede contar con el apoyo estratégico/político clave
de los miembros de BRICS Rusia y China, y es seguro que el país logrará esquivar
el embargo y seguir vendiendo petróleo, sobre todo a clientes asiáticos.
Pero lo que es realmente suculento, en términos de la dinámica interior, es
el hecho de que la crema del IRGC está empeñada actualmente en una especie de
guerra económica contra los bazaries, los tradicionalmente muy conservadores
comerciantes persas.
Es crucial recordar que esos bazaries financiaron la llamada Revolución
Islámica de 1979. Fueron –y siguen siendo– radicalmente opuestos al colonialismo
(en especial como lo practicaron los británicos y luego los estadounidenses);
pero eso no significa que sean antioccidentales (algo que la mayoría en
Occidente todavía no comprende).
Una vez más, como los más importantes analistas iraníes han estado señalando
incesantemente, hay que recordar que la consigna original de la revolución
islámica era “Ni Este ni Oeste”; lo que importaba era una especie de “centro
moderado” curiosamente budista, exactamente ese “Camino del Imam” que
garantizaría un Irán islámico como país soberano, no alineado.
¿Y adivináis quiénes formaban parte de esa coalición del “Camino del Iman” de
los dispuestos? Exactamente: Musavi, Jatami, Karubi y Rafsanjani, los enemigos
de Jamenei (y Ahmadineyad), por no mencionar a una facción moderada del IRGC,
simbolizada gráficamente por el excomandante del IRGC y excandidato presidencial
Mohsen Rezai.
Por lo tanto lo que la coalición del “Camino del Imam” dice esencialmente es
que Jamenei traiciona los principios de la Revolución: lo acusan de tratar de
convertirse en una especie de califa chií, un gobernante absoluto. Este mensaje
está recibiendo cada vez más resonancia pública entre millones de iraníes que
creen en un verdadero Estado “islámico”, pero sobre todo “republicano”.
Y eso nos lleva al supremo temor del Supremo Líder: que una coalición de
puristas republicanos islámicos –incluidos poderosos clérigos y poderosos
comandantes o excomandantes del IRGC– puedan llegar a levantarse, librarse de su
persona y finalmente realizar su sueño de una verdadera república islámica. Solo
una cosa es segura: lo único de lo que no se despojarán es del programa nuclear
civil de Irán.
Pepe Escobar
Notas
1. Vea aquí.
2. Vea el texto original, en farsi.
3. Vea el texto original, en farsi.
Pepe Escobar es el autor de Globalistan: How the Globalized World is
Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a
snapshot of Baghdad during the surge. Su nuevo libro, recién aparecido, es
Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto: pepeasia@yahoo.com .
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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/NB25Ak04.html